Economía, Espiritualidad, General, Historia oculta — 14 octubre, 2009 at 12:04 pm

Hitler no murió en 1945: acuerdos secretos con EE.UU, traspaso de tecnología y base secreta nazi en la Antártida

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[Actualización, Hitler en Argentina]

A estas alturas, muchos ya sabréis que el cráneo supuestamente de Adolf Hitler no pertenece al führer sino a una mujer de entre 20 y 40 años. De un plumazo, las investigaciones forenses de la Universidad de Connecticut han echado por tierra la teoría oficial sobre la muerte del dictador alemán y han abierto la puerta a las de la conspiración, esas que han sido rechazadas como «locuras» durante décadas.

La otra versión de la realidad da explicación a muchas otras cosas, empezando por lo que ahora mismo está ocurriendo en Estados Unidos que es, ni más ni menos que una continuación de la Alemania nazi… con armas de vigilancia más sofisticadas (estado policial, propaganda y control mental de las masas, espionaje a todos los niveles, estado paralelo, experimentación con humanos, esterilización, pederastia a gran escala, homosexualidad en las altas esferas del poder… Todos estos elementos, y más, fueron exportados desde la Alemania nazi a Estados Unidos).

El origen fue un acuerdo entre el General Patton y el propio Hitler por el cual se concedía al führer, Eva Braun, y un nutrido grupo de sus más estrechos colaboradores y científico, la salida desde Alemania hasta Sudamérica y Norteamérica… a cambio de los planos de la bomba atómica. El presidente Roosevelt se pilló un cabreo tan grande ante este acuerdo que quiso destituir a la cúpula de su ejército… siendo asesinado el 12 de abril de 1942 por agentes nazis al mando del general Eisenhower, quien temía que los nazis pudieran utilizar la bomba atómica con sus últimas fuerzas. El nuevo presidente, Truman, entendió desde el principio cuál era su cometido y no dudó en ordenar las explosiones nucleares contra Japón, aunque este país, prácticamente se había rendido. Al mismo tiempo, ordenó la expatriación de Hitler y su séquito a una base en Roswell, Nuevo Méjico (¿os suena de algo?) llamada Walker. Según estas crónicas censuradas, Hitler llegó a Los Angeles en 1945, donde fue aclamado por 100.000 personas (!!). En ese mismo tiempo cronológico, Patton afirmó que «tenemos el poder de Dios en nuestras manos» (se refería al poder de la destrucción).

Los rusos de Stalin exigieron compartir el secreto nuclear con los yanquis a cambio de declarar la guerra a Japón, cosa que hicieron el 8 de agosto de 1945, dos días después de que Estados Unidos explotaran la bomba en Hiroshima. Truman accedió de buen grado a conceder a la Unión Soviética el control de los países de Europa del Este, para dar inicio a la falsa guerra frí. La realidad es que las potencias aliadas tenían el control sobre buena parte de esos países pero los planes sionistas eran comenzar a otra división del Planeta con dos bloques; no en vano, ellos mismos habían creado la revolución soviética y el comunismo. Al General Patton, después de lo que habían luchado en esta cruenta guerra, esta opción no le gustó ni un pelo, razón por la cual el presidente Truman ordenó asesinarle en diciembre de 1945. Estaba claro que no sabía para quién había trabajado en realidad…

Los acuerdos secretos entre el gobierno secreto yanqui (Iluminati) y Hitler se concretaron con la conocida operación Paperclip, mediante la cual, los mejores científicos nazis en todos los campos del saber pasaron a trabajar para los proyectos secretos USA (CIA, NASA, MK Ultra, guerra biológica, etc) y, el aspecto menos conocido, se concedió a Hitler el «pasaporte» al «Nuevo Berlín», la base ultrasecreta en la Antártida que desde el año 1943 se había ido construyendo, reconocida por el Almirante Donitz.

Entonces es cuando la cosa se pone realmente interesante, porque nos enteramos de la Operación Highjump, verdadero pozo de conocimiento pues conoceremos que el verdadero objetivo del famosísimo viaje del almirante Byrd de 1947 a la Tierra hueca era derrotar a los nazis, que se habían hecho fuertes por aquella época. Con tal fin, llevó a 4.000 tropas norteamericanas, inglesas y australianas . Según esta historia censurada, el incidente de Roswell, Nuevo Méjico, de 1947, fue la respuesta de Hitler, con los platillos volantes que había desarrollado, a esta incursión del almirante Byrd en la base nazi subterránea de la Antártida. Según el informe de Sorcha Faal, tanto Putin como Medvedev conocen bien que los acontecimientos actualmente en funcionamiento en Estados Unidos son obra del «Nuevo Berlín», es decir, la secuela nazi que gobierna los Estados Unidos. Y la prueba irrefutable de ello es que el banquero Prescott Bush, padre de George Bush senior y abuelo del penúltimo presidente de los Estados Unidos no sólo financió a Hitler sino que intentó un golpe de estado nazi en su propio país en 1933. (Esto es historia oficial).

La noticia de la llegada de la flota del Almirante Byrd apareció en marzo de 1947 en el diario El Mercurio de Chile en la que se daba cuenta de las declaraciones de Byrd «es imperativo actuar en regiones hostiles». Más adelante decía: «No quiero alarmar a nadie pero en caso de un nuevo conflicto, Estados Unidos sería atacada por medio de platillos volantes desde el Polo Sur», recomendando que hubiera bases de defensa en el polo sur.

Algunos datos apoyan esta teoría. Por ejemplo, que al acabar la guerra habían desaparecido 250.000 alemanes, que no pudieron ser nunca localizados y que bien podrían ser parte de la colonia alemana en Sudamérica… (incluyendo al Polo sur). Otro, la cantidad de platillos volantes avistados en aquellos años con esvásticas y símbolos rúnicos. El norteamericano Reinhold Smith, hijo de alemanes, dijo haber sido abducido por una nave alienígena, cuyos ocupantes hablaban… alemán. Parecidas declaraciones fueron realizadas por periódicos chilenos de la época, que hablaban de ocupantes alemanes de estas naves.

Según relata las crónicas de la Operación Highjump, los submarinos alemanes cargados de oficiales de las SS y de la marina partieron de Alemania en mayo de 1945, siendo recibidos en Argentina por el matrimonio Perón. Se dice que fueron más de 40, de los cuales la mayor parte se dieron por desaparecidos, al igual que sus tripulantes. Al parecer, se rodó una película titulada «The secret land», protagonizada por Robert Montgomery (agente de la inteligencia naval) describiendo lo que realmente aconteció.

El viaje del almirante Byrd, «perdido» durante varios días, ya ha sido relatado en varias ocasiones en esta misma página: es una de las mejores pruebas de la existencia de un civilización en la Tierra Hueca, pero lo que tiene de especial este relato es que nos conecta con la existencia de una base «aria» en la Antártida, compuesta de nazis y extraterrestres, verdadero motivo de la citada expedición. Las crónicas oficiales hablan de la pérdida de un avión (con tres oficiales), dos helicópteros derribados cuya tripulación fue salvada y otro militar más, desaparecido en el hielo. Todos ellos, fruto del combate con las fuerzas «arias». El  relato de lo ocurrido fue calificado de «top secret» y solo el secretario de defensa, James Forrestal, comenzó a hablar de ello, razón por la cual, fue ingresado en un manicomio y falleció poco después.

La misma crónica habla de un hecho parecido al de Roswell, sucedido en Baviera durante el régimen de Hitler, en el que un platillo volante pilotado por extraterrestres de raza «aria» (posiblemente, Pleyadianos) y fue la prueba de que los alemanes ya estaban investigando por aquella época con antigravedad, y, por otro lado, de la obsesión por la pureza de la raza aria del citado régimen.

Aunque ya en el siglo XIX, la Alemania del Kaiser había investigado en los polos del Planeta, las primeras expediciones de la Alemania nazi datan de 1938. El almirante Donitz hizo unas inquietantes declaraciones en 1945, con la guerra ya perdida, sobre que «Alemania reconstruiría su Shangri-La» y emitió unos mensajes a Borman, mano derecha de Hitler, haciendo alusión a «Tierra del Fuego». Al parecer, Rudolf Hess, que  voló a Inglaterra en 1941 para obtener la paz con el «hermano sajón» y fue encerrado hasta su muerte, era una de las personas que conocían ese secreto, de ahí que fuera condenado a cadena perpetua a pesar de que no hubiera participado en ningún crimen nazi (porque fue capturado en tan temprana fecha que no se le podía asociar a los crímenes nazis).

Al parecer, el historiador revisionista, Ennst Zundel, es uno de los que conocían estos secretos. También está en la cárcel actualmente, acusado de negar el holocausto.