“Una gran parte de la literatura sobre la Solución Final de Hitler no tiene ningún valor para un erudito. Ciertamente, los estudios sobre el Holocausto están llenos de absurdos, si no de puros fraudes… Viendo las tonterías que se profieren a diario sobre el Holocausto, lo raro es que hayan tan pocos escépticos”
Doctor Norman Finkelstein, investigador judío y autor de “La industria del Holocausto”.
“Algunos sucesos tienen lugar a pesar de que no sean verdad; otros lo son a pesar de que jamás ocurrieron» Elie Wiesel (autor judío y Premio Nobel).
Estos días andan celebrando el día del mal llamado “Holocausto”. Rinden pleitesía a la mayor mentira histórico política que recuerda la humanidad y con ello al PODER REAL.
Ciertamente, es motivo para celebrarlo, puesto que se trata de una buena noticia: el llamado “Holocausto” no tuvo lugar. Debería ser suficiente para el alborozo y la alegría general, pero parece que la simple noticia les amarga la existencia. Es comprensible, si se divulga la verdad se les acaba el negocio político-financiero.
La ONU clama a la “conciencia universal”. Como nunca entendí que esa “conciencia universal” se olvidara del auténtico Holocausto de 60 millones de cristianos en la Unión Soviética –en la Bolsa de la vida probablemente la libra de cadáver no se cotiza por igual-; del Holocausto de las mujeres y niños abrasados vivos en las tormentas de fuego de las ciudades alemanas y japonesas; o del Holocausto perpetrado contra su propia población por los regímenes comunistas del sudeste asiático; pensé que debía haber gato encerrado en esto del mal llamado “Holocausto” judío, por su exclusivismo, dogmatismo e intolerancia.
Recuerden, estos días se celebra la “liberación” a mano de los soviéticos (¡una aplastante mayoría habría preferido no ser liberado por según quien!) con todos los crímenes y barbaridades que esta “liberación” produjo.
Recordemos también un hecho raramente mencionado pero fundamental por su contundencia: en Auschwitz (enero de 1945) la mayor parte de los presos decidió unirse a los alemanes en la retirada hacia Occidente. Prefirieron irse con sus carceleros que unirse a los soviéticos, quienes aprovecharon los campos alemanes para economizar y reciclar las instalaciones y seguir usándolas durante años, esta vez sí, para el aniquilamiento de los vencidos y los disidentes políticos.
Se nos permite dudar de la existencia de Dios pero no de la existencia de este supuesto “Holocausto”. Como la historia no habría de tener necesidad de la policía, los jueces o los fiscales para ser creída (en ese caso se trataría de un dogma religioso y no de un hecho histórico realmente acontecido), ofrecemos al público interesado aquellos autores heterodoxos que no creen en la versión oficial y aportan argumentos definitivos para esclarecer los hechos y diferenciar lo verdadero de lo falso.
Hoy queremos completar los libros ofrecidos más arriba con cuatro ideas refrescantes, que no gustarán, pero nada, a los de la Comisión de Festejos (por eso ordenan regularmente, cual policía del pensamiento, el secuestro y la destrucción de los mismos, expresión brutal de su inseguridad argumental y muy digna de ellos).
No contaron que para reprimir hacen falta dos, uno lo suficientemente tonto como para perseguir las investigaciones, las opiniones y las ideas y otro que se deje reprimir. En sus cálculos se les olvidó esto último.
Como quiera que siguen celebrando estos festejos impidiendo conocer al público la otra versión de los hechos, aportamos nuestro granito de arena al libre debate y el contraste de pareceres, en este pequeño espacio de libertad que nos empeñamos en mantener abierto para evitar que, paso a paso, se nos nieguen nuestros más esenciales derechos civiles.
Pedro Varela
ESTOS SON LOS HECHOS Y SON PARA SONREIR…
El llamado “HOLOCAUSTO” para incrédulos
Sobre esta cuestión, como historiador, me remito a los hechos. Luego, las interpretaciones quedan en manos de cada cual. Y los hechos son, como mínimo, para sonreir… pues estos hechos nos llevan a sospechar que se trata de un Holocuento para tontitos:
1. En 1939, existían unos 15.700.000 (1) judíos en el mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, este número había alcanzado la cifra de 18.000.000 (2) Lo que significa que, si de los 15.000.000 de judíos originales en el planeta antes de la conflagración, 6.000.000 fueron gaseados o convertidos en pastillas de jabón, tendrían que haber quedado vivos no más de 9.000.000. Pero como nos encontramos con que la población alcanzó los 18.000.000 tras la contienda, la población judía del planeta fue capaz de crecer y ¡doblar dicha población en menos de nueve años! ¡Semejante milagro biológico sorprendió tanto a científicos como a pediatras del mundo entero!
2. De buen principio se habló de SEIS MILLONES, de los cuáles 4.000.000 habrían sido “gaseados” en Auschwitz. De repente, en 1990, se descubrió que sólo habían sido 1,5 millones los gaseados en Auschwitz, una diferencia de 2,5 millones como si nada. Pero curiosamente, la cifra mágica de SEIS MILLONES permaneció, a pesar de que no se encontró cifra alguna que sustituyera a los no fallecidos de Auschwitz. Los caminos de “lo políticamente correcto” tienen sus propias leyes, como es sabido…
3. Al mismo tiempo, el Director del Museo de Auschwitz, el polaco Dr. Franciszek Piper, tras retirar las placas conmemorativas de los 4 millones y sustituirlas por unas nuevas haciendo “rebajas de enero”, anunció que las así llamadas “cámaras de gas” (3) habían sido ¡construidas por los soviéticos DESPUÉS de la guerra!
4. Pero hay más. La Cruz Roja Internacional, que tuvo acceso a los mismos y los supervisó, informó que habían fallecido únicamente 300.000 personas de las más diversas nacionalidades en todos los campos alemanes, y por las más diversas causas, incluyendo vejez, bombardeos aliados, enfermedades y muerte natural. De todos ellos apenas la mitad eran judíos (unos 150.000). La mayoría de ellos fallecieron a causa de las epidemias de tifus desatadas con el aniquilamiento de las infraestructuras alemanas, a causa de los bombardeos de destrucción masiva aliados, que causaron muchas víctimas, incluyendo no sólo las de muchos presos, sino también las de enfermeras, médicos y el mismo personal de administración de los campos.
5. Pero incluso estas muertes eran demasiadas para las autoridades alemanas. Fuera por humanidad o porque se les morían los trabajadores necesarios en época de guerra -como se sabe, pertenece al género idiota matar a los obreros que uno necesita-, el 8 de diciembre de 1942, Heinrich Himmler, responsable máximo de todas las instalaciones de prisioneros, hizo llegar a todos los centros de internamiento una orden taxativa, conminando a las autoridades responsables a que: “El índice de defunciones en los campos debe ser reducido a cualquier costo”.
6. En todos los territorios de la Europa ocupada por los alemanes no habían más de 2,4 millones de judíos. Pero después de la guerra 3,8 millones de judíos “sobrevivientes” reclamaron indemnizaciones económicas al gobierno alemán. Es decir que había más de un “vivo” –con su doble sentido- en este grupo. Una tragedia, pues los restos de los 6 millones se habían perdido por el camino. Y un buen negocio… (ver para ello el libro del judío Norman Finkelstein “La industria del holocausto”).
7. Fue un milagro, desde luego, según los “testigos oculares”. Veamos un ejemplo: de acuerdo con el “New York Times” del Domingo 4 de Enero de 1987, el celebrado superviviente Elie Wiesel recordó personalmente “el día en que los soviéticos llegaron a Auschwitz”. Pero en otro discurso en el Club de la Prensa Nacional en Washington D.C., reproducido por la Agencia Telegráfica Judía el 11 de abril de 1983, tenía recuerdos totalmente diferentes, puesto que afirmaba que él “era uno de los supervivientes del campo de Dachau, liberado por el ejército norteamericano” el 15 de abril de 1945. Así que se convirtió en el único prisionero de la guerra con la discutible distinción de haber sido liberado dos veces en dos campos diferentes, en oriente y occidente, durante la II Guerra Mundial… (4)
8. No podemos dejarnos en el tintero recordar que el famoso “caza-nazis” Simon Wiesenthal murió serenamente a la edad de 96 años, a pesar de haber sido, según la BBC-News, superviviente (es decir un superman que sobrevive todos los intentos de “gaseamiento”) de 12 campos de la muerte (que evidentemente funcionaban defectuosamente)…
9. En 1948 apareció una historia de una pobre niña judía indefensa, asesinada por los “Nazis”. La historia había sido escrita por esa niña con bolígrafo, un instrumento que no apareció sino en los años posteriores al fin de la guerra. ¿Cómo se llama? Ah, sí, “El Diario de Ana Frank”, que estos días es celebrado de nuevo públicamente. Los niños de los colegios probablemente no tendrían una educación madura si alguien no les pusiese a su disposición esta story (que no History). Sobre esta cuestión pueden ustedes leer una Carta Periódica de Pedro Varela, un resumen de los dimes y diretes sobre esta desgraciada niña, que le costó una condena de cinco años de prisión… Decididamente, hay que hacer caso a lo “políticamente correcto”, ¿no?.
10. Por lo demás, como afirma el historiador y documentalista británico David Irving, nunca, nadie, ha encontrado jamás hasta el día de hoy un documento de Adolf Hitler ordenando el exterminio de pueblo judío.
11. Tampoco han sido encontradas jamás las famosas «pastillas de jabón» y mucho menos han sido puestas bajo el análisis científico de un laboratorio.
12. Pues bien, ¿cuando empezó este negocio de los SEIS MILLONES? Hemos de volver la vista a un tal Illya Ehrenburg (5), un simpático judío de cara amargada, Jefe de la Propaganda Soviética durante la II Guerra Mundial –el mismo que conminaba a las tropas del Ejército Rojo a que violaran dos millones de mujeres alemanas- que más tarde vivió y murió en Israel. Fue él quien acuñó esta cifra mítica el 22 de diciembre de 1944 (6), es decir ANTES de que a decenas de miles de judíos internados, en enero de 1945, las autoridades alemanas les ofrecieran la posibilidad de escoger entre ser “liberados” por los comunistas o marcharse en la retirada con sus carceleros “nazis”. ¿Qué hicieron la mayoría de presos de Auschwitz, entre ellos Anna Frank y su padre Otto Frank ante la llegada de los “liberadores”? No se lo pierdan, decidieron marcharse con los alemanes…
(1) The American Jewish Committee cita una cifra de 15,688,259.
(2) New York Times de propiedad judía, del 22 de Febrero de 1948, usa la cifra de 18,700,000.
(3) Cuando la Cruz Roja entrevistó a miles de prisioneros liberados al final de la guerra, preguntándoles si habían visto “cámaras de gas”, la respuesta fue universalmente negativa. De acuerdo con el Documento de la Cruz Roja IRC Document #9925, de Junio de 1946: «Los detenidos mismos no han hablado de ello.»
(4) En su libro Legend of Our Time, New York, 1982, explica: «Las cosas no son tan simples, Rebbe. Algunos sucesos tienen lugar a pesar de que no sean verdad; otros lo son a pesar de que jamás ocurrieron».
(5) Las monstruosas mentiras de este psicópata judío tuvieron éxito al crear un odio anti-alemán que provocó la muerte brutal de millones de personas. He aquí un ejemplo típico, extraído de una octavilla promoviendo el odio entre las tropas soviéticas hacia la población civil, de octubre de 1944, dirigido al Ejército Rojo: “¡Matad! No hay nadie inocente en Alemania, ni entre los vivos ni entre los por nacer. Seguid las palabras del camarada Stalin y aplastad a la bestia fascista en su madriguera. Quebrad el orgullo racial de la mujer alemana, tomarla como vuestro botín legítimo. Matad, bravos soldados del glorioso Ejército soviético”.
(6) En THE AMERICAN HEBREW de fecha tan temprana como 1919, aparece ya el término “holocausto” y la cifra de 6 millones (¿un número cabalístico?).