España, Opinión y Noticias Externas — 24 junio, 2016 at 8:33 am

La sangría de la prensa española continúa: ¿cómo influye en la política?

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Creo que muchos no os dais cuenta de la importancia que tiene para la vida política española el constante decrecimiento de las ventas de la prensa española en papel. Y no lo tenéis porque (al igual que mucha gente hoy día) pensáis que la prensa simplemente informa de la realidad, pero si os fijáis, por ejemplo, en el paralelismo entre la bajada de las ventas de El País y el de los escaños del PSOE os encontraréis con otra realidad; el PSOE tiene la mitad de los escaños que hace siete años y el País tiene la mitad de lectores.
¿Qué nos está diciendo esto? ¿Que la bajada de adeptos al PSOE ha redundado en una disminución de los lectores de El País?
No, amigos.
Aunque la vida es un constante feedback (una causa empuja sobre su consecuencia, y viceversa), podemos afirmar que la caída en la confianza en el PSOE es más una consecuencia de que la gente ha dejado de creer en El País, que viceversa. Con lo que hoy sabemos sobre el influjo de los medios de comunicación, es más acertado decir que la gente vota en función de la realidad en la que viven, y la realidad la marcan los medios de comunicación. O sea; que Juan Luis Cebrián era más importante que Felipe González porque él creaba la realidad.
A medida que Internet se ha impuesto a los medios tradicionales, la confianza en los partidos tradicionales se ha desintegrado, y la prueba la tenemos en el PP, que vive de las personas que no están en Internet, y a las que, por tanto, les influye la realidad creada en la radio y la TV, no la de la red de redes. Es decir, la Verdad.
La debacle imparable de los tres grandes periódicos españoles ejemplifica por donde va el régimen español. El Mundo está a puntito de caer a los 60 y tantos mil ejemplares (71.000); ABC casi se descuelga de la cifra de los 60.000 (63.000) y El País, si descontamos los 25.000 ejemplares que vende en el extranjero, se queda en 92.000 ejemplares, es decir, la cifra que vendía El Mundo hace sólo dos años. O sea que podéis extrapolar donde estaría en 2018 (si es que sobrevive hasta entonces). Teniendo en cuenta que venden 40.000 ejemplares en Madrid, tenemos pues que El Mundo y ABC casi son periódicos regionales madrileños y, por tanto, su influencia política sobre el resto del país es prácticamente nula. Así pues, sólo se puede considerar ya a El País como un diario verdaderamente nacional (lo que puede explicar, por cierto, la deriva independentista de España, porque no hay una realidad mediática unificada que la vertebre).
Para entender esta descomunal caída, y lo que provoca, tenéis que atender a cómo esos tres grandes periódicos censuraron de su portada del otro día la conspiración del ministro Fernández Díaz para incriminar a los políticos catalanes. Mientras la gente leía en los periódicos digitales el gran escándalo del día, la prensa, que debería informar de lo más importante, lo censuraba.
¿Qué podían hacer las radios y las televisiones que, hasta hace poco, hacían sus «escaletas de noticias» en función de las noticias que leían en los periódicos por la mañana? (Habéis de saber que las radios y las TV amplificaban lo que contaban los periódicos por las mañanas). «Si lo contamos, el sistema se desmorona; si lo censuramos, los que nos desmoronamos somos nosotros como poder».
Esta fue la disyuntiva que han tenido que afrontar esta semana los periodistas de radio y TV, que se ven «solos» ante la obligación de crear la realidad: «¿seguimos la realidad de Internet o la de la prensa?». Básicamente, los que van dirigidos a un público no internáutico, lo censuraron, mientras que los que cuentan que su público entra en Internet, se vieron obligados a contarlo. Pero incluso medios como Antena 3, Telecinco o TVE cuentan con espectadores que entran en Internet, por lo que siguen perdiendo credibilidad con censuras como ésta.
Os cuento todo esto para que os déis cuenta de cómo la sangría de lectores de la prensa escrita descabalga el andamiaje entero de la creación de la realidad por parte de la Prensa, y un eventual cierre de esos periódicos haría replantearse por completo la industria de la creación de la realidad.
En otras palabras: que la realidad está cambiando porque la atención del público influyente ya está en Internet (donde hay un feedback) y no en la prensa tradicional (que emite información pero no la recibe).
El esquema de la comunicación de masas ha cambiado y con él, el sistema de gobierno. La prueba la tenéis en el Brexit: todos los medios en su contra, y no han podido detenerlo.