General, Política actual — 28 agosto, 2007 at 9:39 am

¿Lucha contra la droga o lucha contra el deporte?

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Seguramente, y aunque estéis de vacaciones, muchos os habréis enterado de que el sábado, un jugador de fútbol del Sevilla FC sufrió un infarto en pleno partido. Han pasado tres días y la única explicación que he oído a un médico en los medios oficiales es que tenía un problema en el corazón que no había sido detectado (al parecer, se había desmayado dos veces hace unas semanas).
Dado que en los últimos años, unos cuantos futbolistas han sufrido la misma instantánea y fulminante parada, parece obvio que algún periodista (sólo alguno) siguiera la pista del DOPING, esa palabra que tanto se utiliza para los ciclistas y los atletas, pero que es prácticamente tabú en el caso del fútbol. Dejando al margen los devaneos de Maradona con la cocaína, las declaraciones hace unos años del portero alemán, Schumacher, acusando al fútbol profesional de dopaje, y un breve pero potente verano en Italia en el que se habló profusamente del tema, no se habla de la droga en el mundo del fútbol.
El otro día, hablando con un viejo amigo, recordábamos que, antes, cuando éramos adolescentes, al llegar el minuto 80 de partido, sólo podían esprintar los jugadores que habían entrado de refresco; eran los momentos en que se abrían muchos espacios entre las líneas porque a los jugadores les costaba volver a su posición. Cualquiera que haya jugado al fútbol (y yo lo he hecho, y muchísimo), sabe que el fútbol es un deporte brutal, que exige una condición física excelente, pues no paras de hacer «esprints»: para desmarcarte, para chutar, para regatear, para seguir la pelota…. Antes, en los años ochenta, un jugador hacía un esprint y volvía trotando (o andando) a su posición. Hoy no: hoy hacen un esprint, y vuelven más rápido todavía. Y así, hasta el final del partido.
Ayer, recordando cuándo comenzó a cambiar esto, me acordé del Milán de los años 80, del Milán de SILVIO BERLUSCONI (el que le permitió acceder a la presidencia de Italia). Aquel equipo que ganó tres copas seguidas de Europa (¿o fueron cuatro?) con Gullit, Van Basten, Rijkaard, Ancelotti, Baresi, Maldini… ¿Qué es lo que marcaba la diferencia de Milán? Al margen de su buena condición técnica, el Milán de Berlusconi corría igual en el minuto 1 que en el 90: acababan igual el partido que empezaban. Aquellos años, el Milán se paseó por Europa, y no fue hasta que la Juventus, con un juego muy parecido y después los ingleses, le quitaron el trono… A partir de ahí, todos los equipos pasaron a correr de la misma forma desde el minuto 1 hasta el 90. Sin cansancio. Como MÁQUINAS. Curiosamente, también en aquellos años el ciclismo explotó como deporte-espectáculo, corriendo a unas medias escalofriantes (con puertos de 1 categoría de por medio!!), y, por supuesto, el atletismo. Aquellos años fueron los de las «galas» y los récords batidos.
Los que tengan mejor memoria (y más edad), recordarán la época de Sebastian Coe, Steve Cram y después, Aouita, Morcelli… Recordarán que, anteriormente, había récords que duraban 15 o 20 años, y a partir de entonces, empezaron a caer cada año… Era como un síntoma del progreso -tecnológico- del ser humano porque se hablaba, con la boca pequeña «de la mejora en los métodos de entrenamiento» y de «la ayuda médica». La tecnología hacía progresar al ser humano: no había duda.
En el campo masculino, claro. Porque en el femenino la progresión fue tan espectacular que, en el año 2000, llegué a leer algún artículo en el que especulaban ¡cuándo las mujeres alcanzarían a los hombres en sus marcas!
En aquellos años ochenta, las atletas de países comunistas (URSS, RDA, Checoslovaquia…) dominaban la competición, haciendo gala de unos músculos «prodigiosos» (no se me ocurre otra palabra). Una vez terminado el comunismo, parece que los médicos de esos países, pasaron a los de los capitalistas, porque, a partir de entonces, los músculos MASCULINOS empezaron a poblar los cuerpos de las atletas «femeninas» de países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra… Todas.
¿Qué ocurrió?
Muy sencillo: las atletas consumían hormonas masculinas. Poca gente sabe que muchas de esas atletas de élite, como la checa Jarmila Kratochvilova, acabaron cambiándose de sexo, algo que, por cierto, también ha hecho, como os conté hace meses, el ex ciclista escocés, Robert Millar, aquel que protagonizaba encarnizados duelos con Perico Delgado.
También, curiosamente, fue en esos años 80 cuando el movimiento gay comenzó su imparable ascensión en todo el mundo. Tampoco mucha gente sabe que los comunistas investigaron largo tiempo con la posibilidad de alterar artificialmente las preferencias sexuales de los individuos, algo que también ha hecho el ejército USA (recordad la «bomba gay»). En otras palabras, que el deporte ha sido un campo de experimentación con humanos, de la misma forma que la Fórmula 1 es el campo de experimentación en el mundo del automóvil (aunque yo no sé para qué cojones han conseguido alcanzar los 350 km/hora si no nos dejan correr más que a 120… ¿O será para incitarnos a correr, precisamente?).
En este tiempo ha habido muchos infartos de ciclistas recién retirados o maratonianos en plena competición y otros que han tenido problemas con las drogas y han acabado suicidándose, como Marco Pantani o Chaba Jiménez. Han ido saliendo en muchos campos pero ningún periódico o libro los ha unido, para que veamos la película entera. Sobre todo cuando, como en España, hemos vivido una época en la que «fabricábamos» campeones de ciclismo y maratón como rosquillas,… por obra y gracia de un señor llamado Eufemiano Fuentes, claro. ¿Quién quiere aguarle la fiesta al personal con lo que es evidente….?
¿A dónde nos lleva todo esto?
Por un lado, y a la luz de lo que sabemos hoy día, se puede afirmar que no ha existido progreso significativo en el deporte durante la segunda mitad del siglo XX: lo que ha existido es una evidente progresión en el campo de la medicina. Es decir, en el dóping. Físicamente, el ser humano es un poco más alto que hace cincuenta años, pero poco más… Se sigue cansando igual cuando corre, lo que pasa es que ahora se le inyectan algunos productos que hace que recupere antes y pueda entrenar más.

Lo que ha ocurrido es que, en lugar de intentar evolucionar en el campo de la mente y del espíritu, el ser humano (o los que gobiernan el ser humano) se han dedicado a progresar en el mundo de la materia.
Es decir, nos han hecho creer que si somos más rápidos y saltamos más alto y más largo, somos mejores. Nos han obligado a competir, a enfrentarnos… y, sobre todo, nos han mantenido entretenidos mientras nos roban con las viviendas y nos envenenan con los alimentos y las «medicinas». Por eso, no quieren que sepamos que existe dopaje en el fútbol, porque sin él, la gente podría DESPERTAR… (Por cierto, prácticamente todos los presidentes de equipos de fútbol españoles son CONSTRUCTORES).
No os engañéis: el deporte de alta competición, en realidad, es malo para la salud (eso lo sabe todo el mundo que ha competido).
Si quieren luchar contra la droga, que luchen contra el deporte de masas.