Una de las grandes mentiras que se extendieron durante el siglo XX es que todo es relativo, incluso el Arte; que no se podía discriminar al verdadero artista del farsante. Que no existía, en definitiva, el Arte en sí mismo y que el marketing podía convertir cualquier mierda en un objeto de adoración, haciendo realidad el cuento de «El traje nuevo del emperador».
La prueba de que esto fue una leyenda urbana es que 80 años después de los comienzos de la era del disco, el tiempo ha colocado a cada uno en su sitio y, por ejemplo, las cantantes Edith Piaf y Billie Holiday son las indiscutibles reinas de esos años 30 y 40.
No es que sean mis favoritas (que lo son); es que hoy día nadie puede negar que, pese a la baja calidad de la grabación de aquella época, sus voces siguen impactando y sus melodías, arrullándonos. El paso del tiempo no ha hecho más que aumentar el valor de sus canciones, de su Arte.
¿Que por qué coloco sus biografías juntas en un post?
Pues porque cuando las vi hace ya meses me di cuenta de la enorme cantidad de similitudes que tenían sus vidas: chicas de la calle, con infancias truculentas, condenadas a la prostitución y la marginación, que comienzan sus carreras en garitos semiburdeles y «por casualidad son descubiertas» por un productor, emergiendo como el modelo de las futuras estrellas: el modelo de «tú también puedes salir de la nada y convertirte en una superestrella».
Sus canciones tristes en las que narran sus desamores influenciarán a posteriores seguidoras e imitadoras (desde Etta James, Aretha, Janis…), pero lo más importante: su aire melancólico impregnará, para siempre, el recuerdo de esos años treinta, cuarenta y cincuenta.
Muy pero que muy interesante la persecución que sufrió Billie a consecuencia de su adicción a la heroína, que la dejó (la persecución policial) prácticamente en la indigencia, sin ¡poder actuar para ganarse la vida por más de una década! A todas luces, digna de una conspiración. Lamentablemente, no he encontrado ninguna biografía en español de calidad, por eso las coloco en inglés.
En definitiva, que el Arte sobrevive, el márketing, no: el márketing hipnotiza en el momento y puede vender una basura, pero al poco, desaparece su poder y el arte, por contra, se engrandece.