Jamás «tragué» a Leonard Cohen. En mi época de instituto, los que iban de intelectuales, de «culturetas», esos que desayunaban con los profesores y ya tonteaban con las juventudes del PSOE, eran fans del canadiense.
No era exactamente la música lo que me disgustaba sino su voz: esa voz de ultratumba y siniestra me daba «mal rollo», malas vibraciones. Era algo instintivo.
Por eso nunca profundicé en sus canciones y únicamente conozco las típicas, las que todo el mundo conoce.
Hasta que, en el curso de mis investigaciones, me topé con esta información en la que se describe cómo a la edad de 17 años el futuro poeta participó como cobaya en un experimento MK Ultra con LSD en 1951, tras el cual escribió un libro y se convirtió en el reconocido artista que hoy es. Incluso aparece en una foto dentro de un experimento de privación sensorial a cargo del Doctor Hebb
¡Ajajáaa! En el artículo se detalla que Cohen era un habitual del Allan Memorial Institute del infame psiquiatra Ewan Cameron (cabeza del MK Ultra) donde se servía la mejor cocaína a los «pacientes-voluntarios» y que luego se marchó a estudiar a la Universidad de Columbia (otro de los epicentros de este programa de control mental).
El artículo lo escribe el que fue su vecino en los años 80, describiendo una atmósfera de cuasi secta alrededor del cantante, que parece un zombie, controlado por esas otras personas.
Bien, con esos mimbres, sí, me dispuse a bucear en la obra del cantante de la casta de los rabinos y me encuentro con esta… canción de 1992 llamada «El futuro» en la que describe el futuro.
Hacía tiempo que no me quedaba tan anonadado. Preparaos.
Magia negra pura, parece una invocación al demonio, ¿verdad? Ahora, que alguien me explique cómo coño sabía este señor con tanta fidelidad el futuro que le esperaba a la Humanidad después de ese 1992…
Bueno, pues yo creo que casi todo el mundo conoce el que fue uno de los grandes éxitos de Cohen que en realidad fue escrito para una cantante llamada Jennifer Warnes: «First, we take Manhattan», de 1987. Es decir, «Primero tomaremos Manhattan» que, por si no lo recordáis, es el barrio donde están las Torres Gemelas. Fijaos en la portada del disco, fijaos: ¿no véis las torres gemelas y unos avioncitos? ¿Qué casualidad, verdad? ¿Y el billete del dólar a la izquierda envolviendo a un ejecutivo? ¿Y la estatua de la Libertad aniquilada por las Torres y todo ello dentro de una brújula y dentro, a su vez, de un plano de ciudad? ¡Ojo, que dice «primero tomaremos Manhattan (Las Torres Gemelas) y después Berlín». ¿Se está refiriendo por casualidad a la Unión Europea, señor Cohen?
Sigamos con las profecías del señor Cohen con este «salmo» titulado «Todo el mundo lo sabe». ¿Quién lo sabe, señor Cohen? ¿Los rabinos sabían el mundo que nos esperaba? ¿Ya lo tenían pensado?
Me hace «muchísima gracia» porque, como os he contado, Leonard Cohen era el ídolo de las izquierdistas feministas de mi instituto. Y me hace gracia porque me encuentro con la confirmación de la leyenda de que el señor Cohen escribió una canción en recuerdo de la aventura que tuvo con Janis Joplin… en unos términos que… mira que no me gusta esa palabra… pero esta vez la voy a utilizar: machista.
Todo un caballero, ¿verdad? ¿Puede otro cantante que no sea judío denigrar de esa manera a una mujer, y encima un símbolo feminista como Janis?
Obviamente, no. Que alguien me lo explique, por favor. Que alguien me explique cómo este farsante se forjó esa leyenda de «profundo» e «intelectual».
PD: El abuelo de Leonard Cohen fue uno de los más distinguidos rabinos modernos.
PD 2: Me acaban de llegar estos versos de Leonard Cohen que zanjan cualquier discusión acerca de su verdadero objetivo.
