Fue ayer por la mañana, desayunando con mi amiga Bea, y mientras le explicaba el método deductivo que me ha llevado a poder descifrar la madeja que esa misma tarde contaría a una veintena de personas: «el secreto está en un arma revolucionaria llamada… ¡dicccionario!»
Por alguna razón que solo la ley sincronía puede saber había dejado pendiente indagar sobre el origen etimológico de las palabras «permiso», «licencia» y «ley».
Y allí que me fui a una estupenda página chilena que me proporciona tanto conocimiento.
Resulta que la palabra «permiso» significa:
1-Licencia o consentimiento para hacer una cosa. («Ok, nada raro»)O.
2-Tiempo libre de obligaciones, de vacaciones. («Te conceden permiso para no tener obligaciones, o sea que lo normal es tenerlas»).
3-Documento en el que consta la autorización para hacer una cosa. («La cosa se va complicando, ahora, si no te lo escriben, no puedes hacerlo!).
4-EN LAS MONEDAS, DIFERENCIA CONSENTIDA ENTRE SU LEY O PESO EFECTIVO Y EL QUE EXACTAMENTE SE LE SUPONE.
Métete en la web si no te lo acabas de creer.
«Permiso» significa manipular el peso de la divisa, de la moneda. «Permiso» es «engañar». O sea, que quien te concede un «permiso» (oficial, se entiende) te está engañando.
¡Toma ya!
Pero hay más, si lo volvéis a leer, os daréis cuenta en que el significado etimológico de la palabra «ley» lo equipara al «peso efectivo de la moneda». ¡La ley es la moneda!
Como os podéis imaginar, sabiendo que esa tarde iba a hablar de «El dinero, la ley y la libertad», aquello que fue como una especie de mágico regalo, en una noche con superluna ¡y mi kin maya aguila galáctica!
Bueno, paso por alto el significado de licencia salvo para recordar que una de sus acepciones tiene que ver con la iglesia, en concreto, para realizar rituales.
Vayamos a la palabra Ley, que como veréis, tiene su miga.
Resulta que el vocablo «Ley» procede del latín «Lex«, que a su vez parece que viene de los etruscos. Bueno, pues lo que cuenta este dicccionario etimológico es que «lex se refiere a la fórmula de mezclar metales, especialmente a la cantidad de oro que tenían que tener las monedas romanas». Si tenemos en cuenta que el «permiso» era la capacidad para manipular el valor del dinero, ya tenemos el puzle completo.
¡Voilá!
Esta es la prueba definitiva de que:
1-El dinero es la ley.
2-La ley es una estafa a través del dinero.
3-Los permisos son un timo que proceden de la emisión del dinero.
Pero hay más: resulta que el vocablo «lex» tiene también un carácter religioso y se refería a las fórmulas elegidas para llevar a cabo un rito. Y en ese punto recuerdo que Moisés recibió las «tablas de la ley» y que supuestamente él fue quien escribió el libro del Deuteronomio.
Acto seguido, esta web diferencia entre «Lex» (Derecho) y Ius (Justo, Justicia) como dos conceptos diferentes: el primero, asociado a la ley codificada por escrito (un timo, recuerda), y el segundo, unido al Derecho Natural, de tradicional oral, y asociada a la costumbre.
Ergo: La Ley no sólo no es lo mismo que la Justicia sino que, de acuerdo a esto, son opuestas.
Pues esto es lo que salió en el templo de la libertad ibicenco.
PD: Recuerdas cómo se llamaba el malo de «Supermán»? ¡Lex Luthor!