Hace unos días, leeríais en esta misma web el pronóstico de que el actor Robert Downey Jr es un esclavo MK Ultra y que sería sacrificado por la élite.
Aunque en ese momento sabía que estaba triunfando en el papel de Iron Man, desconocía que en su última película se le ve con las letras «MK» tatuadas en el brazo…
¿En qué me baso para lanzar esa teoría?
En las últimas semanas, y tras leer hace ya tiempo sobre sus ingresos en clínicas psiquiátricas y de rehabilitación por drogas, me interesé por su vida, descubriendo que había tenido, por lo menos, dos extraños sucesos: una vez apareció en la cama de una vivienda sin saber cómo había llegado allí y otra vez, la policía le detuvo por la calle de Los Angeles, descalzo, y completamente desorientado emocionalmente.
En su biografía en Wikipedia, descubrí que su padre, también actor y director de cine, le inició a las drogas cuando tenía 6 años y, todavía más sorprendente, que después de cada uno de esos sucesos, en lugar de que perdiera su carrera (como le habría pasado a cualquiera) le llegaban papeles más importantes. Tras uno de sus ingresos en prisión, por ejemplo, le tocó el regalo de interpretar al sueño romántico de Ally McBeal.
¿De verdad contratarías a un actor que acaba de salir de un psiquiátrico o de la cárcel para ese papel?
¿Por qué cuidan a este actor como a un bebé?
A lo largo de estos últimos años hemos visto desarrollarse ante nuestros ojos algunas extrañísimas campañas propagandísticas (y «artísticas») de las niñas salidas del club Disney, Britney Spears y Lindsay Lohan, que han protagonizado ingresos en clínicas psiquiátricas, detenciones por todo tipo de motivos, peleas físicas con sus novios, noviazgos lésbiscos, posesiones por drogas… Por no hablar de Kate Moss, Rihanna, Withney Houston… Ha habido una clara promoción de personas con claros desequilibrios mentales; la interpretación más obvia es que quisieran potenciar «ser malos» pero otra hipótesis sería conocer hasta qué punto esas personas son responsables de sus actos… o son controlados por detrás…
En el caso de Downey Jr. por un lado me sorprende poderosamente que le encarguen interpretar a superhéroes como Hulk, Iron Man o Los Vengadores a un hombre con esos desórdenes mentales; claro que todos los superhéroes tienen doble personalidad. Personas normales que cuando se ponen el traje (o se lo quitan, en el caso de Hulk) ¡se convierten en un ser completamente diferente! Por otro lado, es un tipo sin físico para interpretar a estos «cachas»: ¡habría cincuenta actores mejor preparados para hacerlo!
En fin, está claro que Downey Jr, criado desde niño entre la aristocracia de Hollywood (apareció en su primera película a los 5 años) tiene un papel que jugar en esta dimensión, donde cada vez se fusiona más la ficción con la realidad.
Han decidido promocionarlo, convirtiéndolo en un ídolo… al que pueden destronar fácilmente, mediante una «sobredosis» sin ir más lejos, como sucedió con Jimy Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison, sin ir más lejos.
El porqué del valor para los satánicos del sacrificio del Ídolo, el Héroe de las masas, reside en que es capaz de llegar al inconsciente colectivo porque la gente les imita: la muerte de los mencionado ídolos de la generación hippie a manos de las drogas, les dejó tan huérfanos, tan hambrientos de su símbolo, que muchos acabaron siguiéndolos en ese camino autodestructivo (no importa que fueran en realidad asesinados).
¿Qué decir de las consecutivas muertes de Lennon y Marley (1980-81)? Sin esos referentes, el punk se impuso claramente y nuevamente la juventud quedó desorientada y cayó en la autodestrucción.
¿Y qué decir de las pérdidas de Otis Redding y Sam Cooke, y posteriormente todos los raperos negros asesinados en extrañas circunstancias en los años 90? Más de lo mismo.
Por no hablar de Malcom X y Martin Luther King, por supuesto.
Llega el siglo XXI ¿y qué tenemos?: las dos reinas del soul, la «madre» Whitney Houston y la «hija» Amy Winehouse mueren en la bañera por supuestos abusos de estupefacientes… cuando, teóricamente, estaban saliendo «del agujero». Lo mismo que Michael Jackson (muerto cuando volvía a «sacar la cabeza».
Así funciona el sacrificio de los ídolos: no sólo matan a una persona, matan la esperanza de todos aquellos que admiraban y veían en el ídolo al referente que les servía como faro.
Por eso es por lo que pienso que mantener en el «candelero» a una serie de ídolos tan desequilibrados como Britney Spears, Lindsay Lohan o el propio Robert Downey Jr es tan «útil» para los Iluminati, porque con la excusa de las drogas se los pueden «cepillar» en cualquier momento, consiguiendo un gran efecto sobre el inconsciente colectivo… al margen de que esa muerte pueda eclipsar algo más importante que suceda en ese momento. Una cortina de humo, vaya.
Estaremos atentos a la carrera de este actor.
PD: En el año 2001, justo cuando le acababan de liberar de uno de sus arrestos por posesión de drogas, hizo de «Elton John» al mostrar su cara en el vídeoclip de la absurda canción «Quiero amor». Y digo absurda porque si leéis el texto de la canción, emite mensajes muy contradictorios con el amor. En este vídeo, la imagen aparece muy desenfocada, de manera que tiene connotaciones «spiritas» pero en el original en inglés, se ve bien: no sé si esta imagen ha sido deformada. De lo que no hay duda es de que juegan con el típico ajedrezado masónico.