Política actual — 29 mayo, 2018 at 5:47 pm

El gobierno de Su Majestad en Nueva Zelanda sacrificará 150.000 reses para apoyar el asesinato de Trump

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En las pasadas semanas, Q venía publicando acerca de «Five Eyes», la organización de espionaje digital que une a las naciones de la Commonwealth Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y a cuya cabeza está la máxima representante de es organización, la Reina Isabel de Inglaterra.
Pues bien, en el último informe de Sorcha Faal se nos informa de que la isla de las antípodas va a proceder al sacrificio de 150.000 reses, supuestamente, porque están contaminadas de una bacteria. Hasta aquí la información oficial; las fuentes rusas que informan a Sorcha Faal aseguran que esa bacteria es inofensiva y que lo que en realidad está sucediendo es algo parecido al famoso exterminio de las «vacas locas» del año 2002. Una matanza que sirvió como sacrificio ritual a los dioses de la guerra antes de comenzar la invasión de Irak.
En este caso, la información viene supuestamente avalada por la cúpula de la iglesia ortodoxa, quien asegura que los monarcas ingleses (al igual que el resto de las dinastías europeas) son parte del linaje de las tribus hebreas Esaú y Edom, y que en realidad rinden culto al dios-demonio de los fenicios, Baal.
Supuestamente, la cúpula de la iglesia ortodoxa se ha puesto en contacto con el rabinato israelí para preguntarle por este culto, asegurándoles que, según el Talmud, Yahvé fue el gran enemigo de Baal (al que se conoce como «Lord»), si bien es cierto que hasta una época de la historia ambos dioses eran indistinguibles y prácticamente «sinónimos».
La razón de este empeño por asesinar a Donald Trump radica en que parece claro que en los próximos meses se va a establecer unas audiencias en el Congreso y Senado para destapar la gran corrupción que asola las altas esferas, una corrupción que alcanza también a Inglaterra, razón por la cual la monarquía británica se ha puesto en guardia.
El informe concluye con toda una serie de informaciones que prueban que la «conspiración rusa» para defenestrar partió, sin lugar a dudas, de los servicios británicos al mando de Su Majestad Isabel.