General, Historia oculta — 28 enero, 2014 at 4:38 pm

Reescribiendo la historia del Siglo XIX a la luz de la probada conspiración masónica: las batallas entre conservadores y liberales

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A la luz de las informaciones publicadas  la pasada semana en esta web sobre la innegable dirección de las independencias de las colonias españolas en América por parte de la masonería, al servicio de la corona británica, es preciso reescribir la Historia del Siglo XIX tal y como nos la han contado.

-Primero de todo, no hubo tal «independencia» sino la absorción de la América de habla hispana por parte de la corona británica (Portugal ya era colonia británica, así pues, Brasil ya formaba parte de ella). Si los masones al servicio de la corona británica pasaron a la historia como «padres de las naciones hispanoamericanas», entonces, hoy día, salvo algún gobierno nacionalista (Evo, Correa, Chávez ) siguen estándolo. Las muertes y golpes de estado a presidentes como Torrijos (Panamá), Perón (Argentina) o Roldós (Ecuador) fueron producto de ese mismo poder anglosajón (y la mano que, a su vez, los gobierna a ellos).

-Teniendo en cuenta que todos los «libertadores» se formaron en Europa (al igual que Mao o Pol Pot), está claro que fueron los masones quienes idearon este plan pero si cruzamos las fechas y el lugar en el que Miranda funda la logia «Lautaro», germen de toda la  conspiración, podemos entender, de rebote, la historia de Europa del siglo XIX.

-Resulta que un militar hispanoargentino, apellidado San Martín, se afilia a esa logia ¡en Cádiz en 1811! El mismo lugar que un año después promulgaría la primera constitución «liberal» española y la base del Estado moderno que, como demostró Félix Rodrigo Mora, para lo que sirvió fue para derogar el derecho consuetudinario y la estructura ancestral comunitaria y escenificar el poder de lo que hoy conocemos como «El Gran Hermano», la antítesis de la libertad. En la conocida como «La Pepa» colaboraron intelectuales (se entiende que masones) hispanoamericanos como el chileno Fernández de Leiva, el mejicano Miguel Ramos Arizpe, el peruano Vicente Morales Duárez y el ecuatoriano José Mejía Lequerica… ¡que más tarde forjarían las constituciones de sus respectivos países!

-Salta a la vista que todo fue un plan coordinado de la masonería y, dado que Napoleón Bonaparte y su hermano José (efímero rey de España) eran prominentes masones, lo lógico es pensar que Napoleón (consciente o inconscientemente) era parte de ese plan.

Porque, si echamos la vista atrás, recordamos que la Revolución Francesa fue obra de la secta Iluminati y de sus «hijos» jacobinos (izquierda) y girondinos (derecha), masones ambos, y Napoleón Bonaparte fue parte de los jacobinos, más tarde aupado como dictador e incluso emperador. A fin de cuentas, las continuas guerras que generó redundaron en la pérdida del poder de España, país que ocupó, y durante esa misma ocupación, Inglaterra organizó las revoluciones ya comentadas en la América hispana. Evidentemente, todo estaba coordinado, y la prueba está en que tanto San Martín como el traidor Rafael de Riego (a ver quién retira su himno) viajaron a Inglaterra para venderse a los ingleses.

Al igual que no haría un «descendiente de Napoleón» llamado Adolf Hitler, el corso no atacó territorio inglés, saliendo este país tremendamente beneficiado de la locura napoleónica, hasta el punto que se erigió en el poder referente después de que Napoleón fuera finalmente derrotado en esa batalla hábilmente manipulada por los Rothschild llamada Waterloo (1815) y mediante la cual se hicieron con el control del Banco de Inglaterra.

-Ahora, mi propuesta es la siguiente:

Al igual que Hitler, Napoleón fue otra marioneta en manos de la masonería judía que sirvió para desestabilizar el mapa europeo y destrozar la unidad de Hispanoamérica. ¡Qué casualidad que al mismo tiempo que se generaba la Constitución española de 1812, los mismos masones pergeñaban las «independencias de las colonias españolas en América»!

Como prueba de que todas esas realidades estaban manejadas por las mismas manos, echad un vistazo a lo que fue el siglo XIX a ambos lados del Atlántico: revoluciones y turno de partidos entre conservadores y liberales, las dos ramas masónicas emanadas de la «revolución francesa», conocidos como «girondinos» y «jacobinos». Casi calcado en España y América.

Ahí está la estupenda novela «Cien años de soledad», de García Márquez, como prueba de que los masones que pergeñaron la independencia americana y el «nuevo régimen» en España eran los mismos y crearon la misma realidad.

PD: Los cadáveres de Juan Domingo Perón y su esposa Eva fueron profanados a la manera masónica. Leélo en Indymedia Argentina.