( Declaración secreta de W.Casey , Director General de la CIA )
“Yo William Casey, declaro que la libertad es un inapreciable valor que requiere una constante vigilancia para que pueda perdurar.
Durante la 2ª Guerra Mundial fui asignado en Londres a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). Durante ese tiempo hice amistad con un soldado alemán llamado Gunther al que usé, junto con otros prisioneros alemanes antinazis, en operaciones de las OSS dentro de la Alemania nazi.
“Yo sabía que esto violaba el Convenio de Ginebra para prisioneros de guerra, pero no me importó. El Convenio de Ginebra era un conjunto de reglas que regulaban las atrocidades que los humanos cometen en nombre de sus ideologías políticas. Ponerle reglas a la guerra es prolongar el sufrimiento humano.
La guerra franca es el último resorte de una nación civilizada y debe ser usado pocas veces. Pero las guerras tienen que ser realizadas salvajemente utilizando todos los medios y trampas posibles.
Gunther era un medio e ignorar el Convenio de Ginebra era una trampa.
“Cuando me nombraron Director General de la CIA el 28 de enero de 1981, recibí instrucciones secretas de William Colby ,mi antecesor en el cargo.
Me informó de dos operaciones que en aquellos mismos días se estaban llevando a cabo en Latinoamérica.
Ambas operaciones se estaban realizando sin el conocimiento y sin el consentimiento del Congreso ni del propio presidente Reagan; y ni siquiera las conocía el alto organismo de la inteligencia militar. [Operaciones secretas como ésta dependen exclusivamente de la NSC en virtud de una Executive Order de Truman]. (ndt).
Colby me dijo que el nombre en código de estas operaciones era A-6 (Red Mist) y A-7 (Project Sandman).
“Se me informó que el A-6 investigaba a individuos y a toda la estructura comunista que amenazaba a Latinoamérica. Algunos de los datos conseguidos por el A-6 eran luego usados por el Task Force-157. El A-7 era el “Programa Phenix” de Latinoamérica que consistía en el asesinato de los miembros de la infraestructura comunista en toda la América Latina.
“Se me informó también que Colby había autorizado al personal relacionado con la A-6 y A-7 a que traficase con narcóticos con el fin de financiar ambas operaciones. Colby hacía lo mismo que yo sabía se había hecho en Vietnam con el mismo fin.
“Colby me informó con toda franqueza que él había colocado más de un millón de libras de cocaína (500 toneladas aprox.) en Panamá, entre diciembre de 1975 y abril de 1976, operación que se había hecho con la ayuda de nuestro gentil aliado el general Manuel Noriega.
La cocaína fue posteriormente transportada a El Salvador, Costa Rica y Honduras entre 1976 y 1981. Y ahora tenía yo sentado frente a mí a Colby con el sombrero en la mano pidiéndome ayuda para introducir la cocaína en el mercado norteamericano.
“Se me dijo que Colby en los asuntos de la A-6 y A-7 usaba a un amigo mutuo, el coronel Albert Vicent Carone, de la
Inteligencia militar.
Carone es un patriota carismático que nos fue presentado por el general Joseph W. Smith el año 1945.
Además de las cualificaciones ordinarias, Carone aportó al esfuerzo anticomunista la conexión directa con su viejo amigo Vito Genovese.
Genovese era el jefe de la mafia que controlaba los juegos ilegales y el narcotráfico en Nueva York; una mafia de la que Carone había sido nombrado miembro.
Carone es además amigo del fugitivo internacional Robert Vesco y tiene varias fuentes de información anticomunista, por ejemplo Maurita Lorentz, que es amiga de Fidel Castro.
Carone es el hermano menor del Dr. Pasquale Carone que ha trabajado para la CIA en otras materias.
“Colby me dijo que las ganancias de la cocaína serían lavadas por Al Carone, la mafia de Nueva York y Robert Vesco y posteriormente usadas para la lucha anticomunista por el propio Colby.
“Después de hablar con Carone tomé la decisión de trasladar la cocaína almacenada al aeropuerto de Mena en Arkansas, pues la CIA había ya usado este aeropuerto en varias ocasiones. En estas circunstancias la cocaína era el instrumento.
La trampa era el ignorar la ley y el evitar ser descubiertos. En estos esfuerzos nos ayudaron William Clinton y William Weld.
“En 1984 toda la cocaína [que había estado depositada inicialmente en Panamá] estaba ya en el aeropuerto de Mena y además habíamos buscado otras fuentes para que nos suministrasen más cocaína.
Ésta nos llegaba a través de los hangares 4 y 5 de la base aérea de Ilopango en El Salvador. Mi hombre de confianza en Mena era Adler Berriman Seal.
“Bill Clinton nos ha ayudado enormemente hasta ahora evitando que haya investigaciones locales sobre las actividades del aeropuerto de Mena. A Bill Weld como Asistente del Fiscal General de los Estados Unidos se le dio el puesto de Encargado de la División Criminal del Departamento de Justicia. Esto se hizo para que pudiese tener controladas las investigaciones de las agencias
federales sobre las actividades de Mena. La ayuda de Weld ha sido de un valor incalculable.
“Yo les ordené a John Poindexter, Robert McFarlaine y Oliver North que prescindiesen de los canales normales y usasen todos los medios que tuviesen a mano, incluída la mafia, para asegurar la llegada de la cocaína al aeropuerto de Mena.
En no pequeña parte se debe el resultado feliz de toda la operación a los esfuerzos del personal de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) y de la Agencia de Seguridad del Ejército (ASA). Los hombres y mujeres de la NSA y de la ASA impidieron que los satélites y la red de radares pudieran detectar la llegada de los aviones de modo que estos pudieron aterrizar tranquilamente en Mena. La NSA y la ASA denominaron a estas operaciones “Sea Spray” y “Jade Bridge”.
“Creo que la lucha por la democracia en Nicaragua y Latinoamérica está yendo en la dirección que nosotros queremos. Pienso que este triunfo se debe a las operaciones A-6 y A-7 que Colby tuvo el acierto, la precisión y el valor de emprender.
Tengo en cuenta los heroicos esfuerzos de Al Carone, Bill Clinton, Bill Weld, John Poindexter, Bud McFarlaine y Ollie North.
Sin estos hombres las A-6 y A-7 no hubiesen existido.
“La libertad es un bien de un valor incalculable. El grado de libertad que uno disfruta es el resultado del grado de vigilancia que uno ejerce.
Mis acciones puede que sean catalogadas como criminales al pensar en la enorme cantidad de norteamericanos que enganchamos a las drogas. Pero no me importa.
Todas las guerras tienen víctimas. Pero generalmente cuanto más violenta es la guerra más corta es su duración.
Mi dilema era: o exponernos a una larga guerra de guerrillas en Latinoamérica o usar los medios que teníamos para hacer una guerra violenta de corta duración para salvar la democracia.
Cuando tomo una decisión la cumplo. En este caso el arma era la cocaína y la trampa era que el que usa drogas tiene libertad para usarlas o no usarlas.
Y escogen usarlas. Yo escogí el usar el hábito de estas personas para financiar la democracia que disfrutamos y para mantener a todos los norteamericanos a salvo de la amenaza comunista que nos está acechando ahí al lado desde
Sudamérica. Paradógicamente el drogadicto está ayudando a la sociedad.
“Declaro bajo pena de perjurio que lo que aquí digo es la verdad tal como yo lo veo y entiendo.
“Redactado este 9 de diciembre de 1986 en McLean, Virginia.
Firmado : William J. Casey
Al leer este documento, que por muchos años no fue de dominio publico y que sólo gracias al Acta de Libertad de Información (FOIA) hemos logrado tener, uno se llena de pasmo al conocer la filosofía de nuestros gobernantes y al mismo tiempo se explica por qué el mundo dirigido por ellos está como está.
En el documento aparecen mezclados nombres de gangsters con almirantes, senadores y nada menos que un presidente, aunque cuando sucedieron estos hechos todavía faltaban años para que lo fuese.
Y aunque no aparece en el documento, ya por aquellas fechas Bush padre –hombre siniestro– andaba por la Casa Blanca tratando de impulsar su New Order.
El cinismo con que W. Casey admite que ha contribuido a meter en el infierno de las drogas a cientos de miles de sus compatriotas “para financiar la democracia que disfrutamos”, nos da derecho a pensar que degenerados así son capaces de cometer cualquier crimen.. Y de hecho los cometieron en abundancia cuando durante las pruebas de la bomba atómica, sometieron a civiles y militares, sin que se diesen cuenta, a los efectos de las radiaciones para saber hasta qué punto afectaban al ser humano.
Cientos de norteamericanos se fueron al otro mundo sin saber que sus propias autoridades eran las que los habían asesinado.
Extracto del libro de salvador freixedo.Trilogia para pensar.