Seguro que muchas de las lectoras de esta página habéis sido lectoras de Elle, Cosmopolitan, Ragazza, Vogue o Marie Claire.
Me juego el cuello a que, subyugadas por las atractivas imágenes de moda, nunca os habéis planteado quién escribe la revista. ¿Verdad que no?
Bueno, pues yo he trabajado, durante un tiempo, para Elle y Ragazza (en la sección de publirreportajes) y conocí las redacciones de Telva y Cosmopolitan, pues entrevisté a sus directoras (hace ya más de diez años, es cierto, pero no creo que hayan cambiado mucho), amén de conocer a amigas que trabajaban en Vogue.
Así que os puedo hablar con conocimiento. Desde dentro.
En pocas palabras, las mujeres que trabajan en esas revistas (salvo el área gráfica, que suelen ser un poco más libres, aunque, a su manera, también adictas a la estética) son chicas obsesionadas por la apariencia y por «formar parte» del grupo. [En gran medida, los periodistas masculinos también son así, pero hay diferencias sustanciales]. Son chicas con poca autoestima que piensan que estudiándose las tendencias de Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos serán aceptadas como alguien «que sabe» y conservarán su trabajo, que es lo que les importa. Así pues, se estudian las ediciones extranjeras de esos países de sus respectivas revistas (y las de la competencia) y básicamente lo que hacen es copiar los artículos que ven allí y reproducirlos, cambiando los personajes por otros españoles. Es lo que tiene formar parte de una «franquicia» (tienen libre acceso a los contenidos).
Ahora bien, la pregunta subsiguiente es: ¿y cómo son las redactoras de las matrices inglesa, francesa o norteamericana? Jajajaja.
Pues pondría la mano en el fuego al afirmar que son el mismo estereotipo de mujer insegura y con poca personalidad, que se deja llevar por las modas como una barca en el océano.
Siguiente pregunta: ¿quién dirige las tendencias? ¿quién las crea?
Pues, básicamente, los ídolos creadores de opinión (tipo Madonna, Almodóvar, Gaultier, Vittorio & Lucchino, etc) que, a su vez, están manipulados y/o pertenecen a grupos masónicos, cabalistas, etc.
Tras trabajar un tiempo, como os digo, para la revista Elle, os puedo decir que las tendencias de moda de cada temporada son prácticamente unívocas, de lo cual se deduce que tiene un origen único. Es decir, se deciden en las logias a las que pertenecen los diseñadores y, básicamente, las revistas de mujeres cumplen con su función de propagadores de tendencias.
«¿Y qué hay de los artículos sobre sexo, relaciones, pareja, etc que se leen en esas revistas?»
El margen de libertad que tienen para publicar lo que las redactoras quieren es tan limitado que se podría calificar de «nulo». Las líneas editoriales las marcan los consejos de la propia editorial y, de acuerdo al estudio sociólogico que manejan, hay una «mujer Elle», una «mujer Vogue», una «chica Cosmo» o «Ragazza» y en ese marco se manejan, no sólo a nivel estilístico sino moral o, si lo queréis, de costumbres.
Según la sociedad se va moviendo a tenor de las películas y libros que marcan tendencias (tipo «Crepúsculo» por ejemplo) o los actores y actrices que más gustan, las revistas se posicionan eligiendo sus referentes y modificando sus posicionamientos sobre… la homosexualidad, por ejemplo.
No hay ninguna posibilidad de que publiquen un artículo equilibrado sobre ningún tema por la sencilla razón de que su función no es cuestionar ninguna mentira sino adoctrinar sutilmente a las mujeres mientras les venden productos. Así pues, huyen de cualquier artículo que pudiera generar rechazo entre su propio público que ha sido condicionado previamente por las películas o, como digo, por los ídolos. Es más, en este tipo de revistas (y lo digo por experiencia directa) lo que de verdad importa es la portada: así pues, te pueden vender artículos en portada que luego no se corresponden con lo que encuentras en el interior (mirad el titular del «Kamasutra» que os incluyo y decidme si tiene algún sentido, por favor). Saben perfectamente que en la compra de una revista juega un gran papel los estímulos inconscientes, de ahí que siempre siempre siempre Cosmopolitan lleve la palabra «SEXO» en portada.
«Y entonces, ¿los artículos sobre pareja o sexo»».
Bueno, por lo que yo pude conocer en las redacciones de las revistas femeninas que pisé, a las redactoras les va bastante mal en el tema amoroso (como a todo el mundo, por otra parte), lo mismo que en el sexual, así que, básicamente hablan de oídas o por lo que hayan podido leer aquí y allí. No puedo asegurarlo con rotundidad, pero no me extrañaría que en la redacción de Cosmopolitan, no conozcan el orgasmo… ni de lejos.
O sea que, básicamente, todo lo que cuentan es mentira.
¿Un consejo?
Pues, para los hombres: si subís a la casa de una chica y encontráis el Elle, el Cosmopolitan, Marie Claire o Glamour, buscad el momento para salir por la puerta, a menos que queráis una relación sexual, en cuyo caso podéis pasar un buen rato, pero nada más. La mujer que lee esas revistas está, de una manera sutil, trastornada por información basura; condicionada para ser un mero objeto sexual. Seguramente, el caso más claro es la revista Cosmopolitan, que siempre siempre siempre ha de llevar, como digo, las palabras «SEXO» u «ORGASMO» en la portada. Haced la prueba. Sabiendo como sabemos que el orgasmo era como curaban la histeria femenina en época de Freud y que la sexología es hija del Psicoanálisis, es fácil deducir que la lectora-tipo de esta revista, la chica «Cosmo», es una histérica. Belén Esteban, las «princesas de barrio» y, en general, toda la caterva femenina que aparece en los realitys show son, sin duda alguna, «hijas de la Revista Cosmopolitan». Es decir, son el resultado de un minucioso lavado de cerebro consistente en la obsesión por el sexo y la apariencia, y, sin duda alguna, la frivolidad, que es el sello de todas estas revistas y que se mueven en el eje «soy una chica moderna» versus «quiero atraer sexualmente al varón para dejar descendencia» pero al mismo tiempo «no me quiero quedar embarazada porque quiero disfrutar mucho de la vida». Este tipo de revistas viven de la neurosis de la mujer porque una mujer equilibrada, entre otras cosas, no está obsesionada por su imagen y, consiguientemente, no compraría la revista: así pues, si quieren seguir teniendo compradoras deben conseguir mantener la neurosis de sus lectoras en un estado apto para el consumo.
Aunque solo hablen del hombre y toda la revista esté orientada a atraerlo sexualmente, lo que saben es, precisamente, de cómo atraerlo para ese tema, pero nada más. La palabra Amor les es tan desconocida como a un pez el desierto del Sáhara. Simplemente, son mundos diferentes, así pues, si te has cansado de aventuras sexuales que no llevan a ningún lado, esta revista lo único que puede hacer es confundirte.
¿Mi consejo para ti?
Simplemente, no vuelvas a leer una basura de ésas, ni siquiera cuando vayas a la peluquería (a menos que quieras decodificarla, como hago yo, pero ¡ojo, que te pueden liar!)
No hay peor consejera para vivir el Amor.