Creo recordar que fue allá por el 2002 cuando mi queridísima amiga Loreto me ofreció colaborar con ella en una instalación artística dentro de una muestra que iba a haber en la casa okupa, el laboratorio III de Lavapiés, una de las más importantes de todos los tiempos. Se trataba de aprovechar el espacio existente en la vieja imprenta a la que pertenecía el edificio, para meter en los cajones de los muebles arcaicos, hojitas con la información que disponía en aquel momento, sugiriendo la idea de la investigación. Os podéis imaginar: El Club Bilderberg, el 11-s, Los Iluminati… esas cosillas.
Bien, en realidad nunca supe por qué Loreto me ofreció hacer aquella instalación porque luego me demostró que no creía en la Conspiración de la Historia (¿o tal vez sí, internamente?) pero el caso es que aquel fue el primer día que salí del armario públicamente con ese tema.
Estuve allí uno de los días en que estuvo en la instalación y os puedo asegurar que ni una sola de las personas que pasó por ahí se llevó ni un papel, ni se atrevió a leer alguno de los importantísimos documentos que presenté. ¡Y eso que era un centro alternativo! ¡Nadie!
¿Os podéis imaginar la desilusión que me llevé?
Bueno, en realidad, el trabajo espiritual que ya entonces llevaba a cabo me indicó que esa reacción de la gente era una señal. Señal de que tenía que seguir en Internet y de que debía olvidar a la gente de la calle. No era el momento. No estaban preparados.
Por eso, la charla del próximo jueves en una okupación de Móstoles y lo que se está organizando en torno a la llegada del Club Bilderberg a Sitges-Barcelona ha hecho que se despliegue en mí un gran optimismo: ¿os podéis imaginar lo que hemos avanzado desde mi punto de vista? Bien es cierto de que habrá que tener cuidado con los provocadores pero el hecho de haber puesto carteles por mi Lavapiés querido con el programa, me ha hecho sentir que, al final, el esfuerzo ha dado resultado.
Aquí os pongo alguna foto. Mis recuerdos para mi amiga Loreto, allá por Méjico (creo que en Puebla) ahora.