Espiritualidad, General, Política actual, Profecias — 21 noviembre, 2013 at 5:55 pm

Todos fuimos judíos… y dejamos de serlo: ¡que los judíos se hagan hebreos!

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Hoy día, sólo en los viejos diccionarios encontrarás como acepción de la palabra «judío»: «avaro, usurero» y de «judiada», «crueldad, inhumanidad». La razón es que se han prohibido estas palabras.
El lenguaje es la expresión del pueblo y si estas palabras llegaron a obtener ese significado, es por algo.
En realidad, todos llevamos un judío dentro de cada uno: estoy seguro que no hay ningún lector que no piense alguna vez que le van a dejar sin pedazo de pastel cuando se reparte, o que todos están contra uno o que se le trata injustamente, disminuyendo su importancia. Todos tenemos algo de tacaños, y todos tenemos algo de paranoicos.
La razón de esta «paranoia» es, en realidad, real: el Ser Humano ha vivido en una competencia feroz (similar a la de esos documentales de la sabana con los que nos castigan un domingo tras otro) para sobrevivir, competir por el trabajo, por conseguir pareja… y por conseguir el dinero, esa cosa a cuyo mando están… ¡Los seguidores de Jehová!
Es más que evidente, a la luz de todos los futbolistas y actores a los que, curiosamente, acompañan deslumbrantes mujeres, que dinero, trabajo bien remunerado y esposa espectacular van de la mano. De manera que se puede decir que quien se pone a las órdenes de Jehová (quien vende su alma) obtiene a cambio los mayores placeres materiales.
Ese es el pago de Jehová a cambio de mantener el status quo de la granja humana.
El mensaje de todos los verdaderos profetas de la Humanidad, incluidos, por supuesto, los de la «gente del libro» (Biblia) más tarde conocidos como «judíos», siempre fue el mismo: ‘dejad de adorar al becerro de oro, dejad de practicar la usura, haced el Bien y compartid’. En cambio, el mensaje de Jehová (que se infiltró en la Biblia, donde al lado de un dios tiránico, está el Dios verdadero, bondadoso) es justamente el contrario: «yo soy sólo de vosotros, los elegidos, y por tanto, yo os concedo el privilegio de la usura… (y matar, extorsionar, manipular sin que la justicia caiga sobre vosotros». (A cambio de que mantengáis la granja en orden).
Evidentemente, esa manera de actuar lleva a lo que está sucediendo en Palestina y el Planeta entero ahora mismo: la matanza indiscriminada y ese acto tan judío que es el acto terrorista (‘te voy a asesinar pero ni siquiera vas a poder demostrar que fui yo’).
Ese señor de Galilea que vino al mundo hace 2000 y pico años encarnó en ese pueblo precisamente para ponerlos en cintura y, de paso, eliminar la propia paranoia de que todo el mundo les odia, que es lo que les hace atacar a los demás para defenderse de un posterior ataque («ataque preventivo», lo llamaron). Un círculo vicioso: ‘yo te ataco porque siempre me habéis perseguido’, lo cual provoca más odio y recelo.
Todos los «judíos» (es decir, los adoradores de dioses particulares de un pueblo, como Thor, Odin, Osiris, etc, etc, etc) quedaron subsumidos cuando el señor de Galilea llegó y dijo que todos éramos hijos del mismo Dios, del único Dios que existe. Es decir, que antes de Jesucristo, en realidad, todos creían en Lucifer o su acólito Satanás: los dioses de la división. Y ese mensaje, claro está, a los rabinos de Jehová no les gustó un pelo, porque les arruinaba el «negocio» (de la usura).
Así pues, la palabra «judío» quedó en el diccionario castellano como un recordatorio de que aquel pueblo que piensa que tiene un dios particular, va a cometer todas las maldades contra los demás, escudados en que «su Dios se lo permite porque ellos son especiales». Lo que llamaríamos «sus niños mimados»: esos son los judíos, los niños mimados que lloriquean y lloriquean y así consiguen siempre lo que quieren.
El problema del Planeta es pues, tan sencillo (y tan complicado) como ése; los judíos deben decidir dejar de serlo para unirse a la Humanidad como hijos del mismo Dios.
Cada uno de nosotros (o sus ancestros), un día hizo lo propio.
Yo recomendaría a los judíos que siguen esta web que, a partir de ahora, se reconozcan como «hebreos», en lugar de «judíos», entendiendo que asumen una parte de su tradicción religiosa pero no la que les separa del resto de la Humanidad.
En el momento en que los judíos dejen de considerarse como tales y se nombren como «hebreos», habrá Paz en el Planeta.
PD: Por si no queda suficientemente claro, el hecho de que un pueblo de la Antigüedad creyera en un dios y otros, en otro, era prueba de que todos creían en realidad en Lucifer (que les decía a cada uno que cada cual era el pueblo elegido): porque si hubieran creído en el mismo Dios, el único, no habría motivo para que se enfrentaran en guerras y habrían buscado el bien común. Ahí residió el valor de la acción de Jesucristo, que se encarnó, justamente, en el lugar más peligroso, donde moraban los practicantes de la religión de la usura.