(Como complemento a esta noticia, os ofrezco el vídeo del sortilegio cabalístico, «Pulsa De Nura» que los rabinos judíos lanzaron a Ariel Sharon por haber devuelto tierras a los palestinos. A los pocos días, Sharon entró en coma. Una verdadera sesión de magia negra).
En las últimas semanas, el lobby sionista de EEUU desató una feroz persecusión contra el Dr. Arun Gandhi, nieto del reconocido líder pacifista hindú, por haberse pronunciado contra Israel y reclamarle a los judíos que pongan fin a su constante victimización por el presunto “holocausto”.
Arun Gandhi, de 73 años, era el fundador y presidente del “Instituto Gandhi para la No Violencia”, con sede en la universidad estadounidense de Rochester, y es padre de Tushas Gandhi, quien preside la Fundación Mahatma Gandhi con sede en Bombay, India, y que fue quien logró recuperar las cenizas de su bisabuelo para poder verterlas en el río Ganges. El pasado 7 de enero fue invitado por el diario The Washington Post a que escribiera un ensayo para aportar al tópico “Identidad Judía” que promocionaba el medio. El Dr. Gandhi decidió abordar el tema desde un enfoque diferente, dando su opinión sincera y crítica respecto a la conducta del judaísmo, sin tratar de ser “políticamente correcto”, sino pronunciando su verdadero pensamiento. De este modo, escribió:
“La identidad judía parece haber quedado atada al holocausto. El holocausto fue nefasto, sí, pero los judíos hoy no sólo quieren que los alemanes se sientan culpables sino que todo el mundo lo esté. Este es un muy buen ejemplo acerca de como una comunidad puede llegar a sobreactuar una experiencia histórica, al punto que termina despertando el rechazo y la repulsa de sus propios amigos. El mundo sintió pena, pero cuando un individuo o una nación se rehúsa a perdonar, esa compasión de los demás se trastoca y termina convirtiéndose en odio.
“El futuro de la identidad judía parece sombrío. Cualquier nación que permanece anclada en el pasado es incapaz moverse hacia adelante, sobre todo cuando también cree que su supervivencia sólo puede ser asegurada por armas y bombas. Fui a Tel Aviv en 2004 y tuve la oportunidad de hablar con algunos miembros del Parlamento y con los activistas de paz judíos, que defendieron la construcción del Muro de Cisjordania y decían que el refuerzo militar era necesario para proteger a la nación y sus habitantes. En otras palabras, yo les pregunté: ´¿Ustedes creen que creando un pozo de serpientes – con muchas serpientes mortales en él – podrán vivir luego seguros?´
“´¿Qué quiere decir?´, bramaron ellos.
“´Bien, con sus armas superiores y su actitud hostil hacia sus vecinos ¿no tengo razón al decir que ustedes están creando el hoyo de la serpiente? ¿Cómo puede vivir cualquiera apaciblemente en tal atmósfera? ¿No sería mejor cambiar su actitud ante los que los odian? ¿No pueden extender la mano y compartir su avance tecnológico con sus vecinos, dando inicio a una nueva relación? Al parecer, en el mundo moderno, tan determinado a vivir en guerra, éste es un concepto extraño. Ustedes no ayudan a nadie, ustedes los esclavizan.´ Se ha eregido una cultura de la violencia, en la cual Israel y los judíos son sus principales protagonistas, y esa cultura de la violencia va a destruir a la humanidad en el futuro.”
A las pocas horas de haberse publicado este escrito, el dirigente sionista Abraham Foxman, que maneja la denominada “Liga de Anti-Difamación” en EEUU, atacó al Dr. Arun Gandhi en un comunicado, alegando que “es vergonzoso que un instituto de paz sea presidido por un fanático. Esperábamos que el nieto de Gandhi fuera más condescendiente con la historia judía”.
Como Foxman, los jerarcas del Congreso Judío Mundial movieron sus contactos en Washington para acabar con la vida pública del Dr. Gandhi, y en cuestión de días lograron forzar su renuncia al instituto que él mismo había fundado, a raíz de que la Universidad de Rochester le quitó su apoyo.
Cabe preguntarse ahora, ¿cuál fue exactamente el delito de Arun Gandhi? ¿Haberle pedido a los judíos que aprendan a perdonar? ¿Haberles dicho que Israel debía acabar con su política de agresión hacia sus vecinos? ¿Exponer sus defectos? Arun Gandhi explicó posteriormente sus palabras: “No soy extremista ni tuve intención de insultar a los judíos, simplemente quise generar una sana discusión acerca de la proliferación de la violencia”.
Tal como viene ocurriendo en los últimos tiempos, nuevamente Irán fue el único país que se atrevió a tomar partido por un hombre que enfrenta al sionismo, y desde el canal oficial Press TV se realizó un programa especial en el que se divulgó en todo el mundo árabe esta escalada de ataques contra Gandhi. En EEUU, varias organizaciones humanitarias también hablaron a favor del descendiente de Mahatma, advirtiendo que es cada vez más intolerable vivir bajo la presión del lobby sionista, que parece haber llegado a su cénit bajo la administración Bush.