Hace cosa de un mes apareció un estudio, aparentemente científico, que decía probar que la homosexualidad era genética, de acuerdo a un supuesto estudio con gemelos y un par de alelos que supuestamente compartirían todas las parejas de gemelos que decían ser homosexuales. Si lo pensáis bien el problema que originaba este estudio (que está basado en un bulo de un tal Hamer) es que abría la puerta para dilucidar quién es homosexual «de verdad» y quién no: ¡quien no tuviera ese gen, entonces es que era un homosexual importado!
Bien, ese falso estudio ha tardado poco en ser refutado: en esta web encontraréis un informe de los ocho completos estudios realizados en diferentes países que prueban que nadie nace homosexual, precisamente, al comparar a los gemelos. Sólo en el 11% de los casos entre varones, y el 14% entre mujeres, sucede que cuando un gemelo está homosexual, el otro, también. Y digo «estar» y no «ser» porque estos datos demuestran que la razón por la cual se produce esta pequeña concurrencia hay que encontrarla no en los genes sino en esa particular conexión álmica entre los gemelos que produce tantas sincronías y telepatías. Una vez descartada la genética, la explicación más razonable para estos casos es que cuando uno de los gemelos sufre un desengaño con el otro sexo, el otro, también (o bien que ambos han sufrido abusos sexuales).
Ya que estamos con el tema del comienzo del milenio, ved la polémica que se ha montado en Estados Unidos a cuenta de un reality show que pretende sacar a maridos «del armario».