Historia oculta — 17 marzo, 2015 at 10:29 am

Documento pone patas arriba la historia del siglo XIX: Napoleón era el bueno, Inglaterra triunfó conspirando

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Este documento que os enlazo y que me ha enviado un lector de la página sobre la época de Napoleón alumbra un gigantesco cambio de la Historia que nos enseñaron en la escuela, en España, acerca de la figura del emperador francés.
Bien es cierto que procede del Instituto Napoleónico México-Francia, pero los datos que aporta en torno a la conspiración de los banqueros al servicio de Inglaterra concuerdan de tal manera con lo que ahora sabemos acerca de la independencia de los actuales estados americanos de habla hispana que me parece que se va a convertir en Historia Oficial dentro de no mucho.
El documento del escritor e historiador francés Maximilien Vox, recrea desde otro punto de vista los acontecimientos europeos alrededor de la victoriosa batalla napoleónica de Austerlitz; mientras el emperador triunfaba, en la retaguardia el banquero Ouvrard estaba llevando a la bancarrota al estado francés al frente de la Compañía de Negociantes Reunidos que proveía de aprovisionamientos a las tropas galas. La descripción que hace de esas maniobras es muy detallada y bastante confusa, por lo que habrá de estudiarse como se merece, pero después de las dos primeras lecturas que he realizado todo ello conecta muy bien con la conspiración Rotschild que desembocó en la Batalla de Waterloo 1815, que todos ya conocemos.
Lo interesante de este documento es que entendemos muchas otras cosas gracias a él porque, por ejemplo, aparece la moneda española como avalista de este conglomerado (y a su vez el oro mejicano), que en un oscuro contubernio acaba afectando gravemente a la banca española, de una manera que parece calcada a la época actual.
El principio consistía en utilizar los cuatrocientos millones de la reserva de oro que duerme inaccesible en los sótanos del virrey de México, bloqueada por los cruceros ingleses – para echar mano sobre el dinero vivo y corriente que yace en el bolsillo del contribuyente francés.
El mecanismo es ingenioso, pero simple: contra adelantos autorizados a 9%, la compañía Ouvrard-Négociants Réunis (Ouvrard Negociantes Reunidos) se hace entregar por el Tesoro las deudas de los recaudadores generales, garantizadas por anticipado con el ingreso de los impuestos inmobiliarios. Habiéndolos hecho negociar a 6% por la Banca de Francia, usa el producto para soldar a los proveedores generales del ejército: MM. Ouvrard, Vanlerberghe et Cie. A cambio, los cofres del Estado reciben bonos de la Caja de Consolidación de Madrid: pues justamente se acaba de encargar del «subsidio de neutralidad» anualmente impuesto al gobierno español una cierta sociedad Ouvrard et Cie de Bordeaux – cuyo coasociado no es otro que el rey Carlos IV de España en persona: el contrato está firmado: Yo, el Rey. Dicha sociedad recibió el monopolio exclusivo del comercio con la América española, incluido el de los metales preciosos.
El circuito consiste, así, en pagar en tintineos de piastras, – y cobrar en billetes de la Banca de Francia: pues la garantía de base es puramente teórica, haciendo Pitt oídos de mercader a las solicitudes de la banca anglo-holandesa Baring and Rope que se encargó de importar a Europa el fabuloso metal del que se alimenta la guerra. El grupo Ouvrard está pues obligado a sisar del Tesoro, mediante un millón de comisión entregada bajo mano al comisionario Roger, el permiso exorbitante de extraer contra simple recibo los fondos disponibles en la caja de los recaudadores generales de las contribuciones. De tal forma que la Banca, presentando a éstos las deudas descontadas, no puede recibir nada más que los recibos de los Négociants Réunis. Ha emitido papel contra papel.

Lo que logro entender es que el bloqueo inglés del oro español guardado en México, que a su vez debía pagar a Napoleón por su protección de los piratas ingleses, no llegó a Europa, de manera que Francia quedó desabastecida del metal, y así estos acreedores-banqueros comenzaron a sisar de la banca francesa, al tiempo que el rey español Carlos IV traicionó al pueblo español al asociarse con los banqueros sionistas y cederles el monopolio exclusivo del comercio con la América Española. Algo «clavado» a lo que ha sucedido con el rey y los gobernantes actuales que han vendido las empresas españolas al capital sionista».
Nos enteramos (yo al menos lo desconocía) que en aquella época Inglaterra había decretado un bloqueo comercial sobre Francia y los países neutrales (incluido España) que es la explicación política de la época de los piratas.
España, tomada por los banqueros sionistas, había sido aliado histórico de Francia en la independencia de las colonias norteamericanas y por eso atacaron conjuntamente Portugal (al servicio de Inglaterra).
La invasión napoleónica posterior, que se desarrolla el año siguiente de la vuelta de Napoleón de Austerlitz (1807-8) fue para evitar que Inglaterra se quedara con España, luego la historia oficial acerca de los supuestos valores democráticos de las constituciones liberales es falso: eran los falsos valores liberales, que en realidad no es más que el imperio inglés lo que se jugó en esa «guerra de la independencia«. De manera que los supuestos guerrilleros españoles fueron el equivalente decimonónico a los soldados del ISIS actuales; eran bandidos, como los narcotraficantes actuales.
A la luz de los datos exhibidos por Maximilien Vox, Carlos IV traicionó al pueblo español, de manera que la llegada de su hijo Fernando VII habrá de ser estudiada con otra luz, con el carlismo, enfrentado al rey Fernando VII, como posible ganador moral de esta batalla.
Casi con total seguridad, todos los golpes de estado del siglo XIX y la batalla entre liberales y conservadores tuvieron como telón de fondo la disputa sobre quién tenía derecho a emitir la moneda: si los banqueros sionistas (ingleses) o el gobierno español. En vuestros países debió ocurrir exactamente lo mismo. Al igual que en Estados Unidos, por supuesto.
Decididamente, tenemos que reescribir la Historia.

http://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_Batalla_de_Copenhague