No hubo celebración. ¿Cómo va a a celebrar un país su propia autodestrucción? La (supuesta) apabullante victoria del PSOE se llevó por delante la percepción en la calle y durante toda la jornada de que Vox iba a sacar un resultado que iba a desnivelar el mapa político. Hasta los propios periodistas del régimen se sorprendieron de que no cumpliera esas espectativas.
Nada más comenzar el recuento, TVE ofreció un sondeo que calcó el resultado final, que a su vez calcaba los sondeos de Michavila y Tezanos, la derecha y la izquierda, y que se ha convertido en una profecía autocumplida. Todo, en contra del atronador éxito de Vox en el mundo real, el de las personas físicas, que no desean que se repita el desmembramiento de España sucedida hace dos siglos.
Es cierto que la elevada participación en Cataluña puede justificar un alza entre los independentistas, enardecidos por «la vuelta de Franco» (conozco una conspiranoica hispanocatalana que ha comprado esta historia), pero lo que no cuadra es esa subida en todo el país: ¿tanta gente se ha vuelto loca con ese miedo inducido?
Aquí hay algo que no cuadra, y es cuando nos acordamos de ese vídeo de Canal5 Radio que explicaba cómo Pedro Sánchez creó por real decreto, unos pocos días antes de las elecciones, un organimo intermediario «competente para evitar hackeos en las elecciones». A estas alturas no os tengo que explicar que cada propósito de una ley que dictan los políticos actuales se ha de interpretar en sentido inverso.
Hoy está corriendo por las redes sociales este tuit del 19 de febrero aludiendo a cómo se produciría el pucherazo en estas elecciones. Alguien debería decirle a los jefes de Vox que realicen una auditoría de las cifras enviadas desde las mesas electorales y las cotejen con las «oficial». O, a lo mejor, habrá que empezar a gastarse el dinero de las campañas electorales, en lugar de tanto anuncio, en contratar una consultora con un buen sistema de recuento alternativo… ¿Y si convertimos el recuento en un asunto «Open Source?