España — 30 septiembre, 2015 at 10:01 am

Los independentistas catalanes, ante una encrucijada: ¿te irías con Doña Inés Arrimadas o con Mas y Junqueras? /Predicciones a medio plazo sobre la política catalana

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Hace tiempo que les comenté a mis amigos más íntimos que la entrada de la «izquierda radical» en los parlamentos españoles es la antesala de la irrupción del movimiento conspiranoico en escena. La razón es sencilla: lo peor que le puede pasar a una persona que se define por su enemigo («anticapitalista», «antisistema», «antiEspaña», «antitodo») es entrar en el propio sistema que odia porque entonces tiene que empezar a proponer, y la propuesta es la gran asignatura pendiente de la izquierda radical, que sólo sabe ir a la contra.
Una vez que estos izquierdistas entran en el juego del sistema, sus seguidores pierden (perderán) el faro que les ha guiado y, consecuentemente, tendrán que mirar todavía más allá: ¿qué les quedará a sus votantes? Aquellos que afirmamos la existencia de otra realidad, diferente a la que nos han contado. (De hecho, varios medios de comunicación de ultraizquierda, como Kaos en la Red o Iniciativa Debate se están reposicionando en los últimos tiempos y admitiendo la existencia de la conspiración mundial).
Una vez pasado el comprensible miedo al establecimiento de otra frontera en la península ibérica, es hora de analizar lo sucedido en las elecciones catalanas que, dado que en el fondo Cataluña sigue el mismo desarrollo de los acontecimientos geopolíticos que el resto del mundo, nos puede servir de guía para lo que va a suceder en España, en el resto de España.
El tremendo aumento del más extremista de los partidos (las CUP) es el reflejo del hartazgo generalizado de la población, particularmente los menores de 40 años, excluidos de la vida, de la capacidad de progresar, por culpa de esta crisis artificial. Es un voto de castigo al sistema, donde más les duele: independencia antisistema.
Es evidente que el matrimonio contranatura entre Esquerra Republica de Cataluña (ERC) con Convergencia Democrática (CDC) le ha pasado factura a los primeros, muchos de cuyos simpatizantes se han marchado con las CUP. También parece evidente que la marca creada por Podemos para concurrir a estas elecciones («Cataluña sí se puede») ha vuelto a caer en la misma trampa que Izquierda Unida/Iniciativa per Catalunya; la indefinición de si está en pro de la unidad o de la independencia es la culpa de su fracaso lo que, de rebote, afectará en las elecciones estatales y, consiguientemente, acabará con este efímero proyecto.
Repito que es curiosísimo que la izquierda, por más que cambien las siglas y las caras, al final acaba de la misma forma, y la razón hay que encontrarla más arriba: cuando uno se define por la negación, por el enemigo, y no por sus propuestas, (error conocido como «demagogia»), al final se le acaba viendo el plumero. La gente acaba dándose cuenta. Eso sin descartar que los propios votantes de esas formaciones conocen a estas alturas la información de la conspiración y, por lo tanto, sus declaraciones se les acaban quedando «cortas».
Mi pronóstico a medio plazo es taoísta: las cosas van a llegar al máximo extremo en el curso que están llevando actualmente los acontecimientos, de manera que aquellos que entran en contradicción van a ser absorbidos por los que mantienen la coherencia, hasta que estos, también, entren en disonancia cognitiva y, finalmente, sean sustituidos por los Científicos de la Conspiración.
Es decir, de repente el arquitecto de parte de este embrollo, Artur Mas, va a ser devorado por sus propios «hijos»; los jóvenes que fueron educados con la información paranoica que su jefe Jordi Pujol dictó hace 35 años. En otras palabras, ERC se va a acabar «comiendo» a Convergencia, y a su vez, al contemplar cómo la izquierda nacionalista se «apoltrona», su electorado se va a mover a los pesudoanarquistas de las CUP (como de hecho ya ha comenzado a suceder). Seguidamente, cuando los radicales vean que las CUP tampoco tienen proyecto, y son demasiado moderados por usar como verdad la propia información del Poder, surgirá un partido que incluya la información de la conspiración, probablemente una escisión de las propias CUP, unida a los de Podemos Cataluña. Porque, para entonces, y obviamente, siguiendo el curso de los acontecimientos, la verdad sobre el 11-S ya habrá aparecido y el asunto independentista pasará a un segundo plano.
De todo este embrollo, evidentemente, quien sale beneficiado es Ciudadanos que, sin hacer ni decir nada espectacular, y manteniéndose simplemente «centrados», se han beneficiado de los errores, contradicciones y salidas de tono de todos los demás.
Eso, y por supuesto, la irrupción en la política catalana de la jerezana Inés Arrimadas.
He de confesar que tras verla en varios carteles y fotos, la prejuzgué, imaginándome una «pija superficial»; la niña «mona» que queda bien en las fotos, una vacía operación de marketing.
Mi sorpresa llegó cuando la vi el otro día hablar en la tribuna postelectoral y me encontré a una mujer con garra, inteligencia, empuje y carácter. Y guapísima, claro.
Y entonces es cuando la fría política de los argumentos manipulados adquiere tintes humanos porque, de repente, la jefa de la oposición en la independentista Cataluña ¡es un bombón andaluz! (Con toda la gracia que ello implica).

La belleza femenina o los vómitos: ¿qué elegirán los independentistas?

Y, para colmo, novia de un independentista. O sea, el argumento de la película «Ocho apellidos vascos» o la nueva secuela que se estrena en breve, cambiando Euzkadi por Cataluña. (Lo siento por los guionistas, pero la realidad ha superado a la ficción: es muchísimo mejor la historia de Arrimadas que cualquiera que hayáis ideado. «¿Podrán la belleza y el amor imponerse a la división que genera la independencia?» De hecho, nos puede recordar al argumento de «Vacaciones en Roma», con Audrey Hepburn y, curiosamente, fijaos en la camiseta que llevaba el día de las elecciones la parlamentaria feminista de las CUP, Anna Gabriel. Dos concepciones de la mujer radicalmente diferentes se enfrentan).
Por supuesto, mis compañeros periodistas se han dado cuenta del inmenso «juego» que Arrimadas va a dar a la diaria labor de rellenar periódicos. Y, ni que decir tiene, que las periodistas de las revistas Elle, Telva y demás, han comenzado YA a llamar al jefe de prensa de Ciutadans para que Inés les conceda una entrevista y hacerle unas fotografías de moda para colocarla en la portada de su revista. ¡Una política con más clase que cualquiera de las modelos y actrices! ¡Vaya regalo!
Inés Arrimadas se va a convertir (se ha convertido ya, de hecho) en el argumento central del debate sobre la independencia catalana. Entre otras cosas porque los hombres independentistas catalanes se van a encontrar ante una tesitura para la que no van a encontrar solución: ¿te independizarías de un bombón como Inés Arrimadas? ¿Con quién te irías antes: con Artur Mas, Romeva y Orion Junqueras, o con Inés Arrimadas? Dicho en otras palabras: ¿si te dieran a elegir entre el movimiento gay y España/Inés Arrimadas..?
Los publicistas de Ciudadanos, que no parecen en absoluto tontos, ya han comenzado a jugar con este argumento. Fijaos en este titular en boca de «Doña Inés»*: «queremos SEDUCIR a los independentistas con un nuevo proyecto de España«.
En los próximos meses vamos a tener «Inés Arrimadas hasta en la sopa», y ese precisamente va a ser el principal escollo que va a tener que salvar: que no se convierta en un mero objeto decorativo de las revistas de moda femenina. Alguien debería decírselo ya mismo porque las buitres ya van a estar llamando a su puerta…
PD: Voy a confesar mi incultura literaria (o mi desmemoria). Al escribir «Doña Inés», recordé que ese personaje tenía algo que ver con un amor mítico, medieval, pero tuve que recurrir a San Google para confirmar que se trataba de la monja novicia que enamora al galán por antonomasia, Don Juan Tenorio. ¿No me digáis que no es casualidad?
Por supuesto, acto seguido cambié el titular y, en lugar de «Inés Arrimadas», escribí «Doña Inés Arrimadas». E ipso facto, me fui a comerme un chocolate con churros porque pensé que me merecía un regalito. «Te ha quedao redondo, Rafapal», pensé.
Jajajajajajjaa.