Tras semanas contemplando horrorizado cómo, de acuerdo a las encuestas, una buena parte de la población va a votar a los dos partidos (tres, si incluimos a CiU) que han saqueado este país, enviándolo a la bancarrota, por fin he encontrado una ilustración de estos tiempos que vivimos.
A escasas dos semanas de las elecciones, vamos a tener que plantearnos algo muy duro: reconocer que a una parte de la población española no le importa que los políticos les roben y se queden con el dinero que serviría para el Bien Común, para la justicia social.
Llega el momento de acudir al psicoanálisis, llega el momento de plantearse a fondo la psique humana, lo cual es un gran avance porque cualquier izquierdista que quiera entender lo que está pasando en este país, va a tener que profundizar a partir de ahora en terrenos oscuros, los del inconsciente y el debate, de hecho, se va a enriquecer una enormidad.
Parece claro que la estrategia del «miedo a Venezuela» (un país que ha acabado con la pobreza y el analfabetismo, dicho sea de paso) ha funcionado para inocular un deseo de preferir «lo malo conocido que lo nuevo por conocer» entre un segmento de la población.
Pero aun cuando el «miedo a Venezuela» pueda ser un pretexto, preferir a los demostradamente corruptos nos obliga a plantearnos cuáles son los valores de esa casi mitad de la población. Cuál es su sentido del Bien y del Mal.
Y este es el melón que no quiere abrir la izquierda, porque hablar del Bien y del Mal les obligaría a cuestionarse a sí mismos; una parte de las ideas que propugnan.
Que una gran parte de esa población que va a votar por corruptos pertenezcan al espectro de católicos supuestos seguidores de Cristo da todavía más que pensar, y nos coloca ante una contradicción tan grande que casi que hace que se nos salten los «fusibles» de la cabeza.
¿En qué cree esta gente? ¿En qué creen esas personas que todos tenemos dentro de nuestras familias?
Muchos de ellos jubilados, sin apoyos, esta gente se guía por un instinto que se antepone a todos los demás valores del Ser Humano: el instinto de supervivencia. Porque sin vida, no existe lo demás.
Ante una situación de pánico, en la que (al mirar a Grecia) no parece haber salida, estos españoles parecen preferir la desvergüenza de votar a aquellos que les roban, contaminando su alma de indignidad, algo que, sin duda, les pasará factura en los próximos años.
Esa es la jugada a la que han contribuido muchos medios de comunicación al utilizar el miedo como descarada arma propagandística.
Un análisis que se extiende, obviamente, a otros países como México, y que va a generar un replanteamiento del debate político hacia la psicología, tanto de masas como individual.