Dado que ha habido personas a las que les ha gustado el artículo que publiqué «hacerse cargo», he decidido escribir mi propia visión -crítica- sobre la cuestión.
Aunque se ha escrito bastante sobre la generación «Peter Pan» (niños envueltos en cuerpos de más de 30 e incluso 40 años), todavía no he leído una disección profunda de su manera de pensar.
Lo que se conoce hasta el momento es el tópico de «personas que se niegan a crecer y se mantienen en el infantilismo»; estéticamente se les reconoce -sobre todo en los hombres/niños- por vestir con símbolos de su niñez (héroes de dibujos animados, cómics) y por conservar sus costumbres casi intactas de cuando tenían quince años (o menos), como por ejemplo el monopatín, símbolo de Bart Simpson, eterno niño que se niega a crecer.
Primero de todo es preciso reconocer que, en España, las condiciones socioeconómicas han dejado a una generación y media varados en las casas de sus padres, sin posibilidad de encontrar un empleo digno y mucho menos, emanciparse. Hasta cierto punto es normal que si no se les permite «crecer», se hayan envuelto en «formol» hasta que se les permita tener una vida adulta. Mantener el espíritu joven conservando la identidad que un día les dio seguridad viene a ser una forma de defenderse contra la injusticia que les ha tocado vivir.
OK. Hay mucha dignidad en esta postura. Yo mismo mantuve mi «máscara de roquero duro» hasta los 30 como una forma de evitar que la Mátrix me engullera. Cada uno se ha defendido como ha podido y es loable todo intento por mantener su autenticidad.
Pero por detrás de estos detalles hay mucho más, obviamente.
Por diversos tipos de asuntos, me ha tocado lidiar con unas cuantas chicas de esta generación (y algún chico) incapaces de responsabilizarse de sus actos, su falta de compromiso en aquello que hacen e implican a otra persona (sea profesional o sentimentalmente) es algo tan flagrante que puedes haber quedado un día, no aparecer… y no cogerte el teléfono ¡en un año! (Y cuando lo cogen, ¡no dan una explicación!). En concreto, recuerdo una, del género «muy femenino» que, al tiempo que se quejaba de la falta de sensibilidad de los demás (hacia ella), se exoneraba a sí misma de responsabilidad alguna por sus reacciones histéricas, insensibles, faltas de consideración y manipulaciones interesadas y premeditadas de su entorno (preferentemente masculino).
En esta época de la culpabilidad masculina POR LEY, muchas niñas/mujeres se han aprovechado de la contingencia para manipular a su antojo al género masculino sin responsabilizarse en absoluto de las consecuencias de sus actos (para el otro). Un «yo soy así» o «te tomas demasiado en serio la vida» pueden ser respuestas prototípicas de estos/as «Peterpanes» cuando detectas sus «juegos manipuladores»… unas personas que, al mismo tiempo, ¡se suelen quejar de que nadie les tome en serio o que sus vidas profesionales no avanzan!
¡Paradojas de la vida! (Por supuesto, son incapaces de ver el origen de su bloqueo).
Evidentemente, la new age ha significado la perfecta cobertura ideológica para este tipo de manipuladores con frases/comodín como «no hay verdad ni mentira: es pensamiento dual», «hay que vivir en el ahora», «el pasado no importa» para evitar la confrontación de su comportamiento.
Autoindulgencia y autocomplacencia son las guías principales de sus vidas: los grandes pecados de los narcisistas. Y un Peterpan es, ante todo, un narcisista, alguien que ensalza tanto su autoestima que se cree exonerado de ninguna responsabilidad hacia los demás (seguramente, porque en su interior, se siente frustrado, es cierto: la cuestión socieconómica puede ser su origen; «ellos no me dan nada, yo tampoco»).[Tratando de entenderlos, intento pensar en que, quizás, ni ellos mismos sean plenamente conscientes de su comportamiento: aunque esto pueda ser otra manera de tratarlos como niños]
En realidad, la propia New Age es un nido inconmensurable de Peterpanes porque una gran parte de los terapeutas y gurus se ganan la vida halagando, -sin ningún tipo de tapujos- la falta de responsabilidad individual sobre los actos («anulando el ego», no hay a quién echarle la culpa de nada). Lo mejor de todo es que, al mismo tiempo ¡estas mismas personas pregonan la consciencia! ¡Los mismos y mismas que no se hacen responsables de sus actos pregonan la consciencia!***** ¡Delirante!
Hace años, este tipo de comportamiento estaba ligado a los niños «mimados» o sobreprotegidos de la alta sociedad. Ahora, de alguna manera, también, aunque este comportamiento se ha extendido a todas las capas sociales a través de un elemento importante que suele ser común en todos ellos, sobre todo en las niñas: la ausencia de padre en sus vidas cuando estaban creciendo. Como es sabido, la madre representa la indulgencia ante todo lo que hacemos (siempre perdona), mientras el padre enseña a responsabilizarse de lo que hacemos: una niña (o un niño) que ha crecido sin el padre suele carecer de ese aspecto masculino de la responsabilidad, e incluso más, la niña que ha crecido sin padre en muchas ocasiones no respeta al género masculino (porque ha crecido sin el padre y de alguna manera se «venga» de él, con los hombres de su vida, es decir, con el género masculino).
Todo este egoísmo narcisista e irrespeto hacia los demás, es compatible, por otra parte, ¡con los pensamientos más místicos y elevados respecto a la Humanidad! (eso sí, las frases rimbombantes y las quejas sobre el sistema, sí, pero la autocrítica… ¡nanay!). Puro New Age.
Hoy día nos rasgamos las vestiduras por la cara dura de estos políticos corruptos que no se hacen responsables de sus robos al erario público y mienten sin asomo de culpa. Pero lo mejor de todo es que muchos (y muchas) de los que se rasgan las vestiduras por estos actos infames son los mismos que niegan la Verdad en sus propias vidas y la responsabilidad de sus propios actos.
¡Tremebunda disonancia cognitiva!
Detrás del odio que los tenemos, ¿acaso no son los políticos unos perfectos espejos de la falta de responsabilidad personal en la que ha caído nuestra sociedad? ¿No son, también, los políticos otros ‘Peterpanes’ que se niegan a crecer y aceptar que son responsables de sus actos? ¡En realidad son «políticos new age»; ellos no tienen culpa de nada! ¡Jajajajaja!
PD: Cuando te encuentres a otro de estos «irresponsables new age», háblale de los políticos, ¡a ver qué cara te pone!
PD 2: Se habla mucho de la madurez pero nadie se atreve a decir lo obvio: la madurez no tiene que ver con la edad sino CON LA ASUNCIÓN DE LAS RESPONSABILIDADES. Hay niños de 12 años plenamente responsables de sus actos (del impacto que tienen en los demás) y treintañeros, cuarentones y hasta ancianos que jamás se han atrevido a aceptar la responsabilidad de su propia vida y se la pasan «echando balones fuera» y culpando a los demás de todo lo que les pasa.
Repito: madurez=plena responsabilidad.
