Opinión y Noticias Externas — 8 diciembre, 2011 at 10:55 pm

Éxtasis crístico en las cuevas de Ongamira, Capilla del Monte

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El icono de Roerich es "grafiteado" en Capilla del Monte

No, no he visto ningún platillo volante (aquí se dice que las naves plateadas son los grises) pero esta mañana, cuando íbamos a las cuevas de Ongamira, lugar sagrado de los indios comechingones, Patricia tuvo un éxtasis en el propio auto.
Se quedó petrificada con la mirada angelical y las manos semicerradas mientras decía «siento los clavos» y me decía «trata de abrir los dedos».
Traté de hacerlo y no pude. Con todas mis fuerzas.
Luego, la sacamos del coche (todavía no habíamos llegado al lugar) entre Gaby (su pareja) y yo, y se quedó tumbada en el suelo, entre doliéndose por la sensación física y extasiada de sentir a Cristo en su interior.
Después de una semana de convivir a diario con ella y su alma gemela, pongo mi mano en el fuego de que son puros.
El caso es que, dentro de las cosas que estoy viviendo aquí, casi que no me ha extrañado porque la comunicación con la Virgen María, los Arturianos, Kuan Yin o Cristo es continua. No es ella sola la que los recibe. Es todo el grupo que mañana viernes se concentra para que el sábado contemplen la aparición que me perderé porque ya estaré en Buenos Aires para cerrar esta gira sudamericana. Ven las mismas cosas a mil kilómetros de distancia. Otro día os las cuento.
De momento, os relato que ayer subí al mítico Cerro Uritorco, después de haber ascendido a la también mágica cima de Los Terrones (hay fotos de ambos lugares a continuación) y nos agarró una tormenta como hacía años que no caía aquí (vienen de dos años de sequía). Aunque la subida no es complicada para mí, las dimensiones de la tormenta convirtieron el camino en un torrente donde ponías el pie sobre un río, por lo qe, a falta de una hora para la cima me entró la nube e inicié una tímida sugerencia de abandonar que fue respondida por Fran con energía (yo no sabía cómo era el camino que quedaba). El caso es que conseguimos arribar a la cima completamente empapados. Contemplamos el majestuoso paisaje y descendíamos cuando, inocente, pregunté si por allí no había cóndores y en esto que a lo lejos apareció una pareja de aves pero desde donde estábamos no se podía precisar si lo eran, pero se fueron acercando y acercando hasta que vimos su inconfundible lomo blanco y sus cabezas y… se pusieron a plenar sobre nuestras cabezas a apenas 20 metros y no parábamos de hacer «oooooooohhh»… Luego me comentaron que, a pesar de que suelen salir después de la lluvia, es difícil verlos tan de cerca.
Ese fue el penúltimo regalo de unos días plagados de conversaciones interesantes con mis amigos Gustavo, Ezequiel y Daniel sobre la estancia de Hitler por estas tierras (mañana es la última oportunidad para ir al hotel donde se hospedaba) y compartiendo con Gaby, Carlos y Patricia las visiones espirituales para estos tiempos.
Capilla del Monte tiene tantos lugares y personas mágicos por conocer que ya estoy planeando un viaje para aquellos viajeros que quieran conocerlo.
También estoy planeando, en sentido inverso, la venida de Patricia a España, a la que conoceréis en breve, pues ayer también hicimos una entrevista que estamos procesando.
¡Va a causar un tremendo impacto porque es una mística que «se moja»! (Es decir, políticamente incorrecta. Entre otras cosas, sus prédicas no han sido del agrado de la jerarquía eclesiástica).100_1790

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