Como vengo diciendo desde hace tiempo, Barcelona (y por extensión, Cataluña) es la punta de lanza de la rebelión contra los Iluminati-reptilianos en España. Pero también Barcelona es el centro de la conspiración para romper la unidad-amor de los pueblos ibéricos.
Por eso, es claramente significativo que entre los 11 gladiadores que saltaron al campo de Sudáfrica hubiera 5 catalanes (Busquets, Piqué, Xavi, Capdevila y Pujol). Al lado de ellos, otros 5 «españoles»: un andaluz tartésico (Sergio Ramos), un vasco de sangre castellana (Xabi Alonso), un asturiano representando a los celtas (David Villa), un canario representando a los guanches-atlantes (Pedrito) y, por fin, un madrileño concebido en Bilbao (IKER Casillas) como elemento de unión de todos ellos y, cómo no, el Guerrero que se casa con la Princesa (la preciosa Sara Carbonero). El asturiano y el vasco representaban a la mítica Cantabria, donde se fundó esta civilización, según el insigne Joaquín María Ribero Meneses, y el vasco portaba la lengua ibera-atlante, mientras que el sevillano y el canario nos conectaban con la sangre atlante-tartésica.
¿Y el número 11?
Pues el número 11, el que libera después de la perfección del 10 y «rompe» ese equilibrio entre Cataluña y el resto de la nación, es… un albaceteño (es decir, Manchego) criado en Cataluña, de nombre Andrés Iniesta. (De ahí que los Iluminati colocaran sus atentados en días 11; 11-M, 11-S. El 11 es el número que «libera», en el sentido de mover las piezas).
Precisamente, el hombre que marcó el gol de la victoria. Iniesta. El manchego criado en Cataluña. ¿Bonito, verdad? Mira que me cagué veces en él por su empeño en no tirar a puerta y llegar hasta la portería con el balón en los pies.
Da igual. Tenía que ser él. El manchego. El Quijote… criado en Cataluña. El 11 liberador de la tensión entre los 5 catalanes y los 5 «españoles».
Todo clarito, ¿verdad?
PD: Sólo nos falta un elemento, el anciano que dota de cordura al grupo. El hombre bueno. El mago blanco (del Real Madrid) que cohesiona, organiza y enseña a los jóvenes Jedis desde el silencio y el respeto. El perfecto Maestro Zen. Mis respetos para usted, Vicente Del Bosque, sabio Merlín. En un mundo como el futbolístico con tanto ego, la ecuanimidad y la elegancia es todo un valor.