… Y por fin, la prueba del delito: tras años advirtiéndoos de que los medicamentos recetados a los niños catalogados con el llamado «trastorno de hiperactividad» podrían estar modificando su sexualidad, el activista gay del PSOE Carla Antonelli denunció hace escasas fechas el prospecto del fármaco Rubifén porque en él se lee como posibles alteraciones provocadas «Cambios en la tendencia sexual».
Y la prueba de que, esta vez, el movimiento gay se ha disparado en el pie es que, como podréis comprobar al pinchar en el link donde apareció la noticia (que ayer mismo vi) está caído, al igual que la propia web «elventano.es».
Aquí podréis ver el twitter del travestido diputado por el PSOE por Madrid en el que «denuncia la conspiración para homosexualizar a la población» (involuntariamente, claro).
Después de esta prueba inapelable de la conspiración (en principio, que afecta más a los varones), me inclino a pensar que todo el llamado síndrome del déficit de la atención se concibió en realidad para homosexualizar a los chavales con estas drogas que afectan a sus hormonas, trastocando su sexualidad. Es decir, que ha sido un pretexto para instalar la paranoia gay.
Y ahora, me voy a «tirar a la piscina»: teniendo en cuenta cómo los químicos de la industria farmacéutica pueden alterar nuestra sexualidad, estoy por asegurar que la moda de las píldoras anticonceptivas son el origen de la tremenda expansión del lesbianismo en los últimos años. Al fin y al cabo esas pastillas alteran el ciclo menstrual, donde reside la química no sólo de la procreación sino de la feminidad misma, de manera que su supresión conlleva una lógica masculinización y, de resultas de ello, el rechazo al varón y la lesbianización.
Todo encaja. Ahora a ver quién es el guapo que se atreve a decirlo en público…
