Falsas revoluciones, General, Historia oculta — 18 febrero, 2012 at 12:50 am

2-La Revolución rusa: el triunfo del judaísmo sobre el cristianismo (Extraído del libro «Bajo el signo del Escorpión»)

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Más del libro «Bajo el signo del escorpión«.

El 12 de abril de 1919 el periódico Kommunist (Kharkov) publicó el artículo del camarada M. Kohan «Los Servicios Judíos a la Clase Obrera» dónde escribió lo siguiente:
Se puede decir sin exageración que «la Gran Revolución Socialista de octubre se llevó a cabo a través de las manos de los judíos… la estrella roja de cinco puntas, que fue conocida como símbolo judío en tiempos antiguos, ha sido tomada ahora por el proletariado ruso… los comisarios judíos como líderes de comités y de las organizaciones del soviet llevan al proletariado ruso a la victoria… ¿Podrían las oscuras y oprimidas masas de los obreros y campesinos rusos sacarse el yugo de la burguesía por ellos mismos? No, fueron los judíos quienes de principio a fin les mostraron la forma al proletariado ruso del alba rosada del internacionalismo y quiénes hasta este momento gobiernan la Rusia soviética. El proletariado puede sentirse seguro en las manos de los judíos. Nosotros podemos estar tranquilos mientras el camarada Trotsky comanda el Ejército Rojo.»
El Camarada M. Kohan admitió que no había ningún soldado judío en el Ejército Rojo, pero que los judíos lo comandaban. Los documentos ahora disponibles confirman esto.
En la noche antes del 9 (22) de diciembre de 1919, durante la guerra de
liberación de Estonia contra los Bolcheviques, el Comandante judío del batallón, Shunderev, se desplomó en una batalla contra las tropas Estonias. Entre sus papeles había una circular secreta conteniendo un llamado a todos los jefes judíos a formar una sociedad Sionista secreta.

La carta estaba escrita en ruso por el Comité Central en el departamento de la Unión Mundial Israelita en Petrogrado el 18 de marzo de 1918. El texto completo fue publicado en dos periódicos Estonios. Aquí están algunas citas de la carta publicada en el
periódico Postimees (Tartu) el 31 de diciembre de 1919:
«¡Hijos de Israel! El tiempo de nuestra victoria final está cercano. Estamos al principio de nuestro dominio mundial y nuestro renombre. Lo que antes sólo soñamos se ha vuelto casi realidad… »
“A pesar del hecho que Rusia ha sido dominada y ha quedado bajo nuestro pie castigador, nosotros todavía debemos tener cuidado. Hemos transformado a Rusia en un esclavo económico y hemos tomado casi todas sus riquezas y oro y le obligamos que se arrodillaran ante nosotros. Pero debemos tener cuidado en guardar nuestro secreto. No debemos tener compasión para con nuestros enemigos. Debemos eliminar a sus mejores y a la mayoría de los individuos talentosos, para que la Rusia subyugada quede sin sus líderes. De esta manera, destruiremos cada oportunidad de rebelarse en contra nuestra.»
“Debemos provocar lucha de clases y disensión entre los ciegos campesinos y los obreros. La guerra civil y la lucha de clase aniquilarán los valores culturales que la gente cristiana ha adquirido… Trotsky – Bronstein, Zinoviev-Radomyslsky, Uritsky, Kamenev-
Rosenfeld, Steinberg – éstos y muchos otros hijos fieles de Israel mantienen los puestos más altos en la nación y gobiernan sobre los eslavos esclavizados. Derrotaremos a Rusia totalmente.”
“Nuestro pueblo juega los papeles más importantes en los comités de las ciudades, las comisiones, los comités de abastecimientos, los comités de casa y otras instituciones. Pero no permitan que la victoria se vaya a sus cabezas! »
La información ahora disponible confirma estas declaraciones y la autenticidad de la carta. Entre el material de investigación de Moisei Uritsky, se encontró un documento secreto, copiado el 17 de mayo de 1918. Era la misma circular como aquella encontrada en el cuerpo muerto del Comandante Judío de Batallón, Shunderev.
Esto se publicó en Rusia por primera vez en febrero de 1994.
Los «revolucionarios» judíos sabían que cualquier estado podía ser destruido eficazmente por la ayuda del socialismo y la guerra civil. Era posible controlar todo, simplemente tomando el control de la producción de comestibles, hospitales y de las fuentes de energía.
A pesar del terror terrible, más y más rusos se atrevieron a expresar su
descontento con el control de los judíos Bolcheviques. Los intelectuales eran especialmente abiertos a sus creencias. Por consiguiente, el 27 de julio de 1918, Izvestiya publicó un llamado del Concejo de Comisarios al Pueblo ruso. Este llamado condenaba el «anti-Semitismo como un peligro a la causa de la revolución de los obreros y campesinos». Los antisemitas serían proscritos y ejecutados en el acto.
El propio Lenín firmó el llamado pero la iniciativa era de Trotsky. Lenín enfatizó que el antisemitismo implicaba contrarrevolución. Trotsky consideró a todos los patriotas como antisemitas. En el medio del gran terror en Kiev, Trotsky visitó la ciudad en abril de 1919, y ordenó que todos los patriotas rusos debían ser exterminados. Ellos eran
golpeados hasta la muerte con martillos y sus cerebros terminaban en el suelo del cobertizo dónde este crimen fue descubierto más tarde. (Platonov, «La Historia del Pueblo ruso en el Siglo XX», Parte I, Moscú, 1997, pág. 611.)
El propio Lenín confirmó que el régimen soviético en realidad era judío.
Cuando se informó a Lenín que un comité recientemente formado no tenía un solo miembro judío, él se disgustó: «¿Ni un sólo judío? ¡No, no! Eso es imposible! » (Oleg Platonov», La Corona de Espinas de Rusia,: La Historia del Pueblo ruso en el Siglo XX», Moscú, 1997, parte I, pág. 519.)
De acuerdo con uno de los funcionarios líderes soviético, Lazar Kaganovich, Lenín exigió que cada Institución soviética debía tener, un presidente judío, o a lo menos el vicepresidente judío. » (Chuyev, «Así hablo Kaganovich», Moscú, 1992, pág. 100.)
La mayoría de los judíos, aún cuando ellos no se consideraran Bolcheviques, apoyaban el poder soviético, aceptándole como propio, como judío. También muchos judíos ricos, temiendo por su riqueza, prefirieron a los Rojos en lugar de los Blancos. En lugar de los lujos que le habían permitido sus riquezas, ellos recibieron muchos
privilegios gracias a su cercanía con el poder y la posibilidad de llegar a ser ellos mismos el poder sobre Rusia.
Los judíos, según Lenín, «salvaron el poder Soviético» – «los judíos ciertamente crearon el esqueleto de este poder y al mismo tiempo dieron al pueblo la ocasión de identificar el poder soviético con el poder de la Judería». (Oleg Platonov, La Corona de Espinas de Rusia: La Historia del Pueblo Ruso en el Siglo XX», Moscú, 1997, Vol. I, pág.
583.)