El maldito déficit público: ¿de dónde procede el déficit público, por qué todas las instituciones públicas del mundo están endeudadas?
Esta vez con mucha cautela (debido a lo complejo del tema), me permito sugeriros la siguiente reflexión, a la luz de lo que conocemos, a día de hoy, sobre la creación del dinero en Europa (aunque podríais aplicar lo mismo a los países donde tenéis que comprar dólares para comerciar con el exterior).
Sabemos que los bancos centrales nacionales no concurren a la subasta del dinero del Banco Central Europeo sino que son los bancos privados quienes obtienen el dinero a un 0’50% de interés (por ejemplo) y estos se lo revenden a los gobiernos por un 3% (por ejemplo, y para que nos sirva como baremo).
Tenemos pues que, hagan lo que hagan los gestionadores de los asuntos públicos (es decir, sin tener en cuenta todo el dinero que van a dilapidar y que se van a quedar), todo presupuesto público en un año determinado nacerá con un 2’5% de deuda ¡por el mero hecho de usar el dinero!
Si un ayuntamiento va a gastar 100 millones, creará 2’5 millones de deuda ¡ipso facto!
Si el Estado va a gastar 10.000 millones en carreteras en un año, acumulará 250 millones en deuda que, por supuesto, deberá pedir prestada a los banqueros, con más intereses, con lo que la deuda no hará más que subir y subir, a lo largo de los años. Hasta la bancarrota.
Me asalta una duda. Una duda peligrosa.
Lo que no sé es si los presupuestos se hacen en base a lo recaudado el año anterior o a lo que suponen que van a recaudar el siguiente.
Tengo la sospecha de que lo hacen de la segunda manera; lo cual es una locura, es como un salto en el vacío porque al no saber lo que van a recaudar, tendrán, otra vez ¡que pedir prestado al Banco Central o los bancos locales! De manera que tendrán que pagar más intereses y se generará más deuda.
[Ojo, esto último es una sospecha, no lo he comprobado].
Esto es sólo el bosquejo de algo que vengo vislumbrando desde hace tiempo; que la deuda pública es consecuencia natural, lógica e ineludible del dinero-deuda, y no se podrá acabar con ella hasta que no sea el propio gobierno el que lo cree.