Daramsala. Me levanto viendo el Himalaya. Desayuno con mi hermana águila a veinte metros. Anochece con veinte monos a un paso de mí. Me paso el día viendo cosas bonitas y hablando con todo el mundo, respirando el aire más puro, oliendo a incienso y escuchando mi mantra favorito (Om mani padme hum).
Me habían contado que detrás del monasterio del Dalai Lama había un bosque lleno de banderas tibetanas y he ido para allí.
No me lo podía creer.
Todavía no me lo puedo creer.
Las piedras estaban pintadas con mantras de colores. Los árboles ondeaban las preciosas banderas. Los monos correteaban y los preciosos templos de colores se movían al son de nuestras manos (los típicos «carrillones» tibetanos). No tengo palabras. Este es uno de los sitios del Planeta donde mejor me siento. Me cuesta irme.
Por la tarde, nos hemos ido a dar una vuelta con mis amigos tibetanos, cachemires y una escritora canadiense simpatiquísima que escribe sobre las relaciones hombre-mujer (en breve estará disponible mi nuevo libro sobre el cortejo en la especie humana). Una delicia.
18 años después de mis primeros viajes en interraíl, la semilla viajera se ha plantado con fuerza y la Humanidad va camino de ser una sola nación. Las temerosas conversaciones de aquellos años, intentando encontrar los puntos de unión se han convertido en total apertura y la sensación de que todos compartimos una parecida de mirar el mundo. Los viajeros son la tribu que está cambiando el mundo.
Una vez que eres capaz de mirar más allá de la apariencia, te das cuenta de que la señora que te sirve en el restaurante te recuerda a tu tía Loli y que el niño que te cruzas a la vuelta del cole, se ríe igual que tu sobrino.
Esa sensación la tuve por primera vez en Africa, en el viaje que dio pie a mi primer libro. Luego descubrí los 260 arquetipos del calendario maya y aquello encajó perfectamente con mi intuición. La realidad es caleidoscópica y holográfica; las situaciones que se producen en tu vida son las interacciones entre esas partículas fractálicas que son los seres humanos. Un juego de rol que hay que jugar.
Un día, el Planeta entero vivirá en la armonía que se vive en este lugar.
Lo estamos logrando.
Lo estoy sintiendo.
Ya estamos preparados.
¿Te lo crees?
Cuando te lo creas, será posible