Hace ya tiempo que me di cuenta de que el clima y la tierra coadyuvan en la creación del caracter de cada región y país; las horas de sol, el frío y la lluvia que cae moldean las emociones de los habitantes de ese país o región y van creando, como la lluvia que esculpe la roca, el caracter con el que se identifica a los pobladores de una porción de la Tierra.
Por ese mismo camino, expliqué la música popular (folklore) como expresión de esa misma idiosincrasia, que mostré, en parte, en el correspondiente vídeo de la serie «Principios para el nuevo mundo».
Hace mucho mucho tiempo que me vengo preguntando por el acento, por el acento de cada sitio; siempre me he preguntado por qué los andaluces hablan así, los vascos asá, los chilenos de aquella manera y los cubanos y los mejicanos de otra manera, la misma lengua.
Una explicación que hasta hace unas semanas me funcionaba era atender al tono de las lenguas originarias de esa misma región (el vasco, el árabe, el mapuche, las lenguas africanas, etc) pero nos llevaría al mismo lugar: de dónde procedía el acento con el que se habla el quechua de una región de Bolivia, diferente a otra. Esa explicación funcionaría para explicar porqué se PRONUNCIA de una diferente manera una misma letra, como la «g» por ejemplo, o la «z». Pronunciación y acento o entonación, aunque parezcan la misma cosa, no son la misma. De hecho, hay dos ciencias para explicarlos: fonética y fonología.
Muchos españoles conocerán el chiste que voy a contar a continuación y que me sirvió para responder a esta pregunta, pero seguro que los latinoamericanos lo desconocen.
Pregunta-¿Cuál es la única palabra que se acentúa en todas las sílabas?
Respuesta-Zárágózá!!!
El habla de los «maños» puede que no sea tan famosa y distinguible para el Hispanoamericano como la del catalán, el vasco, el andaluz o el gallego pero en España todo el mundo la distingue por esa característica: parece «airada».
Y la explicación me vino hace un par de semanas, cuando en el Pirineo conocimos a un trío de corredores de montaña, entre los que había una gaditana que se había ido a vivir a Zaragoza.
Le pregunté cómo llevaba el vivir allí, donde tienen un clima tan opuesto al de su tierra original y el carácter de la gente es tan diferente.
Me contestó que la gente era estupenda por lo llana que es, pero lo que peor llevaba es el terrible viento que hace allí, conocido como «El Cierzo».
Y entonces, escuchando el acento de sus dos compañeros, me di cuenta: «Zárágózá» es como una persona entona cuando le llegan esas terribles ráfagas de viento. ¡El habla «maña» es la expresión del Cierzo!! ¿Cómo hablarías cuando estás en la calle y te vienen esos arreones de viento que parece que te van a sacar volando?: ¡ZÁRÁGÓZÁ!
Y a partir de ahí, coloqué rápidamente las piezas del puzle.
Las diferentes tradiciones esotéricas del Planeta (comenzando por la China taoísta) han sabido que «la Palabra» es la expresión del aire a través de nuestro organismo, de ahí procede, por ejemplo, la expresión «airado» cuando uno habla «con ese viento racheado dentro».
Así pues, establecer una correlación entre la brisa caribeña-tropical con la dulce manera de hablar de los habitantes de Puerto Rico, Cuba, República Dominicana, Canarias y las regiones caribeñas de Venezuela y Colombia, parece evidente: cuando uno está en la calle, bañado por esa suave brisa, tu Ser se relaja y tu manera de hablar, también. Yo mismo, en las temporadas que he estado por aquellos lares he notado como mi habla cambiaba.
La prueba definitiva de lo que estoy afirmando es comparar el habla de esas regiones de Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y Maracaibo, Valencia, etc, con las del interior de esos mismos países (Colombia y Venezuela); el aire caribeño condiciona -y hasta crea- la manera de hablar.
Pero no sólo está el aire, claro, también están el sol (elemento fuego), la lluvia (elemento agua), la tierra.
Si correlacionamos el tipo de viento/aire que se respira en un lugar (importantísimo la vegetación o la ausencia de ésta en las ciudades) con el tipo de pluviosidad (chubascos, aguaceros, tormentas tropicales, sequías) y la tierra misma (montaña, llanura, interior, costa, meseta) obtendremos un logaritmo que nos llevaría a explicar los acentos de cada lugar de la Tierra y la diferencia de unos lugares a otros en función de los elementos.
Yendo más lejos, el acento propio de cada lugar es una frecuencia en hertzios (compuesta de una serie de notas) que se percibe como el canturreo propio de cada región.
Pensando en mi tierra (San Sebastián), el canturreo de mis paisanos lo percibo como el sonido de su lluvia característica (el chirimiri) mezclado con esa brisa que procede del Mar Cantábrico, y lo mismo se podría decir de los gallegos, cuya manera melancólica de hablar es la expresión del propio clima de la región. Las diferentes maneras de hablar la lengua catalana/valenciana/balear, claramente identificables para catalanes, valencianos y baleares es la expresión de las peculiaridades de esas mismas regiones: ¡no es lo mismo vivir en Palma de Mallorca que en Altea o en Barcelona! Cada uno tiene su clima, evidentemente.
De alguna manera, los elementos «se expresan» a través de nuestro cuerpo, de la misma manera que el clima crea los distintos tipos de alubias/frijoles en cada lugar del Planeta.
¿Y dónde está el individuo en toda esta ecuación?- se preguntará alguno. ¿Qué pasa con el carácter, el alma propio de cada individuo? ¿Por qué, dentro de cada colectividad, cada persona tiene una forma personal de hablar, un timbre característico?
Pues ahí está el Quinto Elemento, el Éter, que es la expresión de la Energía Divina en el Alma Humana. Cada Ser Humano tiene una frecuencia única, que es su alma, y su tono de voz al expresarse, y que integra todas las demás variantes para imprimir su sello propio.
Por eso, recuperar el tono de voz de cada Ser es vital en todo proceso sanador o terapéutico y por eso la voz es lo primero que decae en una persona deprimida o se quiebra en una persona con desequilibrio psiquiátrico, y ahí habría que actuar (o tomar como referencia) para restablecer su normalidad, su conexión con el Ser.
Por eso es tan bueno cantar, claro (sin falsete, obviamente), porque te «afinas» como una guitarra, te pones en tu frecuencia verdadera.
¿Recordáis el refrán «el que canta, sus males espanta»?
Pues eso.
PD: Conclusión. Nuestra manera de hablar es nuestra manera de respirar y de sentir, de interactuar con los elementos (incluidos los seres humanos, claro).
PD 1: Con este vídeo de la televisión aragonesa sobre el acento de esa tierra, os enteraréis en Hispanoamérica de cómo hablan los maños. Os va a hacer gracia.
PD 2. He encontrado un vídeo de una maña muy simpática que explica los tópicos de los zaragozanos y así podréis ver cómo hablan.