Como un auténtico regalo psicoanalítico he recibido estos vídeos del grupo de lesbianas catalanas «La tía Carmen» (¡Gracias Xavi!) porque en ellos se revela, de manera clara e innegable, el origen del lesbianismo y sus traumas más profundos.
Su versión del clásico de Aerolíneas Federales «Soy una punk», al que han renombrado «Soy una butch» (soy una «camionera», en inglés) es todo un curso acelerado de los traumas y complejos de esta generación de jóvenes españolas que han crecido con la paranoia de la existencia de una conspiración masculina para matar y someter a la mujer.
Para que «disfrutéis» del vídeo virginalmente, sin conocer mi descodificación, la desmenuzo debajo.
Las lesbianas catalanas comienzan su vídeo con unas tomas de ellas mismas de pequeñas, en las que se las ve, curiosamente, ¡vestidas de Robin Hood! Lo que nos muestra que ya en aquel entonces soñaron con hacer Justicia (visto que en el mundo no la había). Después se ve a una de ellas (todavía femenina), jugando con un palo en sentido combativo, lo que indica que ya se estaba preparando para la batalla contra ese enemigo imaginario (El Patriarcado) en la que se embarcaría de mayor.
Después de un fundido, comienza la letra, con la supuesta presión familiar para que «sea un poco más femenina», que será el origen de su rebelión extremista (no radical, recordad). Acto seguido, se las ve en una fiesta observando en un banco cómo las parejas chico-chica se magrean mientras a ellas no les sacan a bailar, y cómo se revolucionan ¡cuando aparece una chica disfrazada de chico! ¡Esa es su oportunidad para vivir su sueño que la paranoia de la guerra de sexos (el hechizo o encantamiento) no les deja!
Pero también, la prueba palpable de que, en realidad, la lesbiana no olvida al hombre al que ha renunciado ¡porque les gusta la chica que parece un chico! («Me corto el pelo al estilo James Dean»). Vemos pues que el lesbianismo es sólo una pose, una teatralización de un trauma, porque acto seguido se las ve, por imitación a esa chica que se ha convertido en chico, vistiéndose como rockeras al estilo James Dean. Lo que quiere decir, ni más ni menos, que al renunciar al hombre por el trauma de la paranoia del patriarcado (y la presión del cuerpo perfecto, como veremos en el siguiente vídeo) INCORPORAN AL HOMBRE AL QUE HAN RENUNCIADO. Es decir, incorporan la personalidad de su objeto de deseo: Freud lo llama «efecto transferencia».
Todas las escenas que vienen después son disfraces de ese hombre al que secretamente desean: el mecánico, el trabajador de la obra, el hombre galante que ayuda a la mujer a llevar las maletas y, por supuesto, la maliciosa mirada seductora a la madre con su marido y su hijo. Su mayor deseo imposible; por eso intenta robársela a su marido.
Todos los comportamientos que se muestran en el vídeo son claras imitaciones de los del varón (al que odian y aman) por la sencilla razón de que no hay más posibilidades: o mujer o hombre. Si dejas de ser mujer, te conviertes en hombre.
El siguiente vídeo «Gordas y peludas» mueve más a la compasión porque se adentra más profundamente en el trauma que les hizo sentir fobia por los hombres. Más abajo lo descodifico.
Sí; como he repetido en varias ocasiones, la lesbianización de la mujer es hasta cierto punto una lógica reacción -pero extremista- a la dictadura de las modelos y los cuerpos 10.
Paradigma del extremismo, reaccionan contra esa obsesión por la belleza coporal reivindicando a las gordas y feas; es decir, afeándose a posta cuando, como se puede ver en los primeros planos, no lo son (o no lo eran).
¡ESTO SÍ ES EPIGENÉTICA! Su propia decisión e ideología les hace convertirse en lo contrario de aquello que odian, que les traumatiza.
Curioso como esgrimen la tijera de la castración en la escena donde intentan depilarla y pintarle los ojos.
«Escapamos a la normalidad»: ¡Lo dicen bien claro! ¡Están huyendo de la represión de la era de la imagen! (las siguientes frases no las entiendo bien, creo que dicen «y enfermamos si nos llevan al altar»). «El hombre me produce repulsión, del macho cabrío, me río, me río».
La fobia expuesta, sin lugar a dudas.
«Bollera, yo soy bollera: por mucho tiempo, la vida entera». (Una gran contradicción: si lo eres, no lo vas a ser «por mucho tiempo»).
«Una vez que descubrí que se puede ser así, esto no hay quien lo pare, esto no tiene fin».
Me parece un colofón excelente para la descodificación del lesbianismo; reconocen abiertamente que no nacieron así si no que ¡»¡DESCUBRIERON QUE SE PUEDE SER ASÍ»!!