Los estudiosos no han comprendido lo que de verdad narra la Biblia porque creen que la gente de aquella época se regía por unas normas muy diferentes a las actuales; piensa que, como fue hace muchos años, la gente era muy diferente.
Y no es así: la realidad es que el modo de gobierno prácticamente no ha cambiado desde entonces. Únicamente se han sofisticado los métodos pero los principios de manipulación han sido los mismos a lo largo de la Historia… hasta hoy. La clave oculta de la Biblia es la misma que hoy día nos permite explicar todo: la Conspiración.
Hasta este momento en que libero esta información, se había considerado que la batalla de Moisés contra la adoración del becerro de oro había sido una lucha del patriarca del judeocristianismo contra la avaricia pero si reparamos en que Moisés acaudilla a su guardia personal levita para sofocar la rebelión y asesina a 23.000 de sus hermanos… habrá que coincidir en que Moisés no representaba al Bien. Y mucho menos, que el judaísmo haya combatido realmente la usura y la avaricia: la acumulación del oro para manipular así la economía ha sido su modus operandi desde tiempos de Moisés. Así que esto no cuadra.
A lo largo del libro del Éxodo se nos muestra cómo, en todo momento, Moisés tiene un «hilo directo» con Yahvé que le habla, bien directamente (en su mente) como personalmente o desde una «nube» (clara referencia de que Yahvé es una entidad extraterrestre).
Para entender este crucial acontecimiento hay que reparar, primero, en que es el Sumo Pontífice judío Aarón, quien lidera la incautación del oro para erigir la estatua idolátrica, hermano de Moisés y al que él mismo había nombrado primer jefe del Gran Sanedrín. La rebelión y la erección del becerro de oro suceden mientras Moisés está en la montaña, hablando con Yahvé, y cuando baja repara en que se han puesto a adorar al oro, en lugar de a Yahvé.
Vayamos a 1929, cuando los banqueros USA al servicio del levita Rothschild provocan un crack artificial de la bolsa y más tarde una recesión al cortar el suministro del dinero a través de la Reserva Federal. Cuatro años después, en 1933, el presidente Franklin Delano Roosvelt emite la orden ejecutiva 6102 que obligaba, bajo pena de cárcel, a los ciudadanos USA a entregar el oro a la reserva federal a un precio de 20 dólares la onza. Es decir, lo confisca para, a partir de ahí, convertir el «dinero escrito en el aire» en la nueva divisa que nos llevaría al caos en el que estamos hoy metidos.
Conociendo este suceso, podemos entender lo que sucedió en época de Moisés. El pueblo se rebela porque Moisés, que los saca de Egipto para tenerlos 40 años vagando por el desierto -no se sabe muy bien por qué- y ahora sí podemos entender: los había llevado a lo que hoy llamaríamos una «recesión económica». El «agente Rotschild» (el hermano de Moisés, Aarón) realiza una confiscación del oro, como haría siglos después Roosvelt a través de la Reserva Federal. Con las mismas, Moisés tiene la excusa perfecta para abolir el «patrón-oro», es decir, quedárselo él mismo y su linaje: los levitas o protobanqueros que, por si hubiera alguna duda de ello, realizan allí mismo una masacre de sus propios hermanos, para que no haya ninguna duda de quién mandaba a partir de entonces. Es decir, lo que conocemos hoy día como un «autogolpe de estado»: los españoles sabréis de lo que hablo porque a estas alturas ya todos sabéis lo que pasó en el mítico 23-F.
Y para borrar todo rastro de esta conspiración, días después, Moisés subiría al Monte Hor con su hermano Aarón, y lo asesinaría en honor a Yahvé, colocando a su hijo, Eliazar en su lugar, como Sumo Pontífice.
De esa manera, confiscando el oro antes de la entrada en Canaán, se aseguraba controlar al resto de las tribus, que tendrían que rendir a los Leví tributo, es decir, vivirían a su costa porque, en realidad, la sinagoga es el primer banco que hubo en la Humanidad (y el único, en realidad, todos los bancos son sinagogas y están controlados por los descendientes de Moisés. Todos rinden tributo a sus sucesores, la familia Rothschild). Después de este evento realizarán «conquista de Canaán»: cuando la élite levita-banquera se ha hecho con el poder asociado al oro y ha realizado el mencionado holocausto con el que aterrorizan a la población y les obliga a conquistar Jerusalén. ¿Os suena de algo, verdad?
¿Verdad que ahora sí cuadra la Historia?
Hay un elemento dentro de esta crucial historia que todavía no he logrado comprender en su totalidad. La versión oficial dice que Moisés fundió el oro del becerro y lo vertió en agua (¡nadie en su sano juicio lo haría, y menos un judío!), que luego dio a beber a los judíos que se habían rebelado. Intuyo que hay aquí encerrada una alegoría (o un conjuro), pues el oro en la tradición espiritual representa, precisamente, el espíritu: ¿corrompió su espíritu al hacerles tragar el oro? Dejo este última incógnita abierta para que vosotros mismos saquéis vuestras propias conclusiones.
PD: ¿Sabíais que en la Edad Media española había un tributo (impuesto) llamado AL-CÁBALA? ¿Os tengo que explicar más o ya entendéis quien lo manejaba?
El becerro de oro
32 Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: Levántate[a], haznos un dios que vaya[b] delante de nosotros; en cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2 Y Aarón les dijo: Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.3 Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. 4 Y él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: Este es tu dios, Israel, que te ha sacado[c] de la tierra de Egipto. 5 Cuando Aarón vio esto, edificó un altar delante del becerro[d]. Y Aarón hizo una proclama, diciendo: Mañana será fiesta para el Señor. 6 Y al día siguiente se levantaron temprano y ofrecieron holocaustos y trajeron ofrendas de paz; y el pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. 7 Entonces el Señor habló a Moisés: Desciende pronto, porque tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido. 8 Bien pronto se han desviado del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición y lo han adorado, le han ofrecido sacrificios y han dicho: “Este es tu dios, Israel, que te ha sacado[e] de la tierra de Egipto.” 9 Y el Señor dijo a Moisés: He visto a este pueblo, y he aquí, es pueblo de dura cerviz.10 Ahora pues, déjame, para que se encienda mi ira contra ellos y los consuma; mas de ti yo haré una gran nación.11 Entonces Moisés suplicó ante el Señor su Dios, y dijo: OhSeñor, ¿por qué se enciende tu ira contra tu pueblo, que tú has sacado de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? 12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: “Con malas intenciones los ha sacado, para matarlos en los montes y para exterminarlos de la faz de la tierra”? Vuélvete del ardor de tu ira, y desiste de hacer daño a tu pueblo. 13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, y les dijiste: “Yo multiplicaré vuestra descendencia[f] como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de la cual he hablado, daré a vuestros descendientes[g], y ellosla heredarán para siempre.” 14 Y el Señor desistió de hacer el daño que había dicho que haría a su pueblo.