Volvía en el autobús en un torbellino de ideas para mi nuevo libro y no sé si era el repaso a las decepciones y traiciones que me he llevado en estos 12 años o la rabia que volqué en mi charla de Rentería (y una pequeña decepción porque sólo había 60 personas) o qué fue pero, el caso es que, a la llegada a la estación de autobuses en Madrid, me pararon dos policías para pedirme la documentación. ¿Les atraje con mi energía?
Como ya sabéis, hace ahora 9 meses la policía autonómica catalana se quedó con mi DNI y no me lo devolvió, así que, como mi abogado me había contado que tu DNI es tuyo y tienes la obligación de mostrarlo pero nadie se lo tiene que llevar, se lo enseñé pero les dije que no se lo podían llevar. Que los Mossos me lo habían quitado hace 9 meses y que había aparecido en la comisaría de la policía nacional y nadie me lo había avisado.
-Pero es que nosotros no somos los Mossos y usted tiene la obligación de dárnoslo.
-Yo tengo la obligación de mostrárselo y eso estoy haciendo pero no se lo llevan porque estoy en mi derecho. (Se lo enseñaba a una cierta distancia y le daba la vuelta si me lo pedían pero no dejaba que se lo llevaran).
-Usted se está metiendo en un lío y vamos a tener la obligación de amonestarlo.
Puedo juraros que estos policías eran de lo más educados y se comportaron en todo momento de manera respetuosa pero no así éste que os habla, que aprovechó la ocasión para recordarles el asunto del Bar Faisán, los confidentes de la policía que participaron en el 11-M y, por supuesto, que este mismo cronista anunció una semana antes este atentado sin que su aviso fuera tenido en cuenta. (Parece que elevé el tono, aunque yo no me daba cuenta).
-Nosotros no le hemos faltado al respeto, señor.
-Ustedes me están pidiendo la documentación a mí, por venir de San Sebastián, cuando resulta que he hecho un viaje precisamente para denunciar que el jefe de las finanzas de ETA es un agente conectado con la policía nacional. ¿Qué le parece a usted? ¿Es suficiente razón para estar indignado?
-Puede usted creernos que más nos fastidia a nosotros -me dijo uno de ellos, con una sinceridad que ahora, al recordarlo, me conmueve (pero en ese momento estaba preso de mis propias emociones y no lo aprecié suficientemente).
-Yo lo que quiero saber, señores agentes, es si ustedes van a disparar contra la gente cuando las revueltas del mundo árabe lleguen a España: ¿van ustedes a disparar contra el pueblo?
-Nosotros no queremos disparar contra nadie -me dijo uno de ellos.
Se quedaron con mis datos y, antes de irme, les dije:
-En realidad, todo este cabreo no es contra ustedes sino contra los que están por encima de sus jefes. Les pido disculpas.
No sé si al final me sancionarán pero, al final, creo que el propio policía dio en el clavo cuando dijo:
-Casi que pienso que estaba usted deseando que le pidiéramos la documentación para montar este altercado.
PD: No es que os pida que os metáis en tantos líos como yo, pero, anoche, pensando en lo que había sucedido, se me ocurrió que, dado que ahora hay tantos contactos con la policía (multas de todo tipo) no estaría de más desarrollar esta estrategia en dos pasos antes de que los disturbios del mundo árabe lleguen a España:
1-Cuando os vayan a poner una multa, recordadles el asunto del bar Faisán (el jefe de las finanzas de ETA era un agente de la policía). En otras palabras (VUESTROS JEFES DIRIGEN ETA Y A VOSOTROS OS MANDAN A MORIR A MANOS DE ESA ORGANIZACIÓN).
2-¿Qué van ustedes a hacer cuando lleguen los disturbios del mundo árabe a España? ¿Dispararéis contra el pueblo? (En otras palabras, ¿vais a hacer caso a los que dirigen en la sombra la organización que os ha estado matando durante años?).
Esta página la leen mensualmente 100.000 personas en España. Si esas cien mil personas realizan estos dos sencillos pasos con al menos un agente de policía, el clima de opinión entre la policía os aseguro que sería el adecuado antes de afrontar esos cruciales momentos.
