El lunes murió mi abuelo. Iba a cumplir 103 años. Trabajó más de 40 años de camarero. Llegó a Madrid desde un pueblo de Burgos (Peñaranda de Duero) en los años cuarenta (creo) y consiguió dar estudios a sus hijos. El salto cualitativo que su abnegado trabajo durante 40 años en el Hotel Nacional (hoy NH) hizo que yo pudiera llegar conocer las cosas que conozco.
Mi abuelo fue un hombre bueno en el más estricto sentido de la palabra; no sólo dio una educación a sus tres hijos con su sueldo de camarero sino que ayudó a todos sus sobrinos cuando llegaron a Madrid. Jamás hizo mal a nadie. Nunca le interesó la política ni demasiadas cosas: fue un hombre de mentalidad campesina, con poca cultura, trasladado a la ciudad. Cumplió con las normas y todos los preceptos de la religión y nunca llegó a enterarse de lo que se cocía realmente en el mundo. Mi padre sí, algo más (trabajó en una multinacional farmacéutica 30 años) y acabó alcoholizado por motivos que no vienen al caso pero seguro que algo de la corrupción existente en ese sector se olió cuando trabajó en él .
El Sistema ha ido robando las fuerzas y las energías de nuestros antepasados durante milenios. Sólo ahora nos damos cuenta de la Mentira en la que hemos vivido.
En el tanatorio, hablé con mi primo mayor, Andrés, ingeniero, que hoy ocupa un cargo de responsabilidad en una empresa alemana (no digo su nombre para no comprometerle). El es un ejecutivo y se mueve en otro ambiente que el mío, obviamente, y es otra persona honrada, que se creía el Sistema… (por lo que hablé con él, ahora menos) y se maneja cómo puede, aunque sabe perfectamente cómo vuelan los sobres de las comisiones en las contratas oficiales.
Lo bueno de este tipo de reuniones es que te cuentan otras visiones… la gente sabe mucho, pero esas informaciones no nos llegan. Empezamos a hablar de la corrupción en el sector inmobiliario y resulta que mi primo tiene algunos amigos que se mueven en esos negocios. Y él me aclaró, por fin, por qué subieron los precios de los pisos tan brutalmente en España en los últimos años. La peseta. El euro. El euro y la peseta.
Resulta que la gente que había hecho dinero con la droga, las armas y la prostitución (entre otros negocios que no cotizan impuestos) no tenían cómo convertirlos en euros porque, obviamente, no los podían declarar. Entonces, se aliaron con los constructores de viviendas y acordaron comprarles las viviendas, en construcción, porque si los compraban ya construidos tendrían que escriturarlos y les habrían pillado. ¿Qué ocurrió? Que una vivienda que, pongamos, valía 20 millones de pesetas, fue comprada por el mafioso-especulador por 30 millones (en euros) y, antes de acabada, a cambio de no incorporar en el acuerdo a este intermediario, se la ofrecieron al comprador a un precio un poco inferior a la subida que ya llevaba el piso. Pongamos que 40 millones. Con ese dinero ganado tan fácilmente, el mafioso se acabó convirtiendo en constructor. Lo que explica cómo hace unos años encontré a Quinito (el traficante de drogas del pueblo de mi abuelo, Peñaranda de Duero, de la edad de mi primo), pavoneándose de estar construyendo en la calle Olivar, en Lavapiés. El traficante de drogas, millonario. Los currantes, viéndoselas y deseándolas para vivir en un cuartucho.
Los millonarios, evadiendo dinero a Liechenstein (50.000 fundaciones para 35.000 habitantes), Andorra, Mónaco o Gibraltar y los currantes como mi abuelo, trabajando una vida entera para una pensión de mierda.
Por tu abuelo, por el mío, vamos a dejar de seguir alimentando a estos usureros. No participéis en este juego infernal … hasta que un político no hable de los beneficios de los bancos no volváis a votar.
PD: Mi idea de asimilar el juego de los «trileros» con la democracia ha encontrado otra persona que lo ha mejorado: esto sí que es «software libre». Si queréis bajaros la foto, pinchad aquí.