Hay, por lo menos, una persona en este Planeta a quien besaría los pies: esa persona se llama Cathy O’Brien, esclava sexual MK Ultra desde que era un bebé, utilizada como espía y correo en el tráfico de drogas por los presidentes de los Estados Unidos Gerald Ford, Bill Clinton, George Bush y Ronald Reagan y la mujer que escribió, junto a la persona que la «desprogramó», su marido Mark Philiphs, el libro «Trance-Formation in América» en el que cuenta toda su historia.
Tanto me impresionaron sus vídeos la primera vez que los ví (abajo, subtitulado al español, una de sus conferencias) que hace dos años y pico intenté que se publicara en España esta espeluznante autobiografía: sin duda alguna, el relato más escalofriante de la historia del Ser Humano. Ejercí de intermediario entre la editorial La esfera de los libros y la reseñada pareja, hasta el punto en el que el acuerdo estaba cerrado. En el último momento, los responsables de la editorial, conscientes del tamaño de las acusaciones que Cathy realizaba, pidieron consejo a sus abogados que, finalmente, decidieron no publicarlo.
Para que os hagáis una idea del contenido de este libro, ésta es la primera frase: «Mi pedófilo padre, Earl O’Brien, se jacta de que sustituyó el pezón de mi madre por su pene poco tiempo después de que hubiera nacido».
Las páginas que siguen constituyen, como digo, el relato más crudo de la «élite» que nos gobierna, puesto que el padre de Cathy vendió su hija al senador Byrd para que hiciera de ella una esclava programada MK Ultra y a su vez la prostituyó y la hizo casarse con varios pedófilos ligados a la élite y el tráfico de drogas. Cathy fue programada con diferentes personalidades mediante las cuales realizó labores de «correo» en el tráfico de drogas y esclava sexual para senadores, vicepresidentes y presidentes de los Estados Unidos Méjico y Canadá como Gerald Ford, Pierre Troudeau, Dick Cheney, George Bush Sr, Bill Clinton, Brian Mulroney, Miguel de la Madrid o Salinas de Gortari, entre otros muchos. El libro es tan fuerte que os iré hablando de él en los próximos meses pero lo realmente importante son las consecuencias de la información que Cathy, una vez desprogramada, revela, directamente de las fuentes, porque ella recibió mensajes en clave y asistió a reuniones donde estos psicópatas decidieron guerras y tráfico de drogas, antes de violarla y realizar sobre ella todo tipo de torturas. Por poneos solo un ejemplo, aquellos que seais seguidores de «Los Simpson», el capítulo en el que Bart es capturado por el malvado millonario Burns y es obligado a «jugar» a un juego en el que tiene que escapar de los perros que le persiguen está basado en uno, real, llamado «The most dangerous game» (El juego más peligroso) en el que el psicópata de turno, subido en un helicóptero, tiene los mandos. Dick Cheney es un adicto a este juego, además de al bestialismo y la zoofilia. Ya que estamos, os cuento que los presidentes de los Estados Unidos tienen sus propios pornógrafos (Larry Flint, de la revista Hustler es uno de ellos) y graban películas porno con los niños que tienen por esclavos (Cathy y su hija Kelly, nacida en 1980 y todavía en manos de estos psicópatas protagonizaron algunas películas). De la lectura del libro (y otras cosas que he leído), deduzco que la industria pornográfica fue desarrollada por la CIA y que tanto Hugh Heffner (revista Playboy) como Larry Flint (Hustler) son programadores mentales al servicio de esta gente, al tiempo que proveedores de esclavas sexuales. Podéis estar seguros que las chicas que acompañan al magnate judío Heffner no tienen conciencia de sí mismas y, simplemente, actúan del papel que las han programado.
Las esclavas sexuales (y esclavos, porque esta gente son bisexuales) son creados desde la infancia, por medio de la tortura sistemática y auspiciada por psicólogos especializados en guerra psicológica, como el general Michael Aquino, satánico fundador de la iglesia de Seth.
Como he explicado en más ocasiones, esas torturas crean una disociación cognitiva que redunda en una personalidad múltiple, logrando convertir a esos seres humanos en los esclavos sexuales perfectos, no sólo para satisfacer sus desviaciones sexuales, sino para actuar de «correos», evitando así que puedan ser involucrados en algunos de sus muchísimos negocios sucios (tráfico de drogas, de niños, de armas, torturas, esclavitud). Y esto lo cuenta, insisto, en primera persona y con todo tipo de detalles (por una vez, me alegro de no saber suficiente inglés para enterarme de todo) la «Presidential model» (Modelo presidencial, es decir, esclava sexual del Presidente), Cathy O’Brien.
La cosa se pone interesante cuando nos enteramos de que la primera «Presidential Model» fue una tal Marilyn Monroe (originariamente, Norma Jean, víctima de abusos sexuales cuando era niña y depresiva, además de muy inteligente) que, además, casualidades de la vida, FUE LA PRIMERA PORTADA DE LA REVISTA PLAYBOY.
Y aquí es cuando Rafapal, con vuestro permiso, empieza a conectar piezas del puzzle. Si el fenómeno del «sex symbol» comienza con Marilyn y la bella asesinada fue una esclava sexual, utilizada como correo y para espiar al presidente JFK y su hermano Bob, entre otros, es que todo el fenómeno de las sex symbol y las modelos en general, responde al mismo propósito. Aquí nos acordamos del papel que tuvo la alemana Marlene Dietrich durante la Alemania nazi, verdadero precedente de este arquetipo de «diosa del sexo inalcanzable, ligada a la élite»! (y bisexual, por cierto). Sabiendo como sabemos que los nazis se fueron a trabajar a Estados Unidos al acabar la guerra, encontramos la conexión entre una y otra, y lo ligamos con otras dos novias del satanista y correligionario de Aquino, Anton Levay, que sumamos a Marilyn Monroe, las también starlettes, Zsa Zsa Gabor (recientemente fallecida) y la exuberante Jane Mansfield.
Seguimos buceando por el arquetipo de sex symbol y nos encontraremos con diosas criadas desde la infancia en el show bussiness, comenzando por Liz Taylor, siguiendo por Bo Dereck (programada, al igual que Linda Evans y Ursula Andress por John Dereck) y más modernamente, gente como Liv Tyler y Angelina Jolie. Estas últimass tienen una característica en común: no conocieron a su padre hasta que fueron mayores, y ambos, el cantante de Aerosmith (Steven Tyler) y el actor Jon Voight (famoso por protagonizar la película «Cowboy de medianoche» en la que hacía de prostituto), con bastante seguridad han formado parte de las estrellas del show bussiness con conexiones con el satanismo.
Cathy estuvo casada con una estrella de la música country, llamado Alex Houston, y en el curso de su vida dentro de esas logias satanistas pudo comprobar cómo una cierta parte de la industria de la música country (con centro en Nashville) tenían conexiones con el mundo de la droga y el satanismo. (Una conexión entre droga y música que se confirma en el libro «Mr Nice» que os contaré otro día).
A lo que voy es que las características de un programador mental son muy aptas, por lo visto, para las personas con dotes teatrales, de ahí que gente como Bob Hope o el cantante country Kris Kristofferson (que fue novio de Janis Joplin) sean programadores MK Ultra. Ese último, todavía cantando profesionalmente, es un pájaro absolutamente deleznable y violó a la niña Cathy de manera salvaje. Hace ya tiempo que os conté las conexiones del cantante de «Mamas and the Papas», John Philips, con MK Ultra y también os conté que su hija fue su pareja durante una docena de años. Evidentemente, estaba programada y había sido violada desde niña, no me extrañaría nada, nada, que ese caso se repitiera en los que os cuento a continuación.
El caso de Angelina Jolie es prototípico de una esclava sexual, pues ejerce de «embajadora de buena voluntad de la élite», además de haber sido invitada al CFR. Su matrimonio con Brad Pitt estoy por asegurar que fue programado (al igual que los de Cathy) por su «propietario». Jolie es un juguete en manos de la élite y una herramienta para tener controlada a la población femenina.
Más claros todavía son los casos de Madonna (que comenzó en la industria del porno, como Marilyn y Cathy), Britney Spears, Christina Aguilera, Kylie Minogue, Shakira o Lady Gaga: simplemente con revisar sus vídeoclips, como he hecho en más de una ocasión, encontramos elementos satánicos, que nos llevan a la indefectible conclusión de que son esclavas sexuales, absolutamente programadas con el fin de manejar a la población femenina que la tenga como referentes. La niña de ET, Drew Barrymore, hija de otro actor, es otra candidata. (Al igual que la mayor parte de hijos e hijas de actores pues la industria misma del espectáculo es un coto vedado de los satánicos).
De la lectura del libro, se extrapola la conexión entre la industria de la pederastia (y la pornografía) con el satanismo, con las diferentes iglesias (católica, mormona, protestante) como directoras de todo este concierto. Cathy se refiere en todo momento a su programación católica-jesuita como origen de todo su trauma y tanto sus primeros programadores (su padre, su primer marido, y su propietario, el congresista Byrd) como los siguientes (Reagan, Cheney, Bush) se declaran cristianos practicantes y, por lo visto, y esto es lo importante, tienen en sus confesores eclesiásticos, a las personas que, a su vez, los controlan. Cathy se hizo (o le obligaron a hacerse) mormona, identificando esta secta como una de la grandes programadoras. La conexión de la secta de Charles Manson (asociado al director de cine, Roman Polanski) con la iglesia mormona nos pone en el camino correcto para identificar quién está detrás de todo este invento. Mi veredicto es claro: NO EXISTE UN PROBLEMA DE PEDERASTIA, AISLADO, EN LA IGLESIA CATÓLICA SINO QUE ESTOS CURAS FORMAN PARTE DE UNA COMPLEJA RED DE SATANISTAS QUE UTILIZAN A LOS NIÑOS EN SUS CEREMONIAS Y PARA ROBARLES SU PODER.
Por otro lado, la intuición que os rebelé hace tiempo sobre que la capacidad de mentir de los políticos viene dada por las relaciones sadomasoquistas y pederastas que mantienen se ve corroborada por este libro. Os puedo asegurar que la mayor parte de los políticos, grandes empresarios y altos cargos de la iglesia y la sociedad del espectáculo en todos los países participan en estos rituales y protagonizan este sexo depravado. Ese es su gran secreto y el origen de su «Poder».
¿Más cosas? La lesbiana Hillary Clinton se volvía loca por la vagina de Cathy, a quien le habían creado una incisión simbólica que era como una doble vagina, su «marido» Bill, bisexual también, es un adicto a la cocaína, y Dick Cheney y George Bush padre, a la heroína (este último sólo folla con niños). Cathy dice haber visto realizar «trucos» de transformación reptiliana al propio George Bush, Ronald Reagan, Dick Cheney y Miguel de la Madrid, aunque ella lo explica mediante un «truco holográfico».
También me parece importante destacar que la programación (mediante la misma psicología conductista que descubrieron Skinner o Paulov de asociación de un estímulo, en este caso, violación o descargas eléctricas con un mensaje o personalidad) que sufrió Cathy utilizaba tanto la religión católica a través de versículos de la Biblia, como discursos de Kennedy o diálogos de El Mago de Oz o Peter Pan, entre otros éxitos de Walt Disney. Otro día profundizaré por aquí porque tiene tela y es preciso explicar la psicología conductista para entenderlo.
¡Ah, por cierto, y le hacían escuchar, para emparanoiarla más de que no podría escaparse: «Eye in the sky», de Alan Parsons Project (hace tiempo que sospechaba de esta canción). En concreto, eran Bush y Cheney los que le decína que todo lo podían ver a través de su tecnología (obviamente, hablaban de HAARP).
Podría seguir y no parar, el libro, como véis, sería número uno en ventas si alguna vez se publicara en alguna gran editorial.
Son tales las extrapolaciones que puedo hacer de este libro que os las iré contando a lo largo de estos meses. De momento, os dejo con él. Si alguien, en algún país, se atreve a publicar este libro en papel, hará un gran servicio a la Humanidad porque dejará a esta panda de psicópatas completamente expuestos ante la Verdad.
De momento (sólo para los muy valientes) os dejo con la versión en inglés. La primera parte es la introducción a cargo de Mark Philips. Lo realmente fuerte empieza en la página 40. Tened una cerveza a mano, os lo aconsejo.