En una encuesta publicada por el periódico London Times, el tercio de enfermeras que se niegan a inyectarse la vacuna como ha prescrito el gobierno al personal médico, aducen los riesgos que conlleva de adquirir el Síndrome Guillaine Barre y los peligros del mercurio y el esqualeno que contiene.
El personal sanitario, junto con el docente, son los primeros colectivos a los que se les quiere obligar a vacunarse.
En paralelo, un extraño incidente acaecido en Estados Unidos la pasada semana en el que un hombre judío fue detenido cuando pretendía volar la Casa Blanca, ha sido explicado por la polémica informadora Sorcha Faal en base a sus informadores rusos que este hombre conocía el secreto de la inyección a niños americanos desfavorecidos de una vacuna que contenía elementos nocivos.
