El cronista canadiense nos cuenta esta semana que la respuesta de las fuerzas del BRICS ante la matanza perpetrada por los sionista de La Meca durante la santa peregrinación musulmana ha sido asesinar al ex jefe de los servicios secretos sauditas, lo que ejemplifica la batalla por el poder, ya en curso, en el reino arábigo.
Tras acertar con la ofensiva contra los terroristas en Siria e Irak, Fulford insiste en que el ejército norteamericano está señalando al ejército ruso los blancos a disparar para contrarrestar el aparato logístico de los terroristas, que incluye el tráfico de drogas, armas y petróleo, medios con los que se se financia. Coincide con mi análisis de hace pocos días en el sentido de que esta rebelión se extenderá a Libia y Afganistán en breve, como también a Yemen, lo que acabará con la caída de la monarquía saudita. Al parecer, los rusos ya están colaborando en Afganistán para acabar con los terroristas y su medio de financiación, que en este caso es la producción y venta de heroína.
Pero los sionistas no se van a rendir tan fácilmente y están jugando sus últimas bazas: provocar la guerra en Jerusalén con otra serie de atentados de bandera falsa que han provocado el cierre de los lugares santos para los musulmanes, y por lo visto amenazan con algún evento financiero o megatsunami, conclusión que Fulford extrae del análisis de la famosa portada de The Economist. Los rumores de que se han abierto campos de concentración para los disidentes son falsos, ya que los militares buenos se han hecho con el control de la situación.
Corea del Norte ha dejado de producir anfetaminas para el tráfico de drogas y Cuba ha dejado de servir de punto de paso de la droga a Estados Unidos, gracias a la intervención del Papa Francisco.
Fulford ha recibido otra amenaza de muerte y ha tenido a un agente de El Mossad viviendo al lado de su casa, como una especie de «aviso».
