Las películas, entre otras muchas de sus funciones, crean la realidad al presentar como reales los comportamientos que la élite quiere que copiemos.
Sin ir más lejos, ahora mismo en Argentina arrasa una comedia sobre… intercambio de parejas. (¿No te diste cuenta de que en España hace pocos años todo iba sobre tríos: como «El otro lado de la cama»).
Bueno, hoy te propongo el siguiente juego: leéte la sinopsis de la película recién estrenada «La Gran Boda» y trata de vislumbrar las pretensiones de la élite con esta producción. Después, entra en la noticia para conocer la solución: está clarísima.
Seguro que lo has adivinado: esta película es un ejercicio de Ingeniería Social para «normalizar» el tema de los «padres biológicos» (venta de células sexuales), las «familias» de ello resultantes y, como siempre, denigrar la posición de la iglesia católica. ¿Te has fijado en que la mayor parte de las películas giran en torno a bodas y que siempre suele haber alusiones negativas respecto a la religión?
Por supuesto, los directores de ambas ingenierías sociales son judíos.