Os lo he contado varias veces pero lo repetiré otra vez: la esclavitud que sufre la Humanidad se gestiona en base a unos protocolos que, cuando los conoces, los ves repetidos una y otra vez en diferentes campos de la vida. Una vez que aprendes a verlos, decodificar la realidad se convierte en un «juego», en el que puedes anticipar los siguientes movimientos de la perversa élite. Pasó con los atentados de bandera falsa y pasa con la corrupción, con el germen de todos los males.
El artículo de El Confidencial que os recomiendo sobre cómo funcionaba (y funciona) el dopaje en el mundo del ciclismo, en base a declaraciones del propio Lance Armstrong podría ser un mera historia sobre la corrupción en el mundo del deporte, de manera que si no te interesa este mundillo, pasarías por alto estas suculentas declaraciones y datos.
Craso error.
En este estupendo artículo aprenderás que eran los máximos responsables del ciclismo internacional, así como las propias agencias antidopaje, quienes no solo protegían sino que, gracias a las donaciones del propio Armstrong para la lucha contra esta práctica, ¡contribuían a protegerla!
Los corredores pagaban por no ser investigados y el propio responsable antidopaje informaba a los equipos de lo que tenían que hacer para evitar ser detectados.
¿Qué nos está diciendo todo esto?
Llevad estas aseveraciones al campo de la protección de los niños, del medio ambiente, de la lucha contra la droga o de la lucha contra la corrupción (en España, como la fiscalía anticorrupción): son las más altas esferas responsables de perseguir todos esos crímenes quienes paralizan las investigaciones cuando llegan «demasiado alto» y están a punto de tocar el corazón del sistema, como estamos viendo en el Reino Unido con las redes pedófilas dentro del Parlamento británico. ¡Son algunos propios políticos los principales criminales!
De esta manera, los sufridos funcionarios y activistas de las ONGs son los «tontos útiles» que dan la buena imagen de que nuestras sociedades luchan contra el Mal, cuando la realidad es que, como en el caso del dopaje en el ciclismo, el Mal es el que se encuentra en la cúspide de la pirámide.
No os perdáis el mencionado artículo.