Lo cuento en mi libro sobre lel Movimiento gay (también en El arte de Ligar) y aparece recientemente en TVE1, el estupendo disco «Ziggy Stardust» de David Bowie marca el inicio del movimiento glam-rock y fue manufacturado para difundir la homosexualidad. Esta Ingeniería Social tiene otras connotaciones interesantes, porque Bowie se presentaba en ese disco galáctico como un «extraterrestre bisexual, venido desde Marte para salvar a la Humanidad».
Vedlo en la web de TVE1, de manera críptica, claro.
En este final de los tiempos, evidentemente, todo se ha vuelto del revés. Como os he ido avisando durante todos estos años, terminarían por intentar imponernos la homosexualidad. Ahora ya, empiezan a decir que si rechazas homosexualizarte, estás enfermo; es decir, están a punto de considerarlo una enfermedad mental.
Si no dais crédito a lo que estáis leyendo, esta otra noticia os aclarará las cosas: una profesora de «cambio climático» propone tratar psiquiátricamente a los escépticos de la versión oficial. Ahora lo veis más claro, ¿no? Al igual que con los niños índigo, los mentirosos pretenden poner fuera de la ley a los que decimos la Verdad. Tan sencillo como eso.
En Inglaterra, han prohibido una campaña para dar la oportunidad a los homosexualizados a que superen su fobia al sexo opuesto. En cambio, la alcaldía de Londres ha permitido otra para animar a la gente a que se homosexualice. Todo claro, ¿verdad?
En Brasil, Caetano Veloso, Chico Buarque y Romario, entre otros, lanzan la campaña del matrimonio redundante (xx+xx; xy+xy) bajo el argumento de que «ha triunfado en España». (Ha triunfado la ingeniería social, obviamente). La persona que lo lanza fue promocionado… ¡A través del Programa Gran Hermano!
En la reunión del G8, Rusia se ha opuesto a la imposición de la homosexualidad por medio de la ingeniería social.
PD: En estos tiempos que corren, de cobardía generalizada, el escritor Frank Rubio demuestra tenerlos bien puestos. Leed su crítica al libro «La Conspiración del Movimiento Gay», censurado en una sociedad supuestamente democrática.
PD 2. Más abajo os cuento la historia de un amigo de la adolescencia que se volvió homosexual… y se ha recuperado de su virilidad herida.
Entre mi pandilla adolescente (de la cual hablo en «Recuerdos de pelo largo») había un chico más joven que nosotros, con una «cresta» así de grande (cuando sólo los punkis muy punkis la llevaban). Muy callado y tactiturno, dejó de estudiar con 13 años y básicamente no hacía nada. Huérfano de madre, su padre estaba siempre emborrachándose en el bar, por lo que, aunque no se comentaba, todos sabíamos que su vida era complicada. Le aceptamos en el grupo y pasamos juntos muchos ratos de mi adolescencia, cuando estaba bebiendo cerveza y calimocho en la calle, en la bodega donde parábamos. Hablábamos de música, de política y de chicas, obviamente, nos contábamos nuestras historias con las chicas, y el contaba las suyas, como todos.
Resulta que se echó una novia (bastante fea y desagradable) mucho mayor que él y comenzó a salir a sitios caros y discotecas «de ambiente». Yo entonces no sabía lo que significaba (tenía 18 o 19 años) pero luego me enteré que había homo y bisexuales.
Estuvo con esa chica unos años y yo dejé el barrio, me vine a vivir al centro y me volví a encontrar a mi viejo amigo en el autobús, los domingos, cuando iba a ver a mi familia, a finales del siglo XX. Me lo encontraba, ya sabéis, domingo por la mañana sin dormir, con una cara cadavérica, resultado, obviamente, de la ingestión de mucha droga, tanto, que llegué a pensar que tenía el sida. Drogado como iba, me contaba que venía del barrio de Chueca, de una sauna. («Una sauna»? Por aquel entonces, había trabajado en Telemadrid y ya sabía lo que allí había. ¿Se habría hecho marica mi amigo?).
Con el respeto y el aprecio que le tengo, no comenté nada hasta que otros amigos le volvieron a ver y hicieron comentarios sobre el aspecto que tenía, cadavérico y, famélico. Podría describir su fisonomía como «anoréxico», es decir, sin culo, hombros encogidos, y, más que superdelgado, chupado. En aquella época había encontrado trabajo en el mundo del teatro y del cine como iluminador y luego, como tramoyista-decorados.
Obviamente, yo sabía lo que se movía en esos ambientes porque había trabajado en la tele.
Así que, cuando un día le contó a dos de mis amigos que era marica, pues nada, con la misma «normalidad» con la que seguramente os ha pasado algo parecido en vuestro círculo de amigos, nosotros hicimos como si nada le hubiera pasado, a pesar de que, como os he contado, todos sabíamos que le gustaban las chicas y nunca vimos ninguna inclinación homosexual en él, en los 10 años que compartimos horas y horas. En este tiempo, le he visto muchas veces con su fisonomía gay, de la mano con algún chico, y con una actitud/mirada diferente a como era. «Algo», difícil de definir había: era él pero no era él. Como si estuviera hipnotizado, vaya.
Os cuento todo esto porque el otro día me lo volví a cruzar y le vi, otra vez, ¡como era antes! Quiero decir, físicamente: su complexión física había vuelto a la que tenía antes y estoy por asegurar, porque le vi de lejos y no hablamos, que ha vuelto a ser heterosexual.
Evidentemente, dentro del mundo gay hay muchos estereotipos (entre ellos los «osos», los musculosos de gimnasio y los «normales» por supuesto) pero es evidente que también hay una corriente anoréxica muy definida dentro del movimiento gay; sin culo, los pantalones se les caen, con andares de «Calimero herido»… Mi amigo es una prueba de que esa fisonomía es fruto del trauma que han sufrido y que cuando lo superen, y recuperen su complexión física viril, abandonarán la homosexualidad. (Evidentemente, los otros estereotipos no caben en este comentario, claro).
¿Conocéis alguna historia cercana de alguien que se volvió homosexual? Contádmela en periodico@rafapal.com