Hasta ahora, todos los estudios que decían comprobar que la llamada «familia gay» no afectaba al desarrollo emociona de los niños se basaban en pírricos estudios con apenas unas docenas de chavales, seleccionados por el propio movimiento gay.
Conducido por un sociólogo y sacerdote católico, este es el primero que eleva las cifras a 500 y se ha encontrado otro tipo de resultados, que ponen en duda la bondad esta «nueva tecnología» de principios del siglo XXI que fue la «familia gay».
Occidente tiene un problema, de raíz.