España, Hombre y Mujer — 11 marzo, 2018 at 3:35 pm

La asesina del pequeño Gabriel es una mujer: ¿qué dicen ahora las feministas?

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La tragedia se ha consumado y la desaparición del niño almeriense ha terminado con su asesinato por parte de… una mujer (e inmigrante). De repente, el discurso victimista que las feministas consiguieron imponer hace sólo dos días se estrella contra la realidad: la mujer también es capaz de hacer el mal. Veremos a ver cómo las Julias Oteros, Anas Rosas Quintanas y Susanas Grissos intentan moderar «el relato» para que no contradiga el que ha sido dogma de fe de los últimos 20 años: la mujer es incapaz de hacer el mal.
Pero ya es tarde. Casos como éste están haciendo que mucha gente despierte a la realidad del sentido común tras 19 años de disonancia cognitiva. «¿Qué está pasando?», se preguntarán las y los feministas: «¿ahora las mujeres se han vuelto malas?»
No, mis queridos zombies: no es que la mujer se haya vuelto mala en el año 2018 sino que la censura que ha imperado en estos últimos 18 años ha caído porque ahora ya hay suficientes medios de comunicación (digitales) que hablan del mal femenino, que ha permanecido oculto a la población mediante la política de subvenciones/compras a los medios por medio de las decenas de miles de millones de euros regalados por el Banco Mundial para alimentar la paranoia. Lo que está sucediendo es que, simplemente, ahora se ve la realidad; la realidad de que hombres y mujeres son capaces de hacer el mal, por igual, pero de diferente forma.
El arrebato kármico ha traído consigo que el pequeño Gabriel haya sido asesinado por una inmigrante, con lo que la otra gran censura (que el 40% de las muertes de la violencia doméstica, también llamada «violencia de género) los cometen inmigrantes y no españoles) también ha caído. Y lo siguiente será que la gente despierte a la realidad de que «el relato de la violencia de género» ha sido una paranoia sostenida en base a la censura de datos sustanciales, que provocaron un sesgo de la realidad en la que creían vivir los ciudadanos y llevó a la imposición de las leyes favorables a ese grupo sexual del que no se puede hablar.
¿Que qué podemos hacer, os preguntaréis?
Cambiar la narrativa que se nos ha impuesto; cambiar la explicación profunda de la realidad, que es la que posibilita la promulgación de leyes execrables como la de la violencia de género.
Modificar el relato actual de que estamos viviendo una guerra de sexos (patriarcado-matriarcado) por el de que estamos viviendo la batalla entre el bien y el mal. Mujeres y hombres malos (que nos manipulan y nos enfrentan) frente a hombres y mujeres buenos.
Y lo podéis sostener mediante la evidencia: que son muchas las mujeres (la mayoría) que desean que se persiga a las mujeres que hacen el mal, igual que ningún hombre desea que los asesinos del sexo masculino caminen por la calle, y por otra, más filosófica pero que, con un poco de meditación, os daréis cuenta de que es un Jaque Mate.
La Verdad abarca y contiene las verdades más pequeñas, pues las verdades -a diferencia de las mentiras- no se niegan entre sí sino que encajan coherentemente. La Verdad es tanto más verdad en cuanto explica una Realidad más amplia, y contiene a las realidades más pequeñas, pero no así la mentira, que cuando encuentra una verdad que la niega, no la puede contener.
Por definición, la «realidad» de que existe una guerra de sexos implica la existencia del Bien y del Mal (mujeres frente a hombres, según las feministas) pero la evidencia de que hay mujeres capaces de hacer el mal rompen con esa supuesta verdad, que no puede contener mientras que la existencia de una batalla entre Bien y Mal, sí.
Por no hablar de que (todavía más obvio) si la proposición «la vida es una batalla entre hombres y mujeres» presupone la existencia del Bien y el Mal pero obviamente el Bien y el Mal es una realidad más global y superior a la existencia de la mujer y el hombre.
Meditad en ello, y empezar ya a modificar el Relato: el Jaque Mate está hecho porque este lamentable asesinato va a romper el tabú sobre los asesinatos -y males- cometidos por mujeres.