General, Opinión y Noticias Externas — 26 abril, 2012 at 3:59 pm

Las bandas y movimientos juveniles, otra flagrante ingeniería social/Anuncio de champú promocionando la transexualidad

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Super-recomendable libro de Estulín
Super-recomendable libro de Estulín

Leyendo el libro de los «Psiquiatras: los hombres detrás de Hitler», me encuentro con que han estado planificando desde hace tiempo «curar» de la enfermedad de la violencia a los jóvenes de las clases pobres, particularmente, los negros en Estados Unidos. Obviamente, cuando dicen «curar» están hablando de «drogarles» (como ahora están haciendo con tantos jóvenes tildados de esquizofrénicos, bipolares, depresivos, hiperactivos, etc). Todo ha sido planificado desde hace décadas. Sabedlo si estáis pasando por un proceso parecido: en el libro referido se explica con todo lujo de detalles (próximo viernes, a las 17 horas, manifestación contra la psiquiatría en madrid, calle del Prado 18).
Rápidamente, al leer sobre los negros, me ha venido a la mente la formidable expansión de la droga entre la población negra de los Estados Unidos, particularmente desde los ochenta. La heroína, la cocaína, el crack… Con lo que sabemos sobre la Historia suprimida, es evidente que ha sido completamente planificado para someter a los negros, degradándoles con la droga. Es decir, que al igual que en España en los años ochenta, la droga ha sido introducida por el propio Estado con una mano, mientras con la otra decía hacer «una guerra contra la droga».
De ahí, me han venido a la cabeza la cantidad de películas sobre bandas de negros y droga a principios de los noventa (Spike Lee, John Singleton, etc) y, más atrás, Canción Triste de Hill Street, y luego me he retrotraído a mi propia adolescencia, a las películas de bandas que veía en los 80 en el viejo cine Ideal (tres películas, 100 pesetas: ¿por qué tan barato?). Recuerdo por ejemplo, una película llamada The Warriors que iba…. de lo mismo que hablamos, Quadrophenia (mods contra rockers), American Graffitti, Rebeldes de Coppola (de allí salieron Matt Dillon, Tom Cruise, Patrick Swayze y Emilio Estévez) y, por supuesto, el cine «quinqui» español, las míticas películas de gitanos y chorizos como El Pico, El Vaquilla, Perros Callejeros, etc.

Mi novel autobiográfica sobre tribus urbanas
Mi novela autobiográfica sobre tribus urbanas

Todas ellas, películas que convertían en héroes románticos a los delincuentes y jóvenes envueltos en bandas. Evidentemente, crearon una mitificación de esa forma de vida entre muchos jóvenes que se tiraron a esa vida, convirtiéndose en delincuentes, creando bandas y metiéndose en la droga.
A la luz de lo que os he contado más arriba, ¿os creéis que haya podido ser casualidad?
Es decir: ¿es posible que la financiación y distribución de esas películas no haya sido parte del mismo plan para corromper a la juventud?
Paraos por un momento a pensar en los movimientos juveniles de finales del siglo XX. Prácticamente todos tienen cuatro letras, otros tres, y como mucho, cinco: rock & roll, mod, punk, twist, glam, emo, gay, skin, rap, heavy, hippi, funk, jazz, soul,ye-yés,  folk, trash, blues
En el estupendo libro de Estulín «El Instituto Tavistock» se cuenta cómo el jazz nació en puticlubes, donde las propias prostitutas negras (Billie Holliday, Bessie Smith) cantaban sus tristes historias de amor y de vida. Unos hábiles músicos judíos (Gershwin, Miller) orquestaron esas músicas para crear las big bands de los años veinte y convertir esos ritmos en comerciales.
Con el blues pasó algo parecido (esto ya es mío): la triste música de vagabundos negros como Robert Johnson o Willie Brown, versión profana de los espirituales de las iglesias, se le añadió ritmo para crear el rythm & blues, todavía negro (Chuck Berry). Los ingenieros sociales pusieron en marcha su reloj («Rock around the clock) para crear el rock and roll, primero con el feo Bill Halley (y los cometas) y más tarde con el guapo blanco, ex cantante de la iglesia, (P)Elvis Presley, cuyo cometido fue hacer mover la pelvis de los jóvenes de los años cincuenta, y sexualizarlos desenfrenadamente. Para ello, los ingenieros de Tavistock crearon esa fantástica etiqueta comercial llamada Rock & Roll. Ninguno de los negros que cantaban sus tristes historias a principios del siglo XX era consciente de cantar jazz o blues. ¡Ellos simplemente hacían música! ¡Fueron los ingenieros sociales quienes las inventaron y las asociaron a una estética al vestir para crear… IDENTIDADES ARTIFICIALES! Divide y vencerás, que decía Maquiavelo.
Unos científicos locos nos han creado la Realidad: Ingeniería social.
Más abajo, un anuncio que promociona, descaradamente, la transexualidad: evidentemente, están tratando de crear otra identidad más. Lo véis, ¿no?