En 1999 escribí mi primer artículo «conspiranoico» titulado «Ser gay es guay» (en Latinoamérica «chévere) que causó un tremendo escándalo entre mi círculo de amigos noctámbulos donde la homosexualidad corría como la pólvora. Supongo que os lo podéis imaginar. En aquel viaje a Africa que dio pié a mi primer libro, me di cuenta, de una vez, de que la guerra de sexos y el movimiento gay eran dos caras de la misma moneda conspirativa. Desde entonces, esta conspiración ha sido una de las -pequeñas- banderas de mis escritos y en las últimas charlas por fin lo estoy contando. Entre otras cosas porque la llegada (y permanencia) de las almas gemelas tiene que ir unida a la paz de los sexos cuyo opuesto es el movimiento gay. Desde hace tiempo esperaba que ex gays salieran del armario para contar cómo acabaron en esa secta y todo lo que han sufrido allí. De momento, el pasado sábado el hijo de mi amigo Jedimálaga, heterosexual, fue el primero que se ha atrevido a contar cómo la homosexualidad se está extendiendo como una moda entre la juventud española, algo que, como digo, yo vi hace ya 11 años (más bien, antes, pero entonces fue cuando me atreví a decirlo). Entonces, ya aventuré la llegada del matrimonio homosexual a España y cuando fui a América les advertí de que se impondría allí también, de la misma manera (como una supuesta necesidad creada desde la paranoia). En aquella época muchos creyeron que era una locura… pero sucedió.
Bien, la entrevista que pongo a continuación va a causar un gran revuelo porque es alguien que habla de su experiencia cercana pero es real… como la vida misma.
Cristian, 18 años, malagueño. Esto es lo que está viviendo. Si no reaccionamos para reivindicar el Amor entre el Hombre y la Mujer, la misma casuística llegará a tu ciudad y tu país pues el plan para homosexualizar a la población es, como digo, planetario. Ha llegado la hora de enterrar definitivamente la lucha de sexos y el feminismo, causantes de este Miedo del hombre a la mujer y viceversa, generado ar-ti-fi-cial-mente.
PD: Más abajo, una de las muchísimas pruebas de que los medios de comunicación (en este caso, el cine) están manipulando nuestras mentes, y las de los niños especialmente, subliminalmente. En breve comenzaremos a decodificar las series de TV que nos marcaron a nosotros mismos, como la Abeja Maya, Pippi Calzaslargas, Heidi, Marco, Mazinger Z, etc.