Una de las razones (ocultas) por las que me lancé con tanta pasión a investigar el 11-S, Al Qaeda y la fabricación de guerras mediante autoatentados fue, ahora lo puedo decir, para entender lo que había pasado en mi Tierra. En todos estos años, mientras seguía la pista de Al Qaeda, con el «rabillo del ojo» cotejaba los datos que recababa con el problema que atenazó mi propia tierra durante décadas.
El trauma que supuso marchar de mi paraíso de San Sebastián cuando tenía 10 años, sin poder despedirme (el accidente de mi hermano) y el contemplar cómo, desde ese año 1979, mi paraíso se iba convirtiendo en un infierno en el que los hermanos se enfrentaban entre sí, me acompañó como un estigma de culpa durante todos estos años.
Sentía cómo si, al haberme marchado de allí, hubiera dejado mi Tierra a su suerte, directa hacia esa guerra silenciosa que se ha padecido durante los últimos 40 años. ¿Cómo había podido mi Paraíso convertirse en esto? ¿Esas adorables gentes que son mis paisanos guardaban demonios en su interior o «alguien» les había conducido a ese camino?
Tendríais que preguntarle a Greg «El Ojo» cómo me puse cuando una mañana de domingo su cuñado londinense le envió los documentales de la BBC sobre Operación Gladio. Tendríais que oír los gritos que chillé según iba viendo la IMPRESIONANTE INFORMACIÓN que emana de esos vídeos (buscadlos en la columna de documentales si llegasteis tarde). No acababa de terminar de ver el tercero cuando me puse a traducir ya el primero y le metía presión a Greg para terminarlos, durante una semana frenética de verano ¡cuanto antes! ¡Sentía que mi Vida iba en ello!
Allí estaba todo. Allí estaba (está) la explicación sobre quién, cómo y por qué se forma el terrorismo. Aquel día tuve la sensación de que empezaba a pagar la deuda que tenía con la Tierra que me dio el primer oxígeno que respiré y me hizo como soy.
Desde entonces, venía soñando (creándolo en mi pensamiento) el día que pudiera contar todo esto en público, en el País Vasco. Soñé en lidiar en una plaza grande, en Bilbao o San Sebastián, pero la causalidad ha hecho que la charla se produzca en un pueblito del cinturón donostiarra llamado Rentería; ni más ni menos, el pueblo donde crecí (nos mudamos cuando yo tenía 2 años allí).
El sábado cumpliré mi Sueño. Siento que va a ser uno de los más felices de mi vida. Por lo menos, de los más deseados.
Evidentemente, no sólo hablaré de creación de guerras con armas sino de las peores: las psicológicas.
En fin, ese día es para mí: para disfrutar con la satisfacción de la labor cumplida.
Que la Paz estalle en mi amada tierra vasca. ¡Basta de manipulación!