Básicamente, se barajan tres hipótesis.
La que maneja Alex Jones, y otros autores como Jerome Corsi o Josef Stiglitz es que esta crisis, de dimensiones tan grandes como la de 1929 ha sido realizada artificialmente para instituir el «Amero», la moneda única para Norteamérica. Este artículo en inglés es sumamente interesante.
La segunda hipótesis es la que relaciona estos eventos con el final de los Iluminati y la llegada de «GESARA», la ley que termina con el dinero en manos de los banqueros y la creación artificial del déficit. El final de la usura, vaya. Por llamarle de algún modo, esta sería la hipótesis «espiritual».
La tercera hipótesis, la oficial, se explicaría desde la artificiosidad de los precios de los inmuebles y la alegría con la que los bancos han concedido hipotecas a personas que no podían pagarlas.
En cualquiera de las tres hipótesis, estaríamos ante una crisis de propociones gigantescas, mayor que la de 1929 y frente a la que es preciso estar preparados. Más abajo, un artículo, en español, que explica en parte lo que está pasando.
Laure Fillon. Fráncfort, Alemania, 12 ago (AFP) – ¿Cuándo cesará la tormenta?,
se preguntan analistas y expertos mientras la crisis causada por los préstamos
hipotecarios de riesgo en Estados Unidos se propagó ya al sector bancario mundial
y crece el temor de que pueda repercutir sobre la economía mundial.
Las dificultades del sector hipotecario estadounidense de alto riesgo
(‘subprime’) se propagaron como un reguero de pólvora a otras partes del Planeta,
azotando primero los bancos de Australia y Europa antes de hundir los mercados
financieros y alarmar los de divisas y petróleo.
Para paliar una penuria de liquidez, los bancos centrales europeo y
estadounidense inyectaron más de 272.000 millones de dólares en el circuito
monetario mundial en sólo dos días. La última intervención de ese estilo se
remontaba a los días posteriores al a los atentados del 11 de septiembre de 2001
en Estados Unidos.
Sin embargo, el gesto del Banco Central Europeo (BCE) de la Reserva Federal
estadounidense (Fed), seguido del Banco central japonés y de otras instituciones
monetarias no ha logrado devolver la calma a las plazas bursátiles. Así, los
bancos centrales podrían tener que inyectar aún más dinero. «No es seguro que su
misión haya acabado», afirma Philippe Waechter, economista de la sociedad
Natixis.
Con este panorama, los expertos esperan que las tensiones sigan siendo fuertes
en los mercados monetarios mientras que los bancos, debilitados, dejan de lado su
liquidez y no están dispuestos a prestarse dinero entre ellos. Esta desconfianza
podría también afectar duramente a los grupos de inversiones de capital, que
utilizan enormes préstamos para financiar sus adquisiciones.
La febrilidad también sigue siendo grande en los mercados financieros, que la
semana pasada ya se hundieron porque los inversores abandonaron las acciones en
beneficio de valores refugio como las obligaciones.
El nerviosismo es tan grande que nadie logra evaluar la amplitud de la crisis y
saber a cuantas instituciones afecta y en qué medida. Incluso si muchas de ellas
han asegurado haberse visto poco afectadas, la desconfianza reina. Y es que está
muy fresco el recuerdo del banco francés BNP Paribas, que se declaró poco
expuesto antes de congelar tres fondos de inversión propios.
«Si persiste esta desconfianza, hay un serio riesgo de crisis financiera»,
advierten los analistas de Natixis, para quienes esto tendrá consecuencias para
el crecimiento económico mundial.
En caso de derrumbe de los mercados financieros, los ciudadanos de a pie verán
escapárseles de las manos parte de sus bienes, según Howard Archer, un economista
de Global Insight. Las familias consumirán menos si se les hace más difícil
lograr préstamos, peligro que tiene un especial peso en Estados Unidos pero
también en países europeos como España, donde el tipo de endeudamiento es
elevado. Asimismo, las empresas podrían también verse afectadas por una reducción
de su capacidad de financiación y esto afectará a su desarrollo.
Sin embargo, el tablero global de la economía mundial sigue siendo positivo,
subrayan los observadores al remarcar un fuerte crecimiento en numerosos países y
empresas cuya salud es floreciente.
La evolución de la situación depende en estos momentos en gran parte de la
actitud de los bancos centrales, según los analistas, que empiezan a contar con
una flexibilidad de las políticas monetarias.
Así, podrían aplazarse esos nuevos aumentos de tasas previstos por la BCE y el
Banco de Inglaterra (BoE) en otoño, según Archer. Mientras tanto, los analistas
empiezan a esperar ardientemente que la Fed baje las suyas, incluso si aún no dio
señales en este sentido.