Os hablé de Beatriz Preciado en La Conspiración del Movimiento gay: una socióloga burgalesa seguidora de las teorías de Foucault y Derrida que inició un experimento sobre sí misma inyectándose testosterona y acabó.. castándose para llamarse «Paul».
Gracias a la siguiente entrevista de El País, leyendo entre líneas, comprenderéis cómo su historia es el epítome de esta cortina de humo propagada para esconder cómo los piratas/banqueros se hacían con el control del Planeta: desde sus universidades extendían la paranoia de que el hombre y la mujer eran dos equivocaciones que debían ser eliminadas. Así, con esta conspiranoia, escondían la Conspiración Real.
En este artículo os enteraréis de que a Beatriz le lavaron el cerebro con una beca Fullbright y luego la fueron promocionando en París para extender esta paranoia creada por dos judíos (Foucault y Derrida) que ¡supuestamente pretende derribar el sistema!
Sí: el aspecto central de esta locura es que quienes abrazan esta insana teoría son izquierdistas que pretenden estar haciendo la revolución enseñando en las universidades del sistema y pagadas por el propio capital al que pretenden destronar (y viviendo muy bien gracias a ello, claro).
Fijaos también en que en todo momento su proyecto es destruir la Naturaleza y abogar por lo artificial: lo que está detrás de ello es una huida de Dios.
También importantísimo cómo la locura se extiende a través de exposiciones de «arte». (Como allí parece que cualquier cosa vale…).
En un plano más profundo, parece claro que Beatriz ha sido poseída por el amor masculino que no ha vivido (por culpa de la ideología que la castró), hasta el punto de identificarse tanto que… «se convierte» en ese macho que anhela.
Algún día, alguien debería preguntar a los izquierdistas de todo el mundo «cómo se come» que estén abrazando teorías políticas que el propio sistema al que dicen combatir ha financiado y enseñan en las universidades. A ver si alguien se atreve a ello.
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Hombre y Mujer — 31 enero, 2016 at 10:30 am