General, Media — 12 mayo, 2013 at 6:06 pm

El Ultimo tango en París, descodificado: magia negra para acabar con el amor y la familia

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La actriz de "El último tango en París" acabó haciéndose lesbiana

Probablemente, ninguna otra película ha causado mayor impacto cultural que El último tango en París, por ejemplo, en España, donde miles de españoles cruzaban la frontera hacia Francia para verla en Perpiñán pues no se proyectaba en la península ibérica.
De alguna manera, esta película «vendida» como una obra de arte al contar con Marlon Brando como protagonista y dirigida por el italiano Bernardo Bertolucci era un sinónimo de Libertad… y progreso.
Viéndola 40 años después, lo que se percibe es algo completamente diferente.
Nos encontramos con un loco norteamericano que coincide dentro de un «apartamento» a alquilar ‘nadiesabemuybiencómo’ con una francesita de buena familia que, sin mediar más conversación ni seducción, cae rendida en los brazos del ya maduro Brando, que se la folla irremisiblemente.
Esta absurda escena bastaría para que, hoy día, en la era de Internet, dejaras de ver la película inmediatamente, porque el director pretende, básicamente, reírse del espectador al venderle como posible algo… ilógico.
Pero bueno, resulta que el director es Bernardo Bertolucci y la protagoniza Marlon Brando, y dicen que es una obra de arte prohibida, así que será que la chica, aunque no le conoce de nada, habrá notado que está delante del macho entre los machos, el mayor sex symbol de la era del cine. (Por algo le dieron el papel a él, obviamente).
Bueno, a partir de ahí tenemos tres tramas entrelazadas, a cual más absurda. La puramente sexual y anónima entre la jovencita francesa y el maduro norteamericano que le obliga a no revelar su nombre ni su historia; el noviazgo de la jovencita con su novio, director de cine, que está haciendo lo que hoy llamaríamos un reality show a partir de su propia relación con la jovencita (que sería copiada en la película «Mi novia es una actriz»); y la oscura vida de Brando como patrón de un hostal, en el que acaba de morir su mujer, no se sabe si suicidada o asesinada por el propio Brando.
Veladamente, se ofrecen pistas sobre el personaje que interpreta Brando algunas de las cuales coinciden con su verdadera personalidad (ex boxeador, actor, revolucionario), vivió en Haití y se fue a París, lo que hace que se desdibuje subliminalmente la separación entre el personaje que interpreta y el Brando real.
La elección del gran icono del cine (ya en sus horas bajas) y la ciudad de París (la ciudad del amor) para esta relación sadomasoquista no es por supuesto casual, pues es un ataque brutal contra el inconsciente femenino, al manchar la leyenda de París con una relación que hace mal a la mujercita y convierte al gran macho en… un sucio maltratador (cosa que ya interpretó en Un tranvía llamado deseo).
Las escenas absurdas en las que Brando trata a la jovencita como su esclava sexual se entremezclan con retazos de la muerte de su mujer (que le ponía los cuernos con un vecino) y el rodaje de la película de su prometido sobre su supuesta vida real en la que «tiene que hacer lo que él lo dice». Todo ello nos lleva a una parábola bastante clara de una programación MK Ultra en la que Brando y su prometido hacen de programadores de la jovencita, utilizada como objeto sexual al tiempo que es lanzada a la fama como actriz mediante la hipnosis: un mensaje subliminal bastante claro de lo que han hecho muchas actrices que se encumbraron a la fama (y lo que estaban haciendo con la propia actriz, María Schneider). Todo ello, desestructurando la mente del espectador por medio de montajes de escenas difíciles de seguir: aquello que se llamó «Cine de Arte y Ensayo» no es más que la manera de esconder las verdaderas intenciones manipulativas de nuestra mente por parte de esos psicópatas.
La película es todo un curso de educación sexual al estilo Alfred Kinsey, pues Brando obliga a la jovencita a hacer todo lo que quiere, llegando incluso a obligarla a meterle los dedos por el ano. Pero si duda, la parte más importante y el verdadero objetivo de la película sucede entre la hora’ 13 y 22 minutos cuando, sin mediar palabra, Brando coge una barra de mantequilla, arrastra de los pies a la jovencita, la baja los pantalones por detrás y la viola analmente mientras, y esto es lo realmente importante porque mientras la viola, dice:
-Tu puta familia. Oh, Dios, Jesús.

Y continúa metiéndose con Dios y con la familia.

En la biografía de la actriz, María Schneider, en wikipedia, ella misma cuenta que nadie le contó que se iba a rodar esa escena: al parecer, la chica estuvo llorando durante el rodaje y dice que «se sintió realmente violada, tanto por Bertolucci, como por Brando».  Sólo dos años después del estreno del filme, ingresaría en un hospital mental, comenzando una carrera autodestructiva por medio de las drogas que se alargaría por más de una década. Por supuesto, acabó lesbianizándose. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el trauma generado por hacer esa película, le generó una fobia a los hombres. (¡Tenía 19 años cuando la rodó!!).
Tampoco hay que ser muy listo para adivinar la intención subyacente en que la primera vez en la historia del cine de masas en la que se sugiera un coito anal (fuera del ámbito del porno)  se esté nombrando a Dios y la Familia: una clara asociación de ideas para el inconsciente. Evidentemente, se trata de una magia negra, al tiempo que se enseña esta nueva «educación sexual» de la violación y el sexo sin amor.

Por si queda alguna duda, en la siguiente escena inmediatamente posterior a la violación, ¡el novio de la jovencita le pide que se case con ella!, colocándole un salvavidas con el nombre de ‘Atlántico’, que simboliza la pérdida de la libertad (y que luego se tirará al mar). Acto seguido, María se viste de boda como parte del falso rodaje (es un montaje) y se acaba escapando vestida de novia… a la casa donde se reúne con Brando (su violador) para que se la vuelva a follar, pero esta vez ¡con el vestido de novia!, amenazándola previamente con que se coma una rata y diciéndole que practique zoofilia con un cerdo. Tal cual.

Perdonad por el lenguaje, pero estoy tratando de ser lo más fiel al original, para que no haya ningún lugar a dudas.
A la hora 22′, se dice, dentro de una escena delirante, después de que la chica cambie de amante en cuestión de minutos ‘violador versus manipulador’: «matrimonio civil, matrimonio pop (popular), el amor ya no es popular. Tres o Cuatro matrimonios», con lo que se estaba dando comienzo a la era de los divorcios y los matrimonios que no duran ni tres telediarios.
En un momento de éxtasis, el prometido (el cineasta) cita los nombres de las actrices Rita Hayworth, Lauren Bacall, Ava Gardner y Kim Novak, queriendo decir que su matrimonio iba a ser igual que el de estas actrices (salvo Bacall, todas con matrimonios fracasados). También se puede extrapolar que iban a hacer de esta chica otro «sex symbol»: otra mujer programada para vivir una vida para los mirones, y no para sí misma.
Tras una exhibición tal de sadomasoquismo y su posterior separación del violador, a la chica se le ocurre irse a vivir con su marido ¡al mismo lugar donde se encontraba con Brando!, que es la calle Julio Verne número 1, pero Brando vuelve a captarla y a sugerir que su hijo se llamará Fidel (como Fidel Castro) o Rosa (como Rosa Luxemburgo) quedando así claro que esta película formó parte de la revolución cultural del comunista Gramsci para rehacer la familia y las sociedades humanas.
La última escena, antes de que la chica le mate, haciendo el rídiculo en la sala de baile de tango, patética.
Como el resto de la película. Una auténtica obra maestra… de la basura.
¡Y que semejante mierda sea una película de culto!

¡Qué falta hacía el niño que dijera que el emperador está desnudo!