Hombre y Mujer — 9 marzo, 2018 at 7:36 am

Huelga feminista: el Apocalipsis zombie

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¡Qué fácil es mover al ganado si tienes a los perros (TVs, radios y periódicos) ladrando cuando tú lo dices! ¡Qué fácil es manipular a las ratas encerradas en las jaulas conductistas ofreciéndoles una salida virtual para que, por unas horas, tengan la ilusión de libertad! ¡Qué tristeza, en fin, ver cómo se aprovechan de la ingenuidad de las buenas personas!
Ayer me encuentro a un amigo del barrio y me cuenta que su madre ha ido a la manifestación feminista: «ya ves tú: ella, ¡que no tiene ni idea de lo que hacen!»
Le respondo que algunas amigas, enteradas de la conspiración, también se han unido bajo el argumento de que «quieren apoyar». «¿Apoyar el qué?» -le respondo- «¿la destrucción de las relaciones hombre-mujer, de la familia, de la sociedad? ¿Sabes que hay pintadas de «destruir al macho» en Lavapiés». «Eso son las radicales», me dice, «yo voy por otras cosas, pero eso no lo apoyo». Pero van, y engordan las cifras de la marea.
Las demás, asienten, como autómatas, seducidas por la masa, por la corriente y, a pesar de que presumen de despiertas, se convierten, por unas horas, en unas cuantas zombies más.
«Ellas van por sus propios motivos»; les da igual que los organizadores son quienes han llevado a la Humanidad a la más destructiva paranoia colectiva de la Historia, y que ha convertido a muchas mujeres en psicópatas, escapando de una falsa guera de sexos. Les da igual que haya cientos de miles de hombres encerrados por denuncias falsas. No saben que en las universidades se está produciendo una caza que empieza a convertir el régimen soviético en un jardín de infancia, al lado de semejante locura.
Os voy a contar algo que está sucediendo ahora mismo en una universidad española. No voy a contar cuál, y no voy a dar muchos detalles para proteger mi fuente, pero esto me lo cuenta de primera mano.
En una universidad española (no sé si ocurrirá en más, pero me temo que sí), han creado un observatorio encargado de la violencia de género, y el abuso sexual.
Un día se presenta una chiquilla, de 18 años, que cuenta lo siguiente (lo que os cuento es lo que me contaron, tal cual).
-«El otro día me enrollé con fulanito, nos dimos unos besos y luego subimos a la clase, que estaba cerrada, y cuando estábamos allí, le pedí que me ‘hiciera un dedo’ y entonces él va y me pide que le haga una paja. ¡Me estaba presionando! ¡Quería abusar de mí!».
Sé que os va a parecer demasiado loco para ser real; sé que es delirante, marciano, surrealista e imposible, pero este es el caso que llegó a este observatorio de la violencia de género.
A este grado de locura hemos llegado, y todo ello, por el apoyo a esta paranoia colectiva que tantas ingenuas y bienintencionadas dan. ¿Alguien se puede extrañar de que los hombres estén desertando de la educación? No es que las mujeres sean ahora mejores que los hombres, ¡es que los hombres están deprimidos porque se les veja, se les anula, se les castra y se les tortura! Y pasan de estudiar, obviamente.
Una última cosa: si en algún momento decides ir a una manifestación y sientes que de repente estás en una ola en la que tu individualidad se pierde y cuando llegas a casa sientes una extraña satisfacción a sabiendas de que lo que has hecho no sirve para nada, entonces, puedes estar segura de que durante esos minutos estabas padeciendo un Programa MK Ultra.