Éste que os habla y que recibe tantos halagos ultimamemente, es una de las personas más rencorosas que conozco.
Y no lo digo por tirarme el rollo.
Estuve 15 o 20 años sin hablar a mi padre, que se volvió alcohólico a consecuencia de un accidente que tuvo mi hermano y le dejó minusválido para toda la vida. Vi cómo se iba echando a perder sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. Y, en esa pérdida de sí mismo (asqueado de las inquinas laborales, de ver cómo gente que valía menos que él, obtenían mejores puestos y, por supuesto, de la mierda que tuvo que ver en la empresa farmacéutica en la que trabajaba…y de su propio drama familiar), acabó, como supongo que hacen todos los alcohólicos, haciendo la vida imposible a su familia, a lo que más quería. No voy a contar ahora todo lo que nos hizo pero solo os diré que estuve a punto de matarlo en un par de ocasiones, por lo menos.
Mi padre decidió dejar este mundo la Nochevieja del 31 de diciembre de 1999, lo cual a mí me pareció muy significativo, porque yo siento que entramos en el siglo XXI aquel día: parece que decidió llegar justo hasta el nuevo siglo.
Yo sé que el rencor es una emoción muy mal vista pero a mí me resultó adaptativa. Tras dar cientos de oportunidades a una persona, el rencor es lo único que impide que te vuelvan a hacer daño otra vez.
Ahora bien, esa pantalla que te pones para que no te hagan daño, te hiere a ti también, entre otras cosas, porque te impide sentir. Y yo lo sé muy bien porque tardé más de diez años en perdonar a mi madre que cuando mi hermano sufrió el accidente, yo me quedara apartado y nadie me hiciera caso (yo acababa de cumplir diez años y era el pequeño de mi familia, el centro de atención, vaya).
Sé que mi relación con la Mujer (como genérico) ha estado intrínsicamente relacionada con ese trauma. Y sé que no he sido capaz de decir las cosas que sentía por temor a que me dejaran apartado otra vez…
En los últimos años, he trabajado estos aspectos pero sé que mucha cosas quedan en el inconsciente y solo con alguien comprensivo, serás capaz de sacarlo a la luz.
Últimamente, también siento rencor con todas las personas que no creyeron en mí cuando dije que el 11-S fue un autoatentado, cuando comencé esta investigación que ahora termina, y se rió de mí o me insultó. O con las personas que yo pensaba que me iban a apoyar con El Jaque Mate y no lo hicieron.
Aunque ahora se acerquen a mí (y hablo de buenos amigos), soy incapaz de perdonarlos.
Entre otras cosas, porque no reconocen que se equivocaron, que yo tenía razón. Sé que es un ejercicio de ego pero es lo que siento.
Los gurús de la Nueva Era hablan y no paran de la importancia del Perdón pero yo creo que para que uno perdone, tiene que haber otro que pida perdón. Es lo que yo siento.
Constantemente veo gente que te hace cien putadas, espera un tiempo y vuelve como si nada, sin aclarar lo que pasó, «de buen rollito». Pero la herida está ahí, por mucho que se intente disimular.
Si cuento todo esto es porque ahora sé que todo el Mundo, más o menos, guarda mierda similar en su armario espiritual. Y lo sé porque el mundo, tal y como está montado, está generando una guerra entre nosotros que es lo que he intentado desvelar con esta investigación de los últimos diez años. No puede haber cambio hasta que firmemos la paz en el plano individual, en lo micro.
Sé que para prepararnos para el mundo que viene, hace falta limpiar esas heridas pero, sinceramente, no sé cómo se hace.
También sé que ahora me empezarán a llegar mensajitos con ejercicios de visualizaciones y demás pero creo que hace falta algo más que sanaciones en el plano espiritual. Hace falta que hablemos, que saquemos toda la mierda que hemos acumulado.
Solo así nos podremos preparar para lo que viene.