Cuando usted firma un recibo de pago con tarjeta de crédito en algún establecimiento de comercio, está creando un «instrumento negociable». Un instrumento negociable es cualquier documento que esté firmado y sea convertible en dinero o pueda ser usado como dinero. El establecimiento toma este instrumento negociable y lo deposita en su cuenta corriente mercantil, una cuenta especial requerida para todos los establecimientos que aceptan crédito. La cuenta aumenta su saldo por el valor del recibo de pago, indicando que al establecimiento se le ha pagado. El recibo es entonces enviado a la compañía de las tarjetas de crédito (VISA, Mastercard, etc) que agrupa sus deudas y se las envía al banco. El banco entonces le envía un extracto que usted paga con un cheque, ocasionando que su cuenta sea ‘debitada’. En ningún momento el banco le ha prestado su dinero o el de sus depositantes. En lugar de ello, su recibo de pago (un instrumento negociable) se ha convertido en un «activo» en contra del cual se ha otorgado crédito. El banco no ha hecho nada excepto monetizar su pagaré o promesa de pago.
Cuando usted presta a alguien su propio dinero, sus activos disminuyen por el mismo valor que aumentan los activos del prestatario. Pero cuando un banco le presta dinero a usted, los activos del banco aumentan. Sus pasivos también aumentan, puesto que sus depósitos son contabilizados como pasivo; pero el dinero no está allí realmente. Es simplemente una obligación: algo que se le debe pagar al depositante. El banco convierte su promesa de pago en activo y pasivo al mismo tiempo, balanceando sus libros sin transferirle a usted ningún dinero preexistente.
Extraído del libro «Telaraña de deuda», páginas 293- 294