Hace ya años, cuando me di cuenta de que el auge del movimiento en pro de la homosexualización, la obligación de la igualdad entre hombre y mujer, la imposición del modelo andrógino y el poder del feminismo eran todo naipes de la misma baraja, afirmé (medio en coña) que las feministas deberían obligar al 50% en las relaciones hombre-mujer. Es decir, la mitad de las veces debería ser el hombre quien «diera» y la otra mitad, la mujer, armada de un consolador.
El problema de los tiempos que corren es que la mayor parida que se te ocurra, se hace realidad. Y esto es lo que ha ocurrido. Un «experto en sexo» (Gay) del diario El Mundo recomienda a las mujeres que den por culo a sus hombres. (Sin mariconería de por medio, claro). Si creéis que estoy delirando, pinchad aquí.
Hoy, que a cualquiera que sufra del síndrome del fiestero (euforia-depresión) le catalogan de «bipolar»; hoy, que está medicada la mitad de la población por «problemas mentales», día a día leemos a auténticas psicóticas como la columnista del diario 20 Minutos recomendando el sadomasoquismo. Es decir, que si dices que has tenido un contacto ET te meten en el psiquiátrico pero si recomiendas que obtengas placer de que te fustiguen… No te encierran, no ¡te ponen una columna! ¡Olé! El lunes, a la colega no se le ocurre otra cosa que decirle a una mujer que «es posible que tu marido tenga el pene roto». No, tampoco estoy de coña. Leed, leed.
Antes, uno creía que el pene era irrompible pero el culo no, el culo te lo podían romper. Ahora, en cambio, te recomiendan que te rompan el culo y, en cambio, te dicen que el pene se puede romper. Creo que la metáfora con el poder masculino y la sumisión sodomita es patente: TE TIENES QUE DEJAR DAR POR CULO.
Todo esto viene de una lunática llamada Shere Hite, que dio origen a la «ciencia de la sexología» al malinterpretar los estudios de Wilheim Reich sobre el orgon y la práctica sexual. Hite confundió la velocidad con el tocino, es decir, el tantra con el sexo mecánico, la calidad con la cantidad y de ahí vinieron cosas como éstas.
El otro día aparece el magnate de la Fórmula 1, Mosley, grabado en una orgía sadomasoquista, vestido de nazi y, por fin, muchos se dan cuenta de que en las «altas esferas» la depravación es la norma habitual. Es decir, que están insuflando al pueblo lo que es norma entre los psicópatas que nos gobiernan.
El domingo veía al economista George Green, que llegó a moverse por los círculos de la Casa Blanca, cuando recibió un día a Ted Kennedy en su casa y la cara del tal Iluminati cuando vio a su niña, la hija de Green, y le preguntó si se la podía follar.
-¿Estás loco? Si tiene 14 años.
-A mí no me importa -contestó el senador.
El viernes pasado leo que el asunto de la joven austriaca Nastasia Kampusch, que vivió secuestrada durante 8 años en Viena y de la que se sabía había sido violada por su raptor, es mucho mayor de lo que se había publicado. Al parecer, la chica habría sido usada como esclava sexual por personalidades importantes de la policía y la política, lo que habría impedido que la investigación siguiera su curso. Esto es lo que encontré en Periodista Digital. Después de leer, volved a preguntaros quién está detrás de las redes de pederastia y las desapariciones de niños.
El diario austriaco Heute informa de que no se contó todo sobre el secuestro de la niña en Viena y revela que la Policía recibió órdenes de no indagar en las derivaciones del rapto o en el material requisado en casa del secuestrador, Wolfgang Priklopil.
Vejaciones sexuales y «juegos crueles»
La joven, que desapareció camino del colegio cuando tenía 10 años, escapó en agosto del 2006. Priklopil, su raptor, de 44 años, se suicidó horas después. Dos meses más tarde, la revista alemana Stern ya informó del hallazgo de fotos en las que la joven aparecía esposada, sometida a vejaciones sexuales y «juegos crueles» por amigos del captor.
A los agentes se les ordenó destruir o esconder pruebas, entre las que había fotos guardadas en dos DVD portátiles, que podían vincular a terceras personas. No se les permitió ver las imágenes, por lo que no pudieron presentar cargos contra posibles cómplices, ya que importantes políticos no querían un escándalo antes de las elecciones generales.
Uno de los documentos demuestra que el entonces jefe de la policía criminal austriaca, Herwig Haidinger, se quejó en un e-mail al ministro del Interior de que otro mando policial, Nikolaus Koch, había exigido la destrucción de pruebas. Günter Platter, el ministro del Interior conservador, que llegó al poder tras las elecciones, ha tachado la revelación de «rumores y alegaciones».
Salieron a la luz errores policiales durante la búsqueda de la niña. Seis semanas después del rapto, un agente que participaba en el rastreo hizo un informe sobre Priklopil. El documento se extravió y la pista nunca fue investigada. Tras la reaparición de Kampusch, Haddinger quiso interrogar a aquel policía, pero recibió órdenes de Interior de no hacerlo. «No necesitamos un escándalo policial antes de las elecciones», recibió como respuesta, según informa El Periódico.